La raíz dorada de la guerra

El conflicto entre Irán e Israel no nació de un día para otro. Sus raíces se remontan a 1979, cuando la Revolución Islámica transformó a Irán en una república teocrática chiita que se opuso frontalmente a la existencia del Estado de Israel. Antes de eso, Irán tenía relaciones diplomáticas con Israel. Pero con el nuevo régimen, Israel fue catalogado como “el pequeño Satán” y EE. UU. como “el gran Satán”.

Desde entonces, Irán ha apoyado a grupos como Hezbolá en Líbano y Hamas en Gaza, mientras que Israel ha atacado posiciones iraníes en Siria e incluso ha sido vinculado con asesinatos de científicos nucleares en territorio iraní. A nivel ideológico, uno niega el derecho del otro a existir. A nivel estratégico, ambos temen que el otro tenga poder nuclear.

En paralelo, Irán también ha sido históricamente rival de Arabia Saudita. Este enfrentamiento no es solo político: es religioso. Arabia Saudita lidera el islam sunita; Irán, el chiita. Ambos países quieren ser la potencia dominante del mundo musulmán y usan conflictos en terceros países (como Yemen o Siria) como tableros de ajedrez para mover sus piezas.

Pero en 2023, China —en un movimiento geopolítico sin precedentes— logró que Irán y Arabia Saudita restablecieran relaciones diplomáticas. Un avance que parecía histórico, aunque la desconfianza permanece.

En este complejo tablero, EE. UU. apoya sin ambigüedad a Israel, mientras que Irán encuentra respaldo táctico en Rusia y estratégico en China. Las potencias no están directamente en guerra, pero usan a los países de Medio Oriente como escenario para medir fuerzas, vender armas y reafirmar su hegemonía.

Y es aquí donde entra la gran pregunta: ¿quién se beneficia de esta perpetua tensión?

La industria armamentista es uno de los sectores más rentables del mundo. Cada misil disparado, cada dron activado, cada sistema de defensa desplegado, representa millones de dólares. ¿Y quiénes son los dueños de estas fábricas? Corporaciones privadas con acciones en bolsas internacionales, lobbies poderosos que influyen en decisiones de estado, y, en algunos casos, alianzas entre estados y empresas que lucran con la guerra.

En un mundo que enfrenta hambrunas, pandemias, desastres climáticos y desigualdades brutales, parece absurdo que tantos recursos se destinen a la destrucción en lugar de la solución.

La reflexión es inevitable: el oro detrás de la guerra no es ideológico, es económico. Y mientras los pueblos se desangran, algunos accionistas celebran sus dividendos.

Oky Argüello
Oky Arguello es una escritora centroamericana radicada en España. Es autora del bestseller El Coleccionista y de otros libros de poesía y cuento. Formación académica: Doctorado en Psicología, Grados y másteres universitarios multidisciplinarios. | + posts

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