La «oposición» que no merecemos
(El Covid19 y el desamparo absoluto de los nicaragüenses)
Erick Aguirre
Poeta, narrador y ensayista. Periodista, editor y columnista en periódicos de Nicaragua y Centroamérica. Miembro de número de la Academia Nicaragüense de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española.
La pandemia del Covid19 ha demostrado a los nicaragüenses que si bien padecemos un régimen criminal, desquiciado e irresponsable, también padecemos las acciones de una oposición que no está lejos de comportarse como su presunta antípoda.
No sé si exagero, pero mi conclusión después de lo visto en las últimas semanas es que, como irremediablemente sucederá, los Ortega Murillo dejarán pronto el poder político, pero lo que viene, o quienes vendrán después -por los signos mostrados hasta ahora- solo son algo «menos peor» que la dictadura.
Claro que un escenario semejante sólo es completamente lógico en el caso poco probable de que el poder económico y la acción criminal de sus huestes armadas no queden fuera de control en una era post Ortega. Sigo creyendo que debemos prepararnos para otra larga y dolorosa transición hacia lo que verdaderamente aspiramos: una sociedad democrática en un Estado de Derecho.
Pero la mía solo es una expresión más de la casi general convicción, entre los nicaragüenses, de que quienes en medio de pugnas innobles se han hecho nombrar representantes de la demanda nacional por cambios profundos que nos enrumben hacia una verdadera democracia, no han demostrado absolutamente ninguna beligerancia ni suficiente honestidad como para ponerse al frente de las terribles crisis que el país ha estado enfrentado.
Eso lo demuestran varios hechos de los cuales hemos sido testigos en los últimos meses. Lo demuestra por ejemplo el hecho de que este grave asunto mundial del coronavirus, en Nicaragua recaiga únicamente sobre la responsabilidad de los ciudadanos y de las familias.
Lo demuestra el hecho de que, ante semejante acumulación de crisis, no podamos siquiera contar con la capacidad, honestidad o responsabilidad de quienes se autoproclaman oposición.
Lo demuestra también el hecho de que esa llamada oposición hasta ahora no haya sido capaz de mover voluntades entre los poderes fácticos con los que se han aliado, para ponerlos en función de un enfrentamiento alternativo a esta pandemia.
Hasta hace poco sus propuestas y declaraciones apenas confirmaban que estaban limitándose a hacer un llamado al «sálvese quien pueda», pero de lo que nos hemos percatado ahora es aun peor.
Empecemos por el pronunciamiento del INCAE, ese santuario académico o ideológico de la Alianza Cívica, desde donde se hizo un llamado a enfrentar la pandemia en “unidad coordinada», y a dejar de lado cualquier diferencia con el régimen. Pero no solo eso: también fueron los primeros en pedir a los organismos financieros internacionales «liberar recursos» a la dictadura.
Luego, desde la UNAB alguien habló de tregua con el régimen, para después esconder la mano ante la avalancha de indignación que saturó las redes. Cualquiera hubiera pensado que escondían esa mano para reflexionar y rectificar, pero no. Pronto conocimos la propuesta pública de la UNAB «para mitigar el impacto del Covid19», que entre otras cosas contempla permitir el acceso «condicionado» del régimen a fondos internacionales.
Para ser más claros: la UNAB está apoyando oficialmente el acceso de esta dictadura asesina e inmoral, a los millonarios fondos de emergencia que por la crisis del Covid19 están disponiendo organismos financieros internacionales como el FMI, el BID y Banco Mundial.
Casi al mismo tiempo, una de sus voceros descartó ante la prensa la idea de demandar al sátrapa Ortega por la criminal ausencia en sus funciones, aduciendo que «ahora es más necesaria la unidad de todos los sectores».
No sé si también para ustedes, pero para mí este es el colmo de los colmos. Ya no sé qué decir de estas personas. Es la verdad.
Pero las causas de esta infame deriva radican, creo yo, en la naturaleza del proyecto de «oposición» que desde hace un tiempo, en medio de más pugnas innobles, algunos «líderes» emprendieron. Un proyecto en el que hemos visto a muchos autoconvocados mezclándose insólitamente con agentes, operadores y cómplices de la dictadura.
Si hace casi dos años dejaron a un lado la voluntad general de la ciudadanía, que claramente ha sido más beligerancia en las acciones para debilitar y desalojar a Ortega del poder político (algo que con el poder económico de sus millonarios aliados no era imposible), ahora hacen de nuevo lo mismo.
Primero llaman a la ciudadanía a asumir cada quien la responsabilidad de resguardar sus vidas, y luego terminan no solo oxigenado sino también legitimando a la dictadura ante una comunidad internacional que, con todo y sus vacilaciones o lentitudes, parece ahora incluso más firme que ellos frente a Ortega.
Por eso no me extraña la noticia que leo ahora mientras escribo: el secretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha declarado que, a pesar de la crisis del Covid19, no se levantarán sanciones contra los violadores de derechos humanos. Lo que por supuesto incluye a Ortega, su familia y su círculo represor y mafioso.
No me extraña porque sé de líderes en la «oposición» que incluso cuestionan, sotto voce, las recientes acciones desplegadas por el gobierno estadounidense contra la mafia chavista de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
No me extraña porque estoy claro de que la tal Coalición Opositora en realidad no existe, solo es un cascarón arreglado temporalmente para contentar a los norteamericanos y acceder a financiamiento. Y por las cantidades de las que se habla sin duda muchos «opositores» (sobre todo quienes dentro de la Coalición parecen ser los más «pobres»), son y serán capaces de cualquier cosa.
Por eso repito que esa es la medida con la cual podemos hacernos desde ahora una idea de lo que tendremos en un eventual periodo post Ortega. Por eso repito que la transición hacia una verdadera democracia, con actores y acciones como las descritas en este artículo, sigue y seguirá siendo larga y dolorosa.