La propuesta de adoctrinamiento trumpista: ¿por qué “opositores” a Ortega se entusiasman con las promesas de represión?
No pasa semana sin que los defensores de culto trumpista denuncien que la Conspiración globalista Naciones Unidas–Soros–Bill Gates–Dr. Fauci–Foro de Sao Paulo–Islamismo–Comunismo–Satanismo–Agenda 2030 utiliza los miles de sistemas escolares estadounidenses y miles de instituciones de educación superior del país, junto con los medios de comunicación “al servicio de las fuerzas del mal”, para “adoctrinar” a la juventud del país y hacer que Estados Unidos sucumba ante… pues…ante las fuerzas del “globalismo comunista satánico islamista” dirigido desde la sombra por un equipo que se reúne secretamente en el más oscuro y profundo de los búnkeres del Estado profundo y oscuro. El equipo está compuesto, entre otros, por Soros, Gates, clérigos del Islam, militantes de la Internacional Comunista (cuál de ellas todavía es un misterio), profesores de Economía, consultores de la ONU, políticos del Foro y otros cuya identidad se revelará en cuanto sea prudente hacerlo. Aunque desde ya se sabe que el Papa Francisco, Taylor Swift, Bad Bunny, el presidente ucraniano Zelensky y la nicaragüense Ana Navarro han asistido a algunas reuniones.
No cabe duda de que los perversos “conspiradores globalistas” poseen recursos y capacidades organizativas que ameritarían, a pesar de su maldad diabólica, gran respeto. Es aquello del “valor absoluto” que uno aprende en matemáticas. ¡Qué destreza magnífica, extraordinaria, manejar los hilos de semejante madeja arcoíris, y de gobernar, como no es capaz el mismísimo gobierno federal de Estados Unidos, los programas educativos y las inversiones de miles y miles y miles de instituciones de enseñanza a todos los niveles! ¡Y qué perspicacia la de las mentes del culto, haber descubierto esta operación que, a pesar de ser universal, urbi et orbi––porque es, no olvidemos, “globalista” ––recorre el mundo de manera espectral! Uno podría decir, con Marx y Engels (“¡Ah, sabíamos que iba a mencionar a sus dioses, este izquierdoso!”): “un fantasma recorre el mundo, el fantasma del globalismo satánico, comunista, islámico, etc. etc. etc.”
Espero, lector, que no te parezca insensible mi sorna: yo sé que la sociedad atraviesa un terreno de carbones ardientes y que la insania que ha secuestrado al partido Republicano no es un peligro de risas, sino uno muy real. Te confieso, y creo contar con tu aquiescencia, que es prácticamente imposible, a menos que uno caiga en un trance alucinógeno, repetir el discurso atropellado del trumpismo sin proteger su equilibrio mental a través del humor.
Que refracten en el buen juicio los disparates y dislates, la fabulación del mundo distópico en que se mueven aterrorizados los seguidores del “ungido de Dios”. A ellos, uno les pide que expliquen la obvia incoherencia de su relato, de cómo el infinitamente malévolo partido Demócrata es, secretamente (ensayaré decirlo sin reírme) el partido Comunista de Estados Unidos; de cómo el partido ha tenido el poder 52 de los últimos cien años y el país no solo no es “comunista” sino que llevó al bloque soviético al quiebre; de cómo es que solo ellos “saben” que la actual candidata Demócrata guarda en sus archivos del piso Subterráneo-200 del Estado Profundo la tarjeta que la acredita como militante del Partido Comunista Ruso.
Dicho sea de paso, en esos mismos archivos está el expediente donde consta que Michelle Obama es realmente hombre, razón por la cual el gobierno de su esposo y su partido concibieron el plan secreto de forzar la conversión transexual de todos los niños, a todo lo ancho del territorio, y de hecho del mundo, por medio de la implementación de la temida “agenda 2030”.
De nada sirve pedirles que entreguen evidencia que soporte sus afirmaciones. La respuesta no flota en el aire, como dice la vieja canción, sino en las páginas del viejo diccionario de la lengua española:
evidencia
Del lat. evidentia.
- f. Certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar.
La evidencia de la derrota lo dejó aturdido.
Sin.: | certeza, certidumbre, demostración, convicción, seguridad. |
Ant.: | duda, incertidumbre. |
2. f. Prueba determinante en un proceso.
No puede, por supuesto, haber “certeza clara y manifiesta” de la que “no se puede dudar”, ni “prueba determinante” de aquello que es construcción psico-manipulativa que ha migrado lejos de las fronteras del juicio.
Que este tipo de discursos tengan su momento e implanten su horror en determinadas circunstancias de la historia es objeto de intenso estudio por la ciencia contemporánea, que escarba el camino de la evolución mental del ser humano a través de la neurociencia, la psicología social, la antropología y otros campos.
El plan de “lavado de cerebro” de los totalitarios
De algo, sin embargo, no cabe duda, es evidente, es decir podemos tener de ello “certeza clara y manifiesta”: hay manipulados, mentes intoxicadas por la propaganda distópica, y hay manipuladores, que buscan apoderarse de botín y poder utilizando la credulidad, el pavor y el fanatismo de los seguidores del culto.
Si los manipulados, a la vez de derrota, merecen compasión, los manipuladores merecen repudio y castigo. Hay una diferencia ética entre ambos, por más que en la práctica puedan combinarse y crear situaciones apocalípticas.
Porque la narrativa distópica que crean y adoptan los manipuladores tiene fines que, irónicamente, coinciden en naturaleza con el mundo todavía falso que describen como existente. Un ejemplo claro es su acusación de que el “Estado profundo” y las siniestras “fuerzas progresistas” (en su léxico “progreso” es obra satánica), adoctrinan a los jóvenes en el “comunismo”.
Lo repitió, en un programa noticioso, el Sr. Jaime Arellano, conocido vocero y personaje televisivo en el ámbito de la política nicaragüense. Hay que recordar que a este elocuente caballero el gobierno “comunista” de Biden-Harris lo rescató de Nicaragua y lo trajo, gastos pagados por usted y yo, lector, lectora, a un país que mal supuso ––pobre víctima–– era tierra de libertad pero que ahora describe como un Gulag infernal.
La afirmación precisa del Sr. Arellano, y que como es normal, salta de boca en boca sin chocar con pensamiento entre los partidarios del culto trumpista, es que “el 38% de los jóvenes menores de 26 años en Estados Unidos están a favor del…comunismo.” ¡El 38% de los jóvenes menores de 26 años! Desde las ciencias sociales se sabe que una afirmación así no es más que una insensatez. Si tan grueso porcentaje del bloque poblacional que biológicamente contiene el cambio fuera en realidad “comunista”, no habría manera de evitar que la sociedad en su conjunto lo fuera.
Pero ni al Sr. Arellano, ni al resto del movimiento, especialmente a los políticos que aprovechan la credulidad de sus aterrorizadas masas, importa que sus extravagantes balbuceos sean tan reales como un unicornio que cante. Lo que importa es su objetivo.
¿Y cuál es este? He aquí la parte verdaderamente siniestra, y desafortunadamente, esta sí, real, de los fríos cálculos y objetivos de la manipulación trumpista. El Sr. Arellano se refiere elogiosamente al “plan” que, ovacionado por trumpistas y maganicas, el gobernador del Estado de La Florida ha aprobado: un programa para re-educar a los alumnos de las escuelas públicas, y enseñarles las ideas que el Gobernador, y el partido Republicano en el poder, consideran “correctas” en política.
Es decir, mientras denuncian el supuesto dominio comunista-totalitario en La Florida y Estados Unidos, aplican la lógica totalitaria y se aprestan a utilizar fondos públicos para adoctrinar –– ¡después de denunciar el adoctrinamiento! –– a los estudiantes que encomendamos, con gastos pagados por nuestros impuestos, para instruirlos, no para matar su pensamiento y someterlos, adocenados, al servicio del Gran Hermano de Orwell.
La trampa no podría ser más clara: crear en la población el terror a un falso enemigo, y ofrecerle (a la manera de un señor feudal) protección a cambio de obediencia; luego institucionalizar, enraizar esta por medio de un temprano adoctrinamiento.
De manera más descarnada, se trata de esto: si a los totalitarios no les agradan las ideas que el pueblo se atreve a pensar, crean ––por supuesto, con fondos del pueblo–– un programa para que el pueblo piense como ellos quieren. Siempre, por supuesto, usarán la idea que más asuste. Hoy gritarán histéricamente, y contra toda evidencia ¡comunismo!, mañana solo Dios sabe que espantapájaros usarán.
Griten lo que griten, su meta es la misma: imponer un pensamiento único en el pueblo. Y esto, lector, lectora, es lo que apoyan los Arellanos, Bellis, y la caterva de impostores que quieren pasar por oposición democrática, pero cuyos motivos son otros: buscar el favor de políticos estadounidenses (la vida se les hace así, digamos, más cómoda) y esperar a que el Departamento de Estado, que los rescato de la tiranía, y que por el momento maldicen, los suba al poder en el trono sangrante de Ortega.
Con estos individuos, el cambio democrático en nuestra añorada tierra no es más real que un unicornio que canta.
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.