La serpenteante política del gran capital
Oscar René Vargas
«El ascenso del movimiento social y el declive del régimen han hecho entrar en crisis a la alianza entre Ortega y el gran capital, planteándole un dilema a los poderes económicos: ¿cómo ser duro con tu aliado de años?… La estrategia del gran capital ha sido una combinación de contención hacia el movimiento social tratando de evitar una caída repentina del régimen, y de compromiso con el régimen»
El ascenso del movimiento social y el declive del régimen han hecho entrar en crisis a la alianza entre Ortega y el gran capital, planteándole un dilema a los poderes económicos: ¿cómo ser duro con tu aliado de años?…
La rebelión de Abril 2018 ha dado como resultado un proceso que en su conjunto ha sido el declive del régimen Ortega-Murillo. El régimen ya no domina un orden sociopolítico unipolar, como lo hizo entre 2007 al 2017.
El gran capital optó por el equilibrio equidistante entre los dos principales rivales. La estrategia de Ortega se ha ido hundiendo al no aceptar la nueva realidad política y la salida al suave, ofrecida por el gran capital y los norteamericanos; fundamentalmente por el temor al empuje del movimiento popular.
A partir de abril 2018 ha surgido un orden sociopolítico asimétrico. Ortega continúa siendo el polo político dominante, con el control militar-policial; pero ahora se enfrenta a un movimiento popular que le disputa el poder político y a un gran capital que intenta conservar sus beneficios oscilando entre Ortega y la nueva fuerza sociopolítica emergente; dando como resultado una sociedad empantanada y en crisis.
El gran capital que se alió al régimen desde el 2007, sabe que una caída abrupta de Ortega-Murillo supondría, en su hipotética culminación, la pérdida de buena parte de su poder político que asegura sus negocios y sus prebendas.
Ortega, desde el poder, procedió a comprar voluntades y estimular escisiones; ahora, se ha centrado en transformar su poder político en un músculo económico permanente que sobreviva a la actual crisis sociopolítica.
El régimen corrupto configurado por Ortega-Murillo aspira a perdurar, con ese objetivo han puesto en marcha el proyecto de comprar bienes inmuebles, edificios, fincas de café y ganaderas, etcétera. Su objetivo es consolidarse como centro económico, no sólo con fines de lucro sino también para tener poder político que facilita el poseer poder económico. Todo lo anterior, de cara a la eventualidad de una salida al suave.
El ascenso del movimiento social y el declive del régimen han hecho entrar en crisis a la alianza entre Ortega y el gran capital, planteándole un dilema a los poderes económicos: ¿cómo ser duro con tu aliado de años?
Ortega ha tratado de presionar al gran capital para que abandone su relación con el movimiento social. En el ínterin, el gran capital ha dado bandazos, oscilando entre los polos políticos más beligerantes de la nueva coyuntura.
La estrategia del gran capital ha sido una combinación de contención hacia el movimiento social, tratando de evitar una caída repentina del régimen, y de compromiso con el régimen. Sin embargo, su alianza con Ortega se ha ido paulatinamente deshilachando más, en la medida que la crisis social, política y económica se profundiza y la desconfianza mutua se incrementa.
El régimen Ortega-Murillo, para resolver el rompecabezas sociopolítico, aunque de manera errática, ha intentado poner en marcha una estrategia para tratar de conservar la hegemonía política unilateral; utilizando la presión, la represión y el chantaje.
Para tratar de conseguirlo ha puesto en marcha cinco ejes de acción:
En primer lugar, fortalecer al régimen con un estado de sitio de hecho, vigilando a todos los ciudadanos y especialmente a los líderes excarcelados.
En segundo lugar, prometiendo volver a la normalidad económica con el fin de atraer inversiones e incrementar el turismo extranjero.
En tercer lugar, ha reorientado los planes económicos hacia el reforzamiento y rearme militar-policial pensando en una posible confrontación armada en mente.
En cuarto lugar, en geopolítica ha tratado de presionar a los EEUU para establecer una negociación bilateral con un acercamiento con Rusia.
En quinto lugar, favorecer una salida al suave con el orteguismo en el poder.
Esta estrategia quiere empujar al movimiento popular a una confrontación armada y a una negociación directa con EEUU, evitando negociar, internamente, con el movimiento popular.
La tensión política es palpable, poderes externos e internos presionan a favor de una salida al suave de la crisis. Los poderes fácticos han entendido que con la permanencia de Ortega en el poder no se supera la crisis. En ese escenario, la posibilidad de un nuevo 18 de abril es muy alta.
No hay que perder de vista la posibilidad de que el gran capital y Ortega-Murillo puedan acabar alcanzando un acuerdo para resolver la crisis sociopolítico, pero sería ilusorio creer que con ello vayan a resolver su rivalidad económica subyacente.
A Ortega se le han gastado todos los cartuchos de credibilidad, ha mentido demasiado. Las mentiras son muy evidentes. Si te dejas engañar una vez, dos veces, la culpa es del que miente. Pero, tres veces o más, la culpa es tuya porque dejan de respetarte. No puedes dejar que te pisoteen, eso no es tolerable.
El régimen Ortega-Murillo tiene profundamente arraigada la determinación de mantener su hegemonía; igualmente, existe la voluntad enraizada del movimiento popular de derrocar a la dictadura.
Existen dos tendencias contrarias que frenan la rivalidad entre la vieja y nueva oligarquía para que explote en un conflicto más insondable, determinante y abierto: la profunda integración económica y el interés de preservar el sistema.
Ambos sectores de la clase dominante tienen mucho que perder, lo que los obliga a tratar de evitar, por todos los medios, una caída accidentada y repentina del régimen. Lo que explicaría la serpenteante política del gran capital.
La población necesita buenas noticias. Los ciudadanos que han sostenido la lucha contra viento y marea tienen derecho a buenas noticias. En la coyuntura actual, una buena noticia es lograr un programa estratégico mínimo para derrocar la dictadura. Cuando los ciudadanos caminan al unísono, es mucho más fácil alcanzar la victoria final.
San José/Costa Rica, 10 de septiembre de 2019.