La salida absurda de la miopía cortoplacista

Oky Argüello

El conflicto entre Israel e Irán se ha intensificado con ataques directos, infraestructura crítica destruida y una retórica de promesas cumplidas con fuego. Israel ejecutó operaciones quirúrgicas sobre objetivos estratégicos iraníes. Irán, por su parte, respondió con una ofensiva masiva de drones y misiles. El riesgo de una guerra regional se ha vuelto tangible: el estrecho de Ormuz tiembla, el Golfo se prepara y los aliados —oficiales y encubiertos— comienzan a tomar posiciones.

Pero el peligro no está solo en los misiles. Está en el patrón. Basta mirar a Ucrania, a Gaza, a Sudán, a las amenazas veladas de superpotencias que enseñan músculo mientras la humanidad desvía la vista de sus propias heridas abiertas: el cambio climático, el hambre, las pandemias, la salud mental, la desigualdad abismal.

¿Por qué, con tantos frentes que requieren cooperación y lucidez, seguimos apostando por la guerra como si fuera una solución? Porque la guerra ofrece una narrativa simple: buenos contra malos, acción inmediata, emociones fuertes. Mientras que los grandes desafíos del siglo XXI —educar, sanar, cuidar, prevenir— exigen tiempo, madurez emocional y esfuerzo sostenido. No venden titulares. No alimentan industrias con lobbies millonarios. No otorgan poder instantáneo.

Además, hay una pulsión colectiva —política, psicológica y hasta existencial— que prefiere sentir control a través del conflicto que encarar la incertidumbre del cambio profundo. La guerra cohesiona, anestesia. Nos permite decir “luchamos por algo”, aunque ese algo sea humo, petróleo o nacionalismo inflamado.

El verdadero enemigo no está al otro lado de una frontera. Está dentro de nuestra incapacidad de pensar a largo plazo. La humanidad, al borde de desafíos civilizatorios, continúa escupiendo pólvora donde debería sembrar ciencia. Intercambia satélites por misiles, diplomacia por amenazas, futuro por réplicas del pasado.

Hoy, en 2025, se abren demasiados frentes al mismo tiempo. Si no detenemos esta danza absurda entre orgullo nacional y visión miope, quizás no haga falta una Tercera Guerra Mundial formal: bastará con que las brasas aisladas se conviertan en un incendio global sin retorno.

La reflexión es esta: no hay victoria posible cuando el mundo pierde su brújula moral y su proyecto colectivo. Si queremos curar, nutrir, crear, preservar —como civilización y como especie— tendremos que dar un giro radical: reemplazar la épica bélica por la ética de la vida.

Oky Arguello

Oky Argüello
Oky Arguello es una escritora centroamericana radicada en España. Es autora del bestseller El Coleccionista y de otros libros de poesía y cuento. Formación académica: Doctorado en Psicología, Grados y másteres universitarios multidisciplinarios. | + posts

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