Las enseñanzas de la masacre del 22 de enero de 1967

Sebastian Chavarría Domínguez
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«Al final, la dictadura logró imponerse militarmente porque disparó a mansalva contra una masa desorganizada. No todos los que asistieron a la marcha del 22 de enero sabían de las acciones armadas que los conspiradores habían planificado, y que fueron concebidas como acciones de choque dentro de un esquema de negociación política. Cualquier semejanza con el presente, es pura coincidencia»

La masacre del 22 de enero de 1967 fue un hecho trascendental en la segunda mitad del siglo XX. Un acontecimiento que hemos olvidado, pero que, aunque un poco lejano, nos enseña enormes lecciones que vale la pena recordar y relacionarlo con el presente.

La creación de la UNO

La Unión Nacional Opositora (UNO) fue una coalición electoral conformada por los siguientes partidos: El Partido Conservador de Nicaragua (PCN), el Partido Liberal Independiente (PLI) surgido en 1944 como oposición al control de la familia Somoza sobre el liberalismo, el Partido Movilización Republicana (MR), el Partido Renovación Nacional (PRN) y el Partido Social Cristiano (PSC). Solo el PCN gozaba de personalidad jurídica, conforme el sistema bipartidista establecido en la Constitución de 1950

La UNO llevaba como candidatos presidenciales a Fernando Agüero Rocha, un líder carismático, y Luis Pasos Arguello, un prestigiado jurista, ambos conservadores. Los principales dirigentes públicos de la UNO eran Fernando Agüero Rocha y Pedro Joaquin Chamorro Cardenal, quien desde el diario La Prensa creaba una opinión favorable para la oposición.

El deterioro del sistema bipartidista

El PCN y el Partido Liberal Nacionalista (PLN) eran las “paralelas históricas” de un nuevo sistema bipartidista que Anastasio Somoza Garcia logró instaurar después del asesinato del general Augusto C Sandino en 1934. Desde entonces, y de manera gradual, a través de una serie de pactos y componendas, el PCN contribuyó a la consolidación de la dictadura somocista. 

Esta simbiosis política quedo reflejada en las Constituciones de 1939 y 1950 al establecer que el “partido de la minoría” tenía derecho al 40% de los cargos en las instituciones del Estado. Era un modelo de corporativismo político impulsado por Somoza Garcia, que involucraba directamente al PCN.

La bonanza económica posterior a la segunda guerra mundial (Nicaragua creció un promedio del 6,5 al 10% anual), benefició a la dictadura somocista, pero a mediados de los años 60 del siglo XX, el descenso económico afectó al anteriormente estable sistema bipartidista. 

Contradictoriamente, el relativo bienestar económico produjo una clase media que terminó rebelándose contra la dictadura, y que traslada la agitación política a los sectores populares que demandaban mayores libertades democráticas.

La reforma o maquillaje de la dictadura

Después del ajusticiamiento de Somoza Garcia, el 21 de septiembre de 1956, a manos del héroe Rigoberto López Pérez, le sucedió temporalmente en la presidencia su hijo Luis Somoza, quien terminó reeligiéndose en la presidencia mediante las elecciones fraudulentas del 2 de febrero de 1957. La presidencia de Luis Somoza se caracterizo por impulsar una reforma política que pretendía reacomodarse a la coyuntura latinoamericana, marcada por el triunfo de la revolución cubana en 1961 y la implementación de la estrategia de “Alianza para el Progreso”, por parte de Estados Unidos.

Este contexto obligó a Luis Somoza a iniciar un proceso de reforma política: concedió la autonomía a la Universidad Nacional de Nicaragua (UNN) en 1958, elevó  el Tribunal Nacional de Elecciones (TNE) a rango de cuarto poder del Estado, pero la reforma más importante fue que rompió formalmente la cadena dinástica al permitir que Rene Shick Gutierrez fuese el candidato presidencial del PLN, convirtiéndose en presidente de la república por el periodo 1963-1966.

Marcha atrás

El 30 de julio de 1966, la convención del PLN designó al general Anastasio Somoza Debayle, hermano de Luis Somoza, como su candidato presidencial, a pesar que la Constitución de 1950 estableció que los militares activos que pretendiesen disputar cargos de elección popular tenían que renunciar a su condición, por lo menos seis meses antes de la elección.

Anastasio Somoza Debayle ocupaba el cargo de Jefe Director de la Guardia Nacional desde 1956, cuando Rigoberto Lopez Perez mató a balazos a su padre, Anastasio Somoza Garcia, el fundador de la dinastía.

En esa convención, se produjo la ruptura política del PLN cuando Ramiro Sacasa Guerrero, mostró inconformidad por la continuidad del control de la familia Somoza sobre el PLN, creando el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC).

Cuatro días después de realizada la convención del PLN, el presidente Rene Shick Gutierrez falleció de un infarto, y fue sustituido por el vicepresidente Lorenzo Guerrero, quien terminó el mandato presidencial. La repentina muerte de René Shick coincidió con la paralización de la reforma política, pero al mismo tiempo abrió un enorme hueco en la muralla de la dictadura, por que puso a la orden del día el problema de si la familia Somoza recuperaría directamente el poder.

El ala “jacobina” del PCN

A pesar que el PCN era el otro pilar de sostenimiento de la dictadura somocista, siempre hubo un ala radical, “jacobina” por así llamarle, dentro del Partido Conservador.

Esta ala “jacobina” siempre intentó derrocar a la dictadura somocista a través de la lucha armada: levantamiento del 4 de abril de 1954, sublevación de pilotos de la Fuerza Aérea en 1957, guerrilla de Olama y Mollejones en 1959, toma de cuarteles en Diriamba y Jinotepe en noviembre de 1960. Todas estas intentonas fueron un fracaso militar, pero, a pesar de las derrotas, esta ala jacobina nunca dejo de conspirar contra la dictadura.

El “Movimiento 11 de Noviembre”, dirigido por Fernando Chamorro Rapaccioli, un rico cafetalero, jugó un rol determinante en la conspiración armada previa a la masacre del 22 de enero de 1967.

El ala “jacobina” nunca tuvo una estrategia clara, utilizaba tácticas militares heredadas de la colonia: tomarse por asalto las plazas y cuarteles mas importantes, lo que provocaría, según ellos, el levantamiento popular. Así pensaban derrocar a la dictadura somocista, que junto al Zelayismo, había arruinado económicamente a muchas “honorables” familias conservadoras

La conspiración para detener las elecciones

El repentino fallecimiento de René Shick y la postulación de Anastasio Somoza Debayle como candidato presidencial del PLN, intensificaron las conspiraciones dentro del Partido Conservador, que miraba una excelente oportunidad para frenar el ascenso de otro Somoza a la presidencia. Ya no era solo el ala “jacobina”, sino también otros sectores del PCN, aunque el eje de la conspiración fue el “Movimiento 11 de Noviembre” del “negro” Chamorro Rapaccioli.

Al aproximarse la fecha de las elecciones de 1967, la conspiración del ala “jacobina” se extendió al conjunto de la UNO. A pesar que en la reforma constitucional de 1962 Luis Somoza había elevado al TNE a rango de cuarto poder del Estado, para supuestamente dar garantías a la oposición, para 1967 existía una absoluta desconfianza de parte de la UNO sobre la transparencia e imparcialidad del sistema electoral. Para octubre de 1966, la consigna de la UNO y del diario La Prensa era lograr que el periodo presidencial de Lorenzo Guerrero se ampliara a dos años mas, para reorganizar el poder electoral y reformar la Ley Electoral en términos aceptados por la oposición, el establecimiento de un dialogo con la Guardia Nacional para democratizar el país, etc.

La violencia callejera fue una característica de la campaña electoral de 1966. Para contrarrestar las masivas marchas opositoras, la dictadura somocista creo la Asociación de Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas (AMROCS), un grupo paramilitar que atacaba las marchas opositoras a balazos y garrotazos, produciendo varias muertes. Como organismo de autodefensa, la UNO creó los Comités Cívicos de Vigilancia y Defensa del Sufragio Electoral (CIVES)

La Comisión Negociadora

Para tal efecto, la UNO nombró una Comisión Negociadora conformada por Carlos Agϋero, hermano de Fernando Agüero, René Sandino Argϋello, Alberto Chamorro Benard, prominente  miembro del “gran capital” y Fernando ‘el Diablo’ Zelaya.” Esta sería la encargada de establecer contacto con la alta oficialidad de la GN, con Aarón Brown, Embajador de Estados Unidos en Nicaragua; con el Arzobispo González y Robleto, y con el Presidente Lorenzo Guerrero. (Jarquin Edmundo, Pedro Joaquin, paginas No 198-199)

Se trataba, pues, de una conspiración que perseguía la renuncia inmediata de Anastasio Somoza Debayle de la jefatura de la GN y de la candidatura presidencial, así como obligar a la familia Somoza a partir al exilio. En pocas palabras, pretendían reorganizar el poder.

Para obligar al Estado Mayor de la GN a negociar, la UNO organizó la marcha nacional de protesta del 22 de enero de 1967. Decena de miles de personas llegaron a Managua desde todos los rincones, con el objetivo de llegar a Casa Presidencial en la loma de Tiscapa.

La masacre

Pero no se trataba solo de una marcha gigantesca para presionar a la dictadura, sino también que la conspiración incluía un levantamiento armado en diferentes puntos de Managua, para ejercer mayor presión contra la GN y la familia Somoza.

El rumor de un posible levantamiento popular recorrió al país antes del 22 de enero de 1967. La marcha se realizó, partiendo de la plaza central de Managua rumbo hacia el campo de Marte, sede de la GN, y hacia Casa Presidencial, pero a la altura del antiguo Colegio Calasanz y del Banco Nacional de Nicaragua, en la avenida Roosevelt, comenzó el intercambio de disparos. Algunos testigos afirman que la GN inició los disparos, otros afirman que los disparos se iniciaron desde la manifestación. Nunca se ha podido comprobar la veracidad de ambas versiones, lo que si está documentado es la enorme cantidad de muertos, heridos y desaparecidos por las balas asesinas de la GN.

Los que pudieron se refugiaron en el Gran Hotel y en los edificios vecinos. Todo el país quedo bajo el Estado de Sitio y la Ley Marcial. Al día siguiente, con la mediación de la Iglesia Católica y personal de la embajada de Estados Unidos, se negoció la salida de los dirigentes de la UNO que estaban en el Gran Hotel. Algunos fueron hechos prisioneros, como fue el caso de Pedro Joaquin Chamorro Cardenal. La represión llenó las cárceles de presos políticos. Las embajadas de Venezuela, México y otros países estaban llenas de asilados.

Las votaciones se realizaron el domingo 5 de febrero de 1967, y Anastasio Somoza Debayle, el tercero de la dinastía, fue electo presidente de la república.

Algunas conclusiones

La conspiración conservadora que organizo la marcha del 22 de enero para iniciar levantamientos armados en Managua, solo con el objetivo de presionar a la dictadura, demostró ser un rotundo fracaso, porque si bien es cierto la gente estaba dispuesta a luchar y morir en la pelea, no existía una organización seria que coherentizara y canalizara la energía popular.

Al final, la dictadura logró imponerse militarmente porque disparó a mansalva contra una masa desorganizada. No todos los que asistieron a la marcha del 22 de enero sabían de las acciones armadas que los conspiradores habían planificado, y que fueron concebidas como acciones de choques dentro de un esquema de negociación política.

Cualquier semejanza con el presente, es pura coincidencia.

Sebastian Chavarría Domínguez

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