Las nuevas caras de la mafia [transacción dinástica versus transición democrática]

Por razones de la edad, tanto Ortega como el resto de integrantes de la mafia corporativa que gobierna Nicaragua se encuentran en un proceso de sucesión del poder. Los hijos de Pellas, Zamora, Ortiz, los Lacayo, Holmann o Chamorro, entre otros, se ven con poder en las manos.

La desgracia de eso para Nicaragua es que ninguno de ellos se siente responsable de la crisis del país, reafirmados por aquella máxima de que “nadie tiene culpa de ser hijo de quién es”, y usarán ese poder para pasar al ataque y defender lo que creen que es suyo y de su familia.

Los hijos de la mafia tienen un interés en común, y esencial: destruir a quienes hacen oposición al sistema corporativo. No solo a la oposición política, como hacen los Ortega Murillo, no, sino a todo disidente de ese sistema corporativo y de mafia.

Otra gran consecuencia del modelo Cosep-Ortega es precisamente que los hijos de ese sistema, con estudios y habilidades aprendidas en las mejores universidades del mundo, privadas y pagadas con dinero de sus padres, serán más despiadados.

¿Por qué? Porque entran a suceder el poder cuando el sistema está en crisis, y solo tienen una opción, defenderlo a cualquier costa o perder ese poder. De ahí que la reacción de los hijos del Cosep será la misma que la de los Ortega. La dictadura bicéfala seguirá intacta.

Y aunque de momento los capos de las familias tengan, cada uno, sus recelos para hacer público su acuerdo, los hijos de ese sistema no tendrán problema en aumentar la represión, porque los hijos fueron educados para mantener el modelo después de la muerte física de sus padres.

¿Nicaragua está preparada para ese escenario? Ese escenario donde la comunidad internacional, las empresas trasnacionales y las potencias del mundo empiezan a hablar y a codearse cada vez más con los que, de aquí a 5 años, ya estarán ejerciendo violentamente el poder.

Se dice violentamente, porque mientras no haya refundación del Estado y de las relaciones sociales y del capital-trabajo, a Nicaragua una nueva generación de jóvenes hijos de la mafia la condenará, y otra generación de ciudadanos nicaragüenses que se les opongan estará en el exilio y en la cárcel.

Ahí es donde radica la principal importancia de la figura de los Ortega para las familias de la mafia, porque les está limpiando el camino de obstáculos a los hijos, y por eso, agradecidos y conscientes de esa situación, las familias de la mafia están con Ortega.

La transición de la que tanto se habla ya está en marcha, pero no es una transición democrática, es una transacción dinástica y familiar donde nuevas caras serán la foto oficial de las corporaciones mafiosas de Nicaragua.

Fidel Ernesto
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