Lecciones de abril: Un análisis del poder en la crisis política de Nicaragua

Salvador Téllez
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“Ningún hombre o mujer nunca es en sí todo el poder. Ese hombre, llámense Ortega, Somoza, Castro, Mussolini, Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, el Ayatollah, Kim Jon Un o Donald Trump, son nada más y nada menos que símbolos operativos y poderosos que ejecutan las políticas de un grupo de poder.”

INTRODUCCIÓN

El proceso de transición del autoritarismo populista con veleidades dinásticas y totalitarias, abierto por la rebelión estudiantil y popular el 19 de abril de 2018, hacia la restauración de la democracia y reconstrucción del estado de derecho, guiados por los valores universales de libertad, justicia y paz, indudablemente es muy complejo y de difícil comprensión.

Otto Aguilar, Abril en Nicaragua (2018), pintura acrílica sobre masonite
Otto Aguilar, Abril en Nicaragua (2018), pintura acrílica sobre masonite

Un elemento fundamental para el análisis de la coyuntura abierta, es realizar una lectura plausible de la naturaleza y dinámica de la red del poder en la Nicaragua de hoy. Una red que contiene nódulos y campos de poder que comprenden: poder político, poder económico, poder simbólico, poder comunicacional, poder del saber, poder cultural y una galaxia de contrapoderes (como el nihilismo, la ignorancia y la indiferencia), los micro poderes (los que se ejercen en el ámbito doméstico, en los centros de trabajo, cuarteles, cárceles, monasterios, escuelas, etc.),   más los poderes que no están en esta lista.

Si no queremos quedarnos asombrados y boquiabiertos ni darnos una explicación mágica, atávica o idiosincrásica de la explosión de la rebeldía juvenil y popular, rebasada, ahíta, cansada (pero no agotada) de 11 años de desgobierno de los señores Daniel Ortega Saavedra, Rosario Murillo y sus círculos o anillos de poder; años que están signados por permanentes abusos, delitos y crímenes, perversiones, extracciones, malversaciones, violaciones, mixtificaciones de toda ley de derecho constitucional, nacional e internacional y de toda costumbre histórica de convivencia social, no podemos soslayar una lectura de esta red de poder en nuestra nación.

Menciono los anillos o círculos de poder, donde obviamente ocupan un lugar sobresaliente con responsabilidad histórica juzgable y punible; los poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral); las fuerzas armadas (Ejército de Nicaragua) y policiales (Policía Nacional de Nicaragua); los líderes de los partidos políticos que según G.W.F. Hegel pertenecen al campo del  Estado y no de la sociedad civil; los líderes de los organismos intermedios de masas de partidos (vale decir, sindicatos, asociaciones, juventud sandinista y fuerzas paramilitares); los gremios representativos de la esfera económica (COSEP, AMCHAN, UPANIC, MIPYMES); los aparatos de control de los medios de comunicación (Gobernación, TELCOR) y los medios de comunicación oficiales (Canal 6 y Radio Nicaragua), los medios de la familia Ortega Murillo (Canal 4, Canal 8, Canal 13) y los medios asociados y parametrados con el régimen pertenecientes al grupo económico televisivo del Señor Ángel González (Canal 2 (con línea informativa oficialista), 9, 10 (con línea informativa objetiva), 11, 17 y 25); el grupo ALBA  y CARUNA; y el Consejo Nacional de Universidades CNU.

A riesgo de parecer abogado del diablo (es decir de los Ortega-Murillo Cia. Ltda. de CV), debo aclarar que ningún hombre o mujer nunca es en sí todo el poder. Ese hombre, llámense Ortega, Somoza, Castro, Mussolini, Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, el Ayatollah, Kim Jon Un o Donald Trump, son nada más y nada menos que símbolos operativos y poderosos que ejecutan las políticas de un grupo de poder.

John Keneth Galbraith, en un sabio librito titulado “Cómo controlar a los militares” (Granica editor, 1970, Buenos Aires), postula que el pueblo como soberano elige mediante el voto a sus representantes (Presidente y Congreso) y como cliente adquiere los productos que le indican a la esfera industrial que cosas producir para satisfacer a esos clientes. Pero según Galbraith en Estados Unidos y el mundo, lo que se ha producido es la cooptación del poder soberano por una burocracia que maneja las fuerzas armadas y la industria, enajenan la voluntad del soberano, indican quienes serán sus representantes, disponen el menú a sus consumidores y provocan las guerras que alimentan a esta burocracia y su modelo de dominación.

Mutatis mutandi y guardando las insalvables dimensiones entre Estados Unidos y Nicaragua, podemos y debemos observar que Daniel Ortega y Rosario Murillo no son genios de la economía, ni de la política, ni de la comunicación, ni de la administración pública, todo lo contrario. Son dos personajes autoritarios, controladores, paranoicos, que de alguna manera aprueban las decisiones tomadas por una burocracia armada, extractivista, represiva, controladora y sanguinaria.

¿O ustedes creen que Daniel Ortega analiza, estudia e indica que precios deben tener los combustibles para seguir exprimiendo el bolsillo del pueblo? ¿O que Rosario Murillo es capaz de entender el axioma que reza a mayor represión mayor pérdida de hegemonía política? ¿O que ambos son capaces de entender el postulado estoico que reza “las mentiras nunca se convierten en verdad”?

En Nicaragua existe una burocracia poderosa que funciona como una argolla de poder, que alimenta a los ejecutores reales y simbólicos de este poder: el Presidente y la Vice Presidenta. Con los últimos párrafos no estoy eximiendo de responsabilidad a nadie, sino más bien extendiendo la responsabilidad de destrucción del estado de derecho, de la implementación de una economía corporativista fascistoide, extractivista de enclaves, de supresión de los derechos y libertades ciudadanas, de represión sanguinaria masiva y represión selectiva, de implementar un modelo de desarrollo no sostenible e inhumano y de realizar obras públicas no en interés del bien común sino de proveer ganancias a empresas prefabricadas o de maletín en una danza de corrupción en espiral interminable.

La responsabilidad punible debe extenderse más allá de las cabezas visibles y parlantes,  a un círculo donde estos portadores de los símbolos son solo el centro del desastre… Todos los del anillo de poder son y deben ser procesados, enjuiciados y castigados.

LAS REDES DEL PODER. CONCEPTO, ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO

“Primero, el gobierno en su estrategia de concentrar poder utilizó una práctica política de dividir y cooptar personas dentro de todos los sectores. Cuando hemos hablado de un tejido de complicidad de esta concentración de poder, esta dictadura no sería posible sin estas concesiones de legitimidad a sectores de la empresa privada, sectores de la Iglesia Católica, muchos de ellos representados en sus cúpulas. Vimos a la Corporación de Zonas Francas respaldando la represión del gobierno, a través de los beneficios de la inversión extranjera que la empresa privada y que los mismos sectores de la Iglesia Católica han tenido, se puede notar que ellos ya deben lealtad al gobierno.”

– Zoilamérica Ortega Murillo

Eso a lo que Zoilamérica Ortega Murillo, con la perspicacia analítica que la caracteriza, llama tejido, es lo que en este análisis designo como red. El poder según Michel Foucault no es unipolar, sino que es un tejido, un texto, una red. Donde existen campos limitados por nódulos muy  dialécticos, cuya energía dinámica, está compuesta de átomos políticos, económicos, religiosos, culturales, etc, que fluyen en la red. Esa energía en períodos revolucionarios tiende a dinamizar toda la red y en períodos contrarrevolucionarios, de reflujo o de concentración burocrática del poder tiende a concentrarse en determinados nódulos o campos, con tendencia a perpetuarse y reproducirse.

Esa red en ocasiones puede estar determinada momentáneamente por la economía, ver casos de las grandes crisis económicas: gran depresión del 29, procesos super inflacionarios en Alemania (1922-23), Nicaragua (1988)  o Venezuela (2018), las burbujas inmobiliarias, los efectos tequila, etc.

Estos nódulos y campos de poder, en la realidad cotidiana, en la vida práctica se realizan a través del conversar, el lenguajear, el palabrear, en fin la comunicación interpersonal o intergrupal y a través de los medios y de las redes sociales de comunicación. La cultura, según Humberto Maturana, está sostenida por una conversación.

Las culturas según Humberto Maturana pueden ser conceptuadas y analizadas como conversaciones que tejen una red (un texto), dice el autor citado: “Yo mantengo que aquello que connotamos en la vida cotidiana cuando hablamos de cultura o de asuntos culturales, es una red cerrada de conversaciones que constituye y define una manera de convivir humano como una red de coordinaciones de emociones y acciones que se realizan como una configuración particular de entrelazamiento del actuar y el emocionar de la gente que vive en esa cultura.” (Maturana y Zoller 1993).

En el mundo contemporáneo las redes sociales se han convertido en el principal medio de comunicación entre personas y/o entre grupos de personas. La existencia de las redes sociales ha dado voz comunicativa y social a los individuos. Cada individuo es su propio medio emitiendo sus mensajes. Por supuesto que este vecindario chismoso, vocinglero, pero de utilidad política insospechada (ver casos de Egipto, Venezuela, Ocupa Time Square, ocupa inss etc) está plagada de informaciones reales y válidas, como de noticias falsas (fake news), operaciones de inteligencia del poder realizadas vía penetración y montaje de las redes de los contrapoderes en resistencia, cuyo objetivo es deslegitimar la información a partir de una noticias falsa.

En las redes sociales hoy por hoy se libra la batalla por la subjetiva, elusiva y polisémica verdad. Que se complica aún más con los hackers o piratas cibernéticos, guerreros o terroristas individuales o grupales, que con mucha inteligencia y destreza vulneran y atacan  a sus enemigos prefigurados en cualquier lado del mundo.

EL ARCHICONCEPTO PODER

El poder es un archiconcepto en la cultura occidental, es decir es un término de una polisemia muy vasta, generalmente  marcado por ideologías subyacentes a lecturas académicas y de complejo manejo operativo para su análisis.

Existe un concepto de poder logrado por el politólogo irlandés John Holloway en su interesante libro Cambiar el mundo sin tomar el poder (Holloway 2002), cito: “El poder, en primer lugar, es simplemente eso: facultad, capacidad de hacer, la habilidad para hacer cosas. El hacer implica poder, poder-hacer. En este sentido, es común que utilicemos “poder” para referirnos a algo bueno: me siento poderoso, me siento bien. El pequeño tren protagonista del relato infantil que dice: “Pienso que puedo, pienso que puedo”, a medida que trata de alcanzar la cima de la montaña, tiene una creciente sensación de su propio poder. Vamos a una buena reunión política y nos marchamos con una sensación intensificada de nuestro poder. Leemos un buen libro y nos sentimos fortalecido. El movimiento feminista ha dado a las mujeres mayor sensación de su propio poder. Poder, en este sentido, puede entenderse como “poder-para”, poder-hacer.

(…) Cuando el flujo social se fractura ese poder hacer se transforma en su opuesto, en poder-sobre.

(…) “Poder”, entonces, es un término confuso que oculta un antagonismo (y lohace de manera tal que refleja el poder del poderoso). Se lo utiliza en dos sentidos muy diferentes: como poder-hacer y como poder-sobre. En inglés este problema a veces se resuelve tomando términos de otros idiomas y planteando una distinción entre potentia (poder-hacer) y potestas (poder-sobre).”

Desde una óptica deconstructiva-reconstructiva de una matriz del poder en las sociedades contemporáneas, a la que graficamos como una red conformada por nódulos y campos,  encontraremos coexistiendo -y conceptualizada bajo la ley marxista del desarrollo desigual y combinado- a una red de poderes multipolares de mayor o menor intensidad contenida en sus nódulos e interactuando a través de sus campos. Son los poderes culturales acumulados a lo largo del relato de la historia y que a su vez constituyen redes de otras redes (textualidades): poder económico, poder político, poder militar, poder científico, poder tecnológico, poder simbólico, poder religioso, poder mediático, poder artístico, poderes de resistencias etc.

En esa red multipolar de nodos de poderes existentes y articulantes de todo tejido social, podemos identificar nodos que pertenecen a la cultura de dominación y nodos de una cultura de resistencia-liberación, sin menoscabo que al interior de cada uno de estos nodos, sean de dominación o resistencia, se den elementos subversivos para la ideología predominante de cada nodo.

Es decir en un nodo de poder que nuclee a empresarios burgueses podemos encontrar idiolectos variados que pueden ir desde las ideas socialdemócratas más avanzadas al liberalismo más inicuo; así mismo en las organizaciones obreras podremos encontrar elementos tendentes a subvertir radicalmente el orden burgués tanto como elementos proclives a un espíritu de enriquecimiento corporativo y en última instancia, a ser movidos por un afán de acumulación de capital personal o corrupción. Ver el fenómeno mundial de la corrupción en las organizaciones de trabajadores.

Vean la imagen de una red donde los puntos son los nódulos y el espacio encerrado por puntos son campos, en el caso de la red que conceptúo, equivaldría a nódulos de poder y campos de poder.

En nuestro análisis de la red de poder en la Nicaragua de hoy, encontramos como nódulo principal del poder político ejecutivo y simbólico a Daniel Ortega y Rosario Murillo, interactuando con otros nódulos que podemos designar como partido político, poderes del estado, fuerzas armadas, empresa privada, iglesia, medios de comunicación, etc.

La energía que fluye entre estos nódulos que constituyen el campo Estado↔Partido↔Familia, es la de la corrupción guiada por el principio maquiavélico que la política es la toma del poder y la capacidad de permanecer en él cueste lo que cueste.

En el campo que pretende  encerrar el estado, obviamente existe la sociedad nicaragüense, donde cada uno de los poderes, micropoderes y contrapoderes, individuales o grupales, son sometidos a la energía del clientelismo político, la corrupción, la coerción y la represión selectiva y masiva; pero los contrapoderes y micropoderes, acumularon durante una década una gran presión que ha estallado, ha perdido el miedo, ha enfrentado a la principal red del poder del país, ha dicho basta y ha abierto una profunda crisis.

LA CRISIS DEL PODER A PARTIR DEL 19 DE ABRIL DE 2018

En la rebelión estudiantil y popular iniciada el jueves 19 de abril de 2018 y aún abierta, confluyen dos elementos en colisión: a) El rebasamiento en los jóvenes y ciudadanía (potentia) de una década de presión, opresión, represión y corrupción ejercida por el poder autoritario y dictatorial de la pareja presidencial, su estado, su partido, su clan y su familia. b) El agotamiento de un modelo (potestas) autoritario, controlador de vocación dictatorial y totalitario y con veleidades dinásticas, edulcorado en un modelo corporativista de alianza con el gran capital y presentado como un fiel ejecutor de las políticas del Fondo Monetario Internacional FMI y el Banco Mundial BM y empaquetado en un discurso de palabrerías seudo poéticas que pretendían mixturar socialismo, cristianismo y solidarismo para hacer creer a la ciudadanía que vivíamos en un subliminal, iluso e irreal mundo feliz.

En Nicaragua desde el análisis del poder han colisionado estas dos posibilidades del mismo poder: potentia y potestas. Ojo que a lo largo de la historia, lo que es potentia como realización de una utopía, casi siempre se convierte en la construcción de una distopía, es decir en potestas.

La rebelión estudiantil y popular abierta el 19 de abril de 2018 en Nicaragua, le ha significado poner en evidencia a la red y campo Estado-Familia-Partido-Ortega Murillo, nada más y nada menos que:

  • La crisis definitiva del sistema político Ortega-Murillo:
    • El agotamiento del modelo populista corporativista evidente en la ruptura con el COSEP al imponer una solución unilateral a la crisis del INSS.
    • La puesta en evidencia de la corrupción del régimen.
    • Pérdida de la hegemonía política.
    • La puesta en evidencia de un discurso monocorde, enajenante, falso, hipócrita, inútil, inverosímil y fracasado.
    • Pérdida de  Legalidad, Legitimidad, Confiabilidad y Verosimilitud.
    • Crisis a lo interno del FSLN.
    • Pérdida de la calle.
    • Pérdida del cancionero de resistencia y lucha populares.
    • La amarga realidad de ser una minoría política que ocultaron mediante fraudes y movilizaciones coercitivamente realizadas.
    • La agresividad criminal de la Policía Nacional versus la prudencia y no involucramiento del Ejército de Nicaragua.
    • Los signos de un vacío de poder.
    • La apertura de un período de transición del autoritarismo populista a la restauración de la democracia y su estado de derecho.
    • La persistencia de la resistencia estudiantil y popular demandando justicia y democratización.
    • La emergencia de nuevos actores sociales y de nuevos liderazgos.
    • El aislamiento social y el desgaste in crescendo del régimen al insistir en no ceder y persistir en la coerción abierta y la represión brutal masiva y selectiva.
    • El incremento de observación, vigilancia y presión de la comunidad internacional.

LA CRISIS POLÍTICA DE NICARAGUA EN SU TRANSICIÓN DE LA DICTADURA ORTEGUISTA A LA DEMOCRACIA Y ALTERNATIVAS DE TRANSFORMACIÓN

La red de poder con sus nódulos principales del gobierno populista y dictatorial de los Ortega-Murillo, con sus campos de control totalitario para lograr la seguridad interna (policía, fuerzas de choques y movilizaciones más un repetitivo discurso relativo a la seguridad familiar en casos de desastres naturales); con un campo económico donde intentó proyectar una alianza corporativista –ideal y paradigmática- con el gran capital nicaragüense y trasnacional como el modelo pertinente de desarrollo para la sociedad y que nunca logró crecer más de un 5% anual y que además convive con formas de economía de enclaves extractivistas y depredatorias de fuerzas de trabajo y fuerzas naturales (vale decir zonas  francas, minerías y destrucción y depredación del bosque); con la apertura de una insalvable brecha entre el estado y la sociedad civil causada por la demolición de la institucionalidad y la perversión del estado de derecho; con la utilización de los poderes del estado para cometer fraudes, enriquecimientos ilícitos, cabeza de turco para lograr el sometimiento de los políticos y el silencio de desafectos o críticos al régimen con una pavorosa tabla de premios y castigos; la ausencia de debates y de formación ideológica al interior del FSLN, partido privatizado por esta red, transformado en partidos de masas a través de un proceso de repartición masivas de carnet cuyos objetivos fueron el clientelismo y la fidelidad perruna sin ninguna posibilidad de discernimiento, disentimiento, autonomía o crítica; la violación sistemática, compulsiva y obsesiva de los derechos humanos y todas las libertades civiles de la ciudadanía, etc.

Como bien anotara un célebre periodista ex-sub director de El Nuevo Diario, Francisco Chamorro, “el orteguismo es el somocismo científico”, apotegma que el tiempo se encargó de demostrar hasta la saciedad.

La crisis actual parece tener un carácter irreversible y únicamente solucionable con la salida del ejecutivo del Comandante Daniel Ortega Saavedra y su Vice Presidenta Rosario Murillo y la desinstalación de la red de poder y la evaporación de su cemento que antaño fuera ideología política pero que hoy no es otra que la más vulgar, ramplona y evidente corrupción. El cumplimiento sabio y pacífico de esta posibilidad abrirá sin ninguna duda,  la posibilidad histórica de transformación, superación y modernización de nuestro sistema político nicaragüense.

LA OPOSICIÓN NECESITA UNA ESTRATEGIA

La prolongada crisis abierta en Nicaragua hace un año es de carácter político y como tal es un problema de poder. Una lectura desde una óptica objetiva de ver el conflicto como una lucha por el poder, nos obliga a decodificar las estrategias adoptadas por los núcleos de poder: los caudillos Ortega-Murillo-el partido FSLN-el Estado versus la sociedad civil-partidos políticos-ciudadanía.

La estrategia de poder del régimen Ortega-Murillo es clara: permanecer en el poder a cualquier precio, para ellos “lo peor sería perder el poder” (Tomás Borge). De ahí se derivan las tácticas de la represión ilegal y  genocida, la tortura en las cárceles, la arbitrariedad en los procesos legales (juicios), la imposición de la censura factual, el estado de sitio policíaco y factual, las agendas de engaños diversas dirigidas a cada interlocutor sancionadores (EEUU, OEA, UE, ONU, países individuales, etc. tomado Enrique Sáenz) y la más desvergonzada actitud de mentir, engañar y faltar al cumplimiento de cualquier acuerdo.

Es una estrategia maquiavélica basada en los postulados de El Príncipe: la política es el arte de tomar el poder y permanecer en él; y en una inversión de la sentencia de Karl von Claussewitz en “De la guerra”: La guerra es la continuidad de la política por otros medios; que Ortega ha convertido en su apotegma evidenciado por Enrique Sáenz: La política es la continuidad de la guerra con otros medios.

Para este comandante sin combates, pero con muchas masacres en su haber, lo más importante es la guerra y no debemos perder de vista, que para Ortega en última instancia, su inmolación no la descarta, porque es lo único que lo haría trascender en la historia como un revolucionario según su fantasiosa megalomanía.  Si no lo que quedaría de él en la historia es la imagen real de un violador, un depredador sexual, un tirano y un genocida. Y para la historia no hay pajaritos en la cabeza.

A partir de nuestra hipótesis sobre la naturaleza del poder en Nicaragua y analizando el conflicto como uno por el poder político, debemos tener presente que en las sociedades contemporáneas ya el poder no nace sólo de los fusiles como postulaba Mao Ze Dong. Que gobernar a punta de represión, censura y masacres contra gentes desarmadas no basta para conservar el poder. El poder generado por la represión es un poder vacío un no poder. Situación de no poder gobernar en que han caído los caudillos Ortega y Murillo.

Los caudillos mandan a sus tropas policiales y paramilitares y al puchito de gentes que todavía les rodea en complicidad y/o fidelidad con ellos o por obligación (trabajadores del estado extorsionados). No más de un 15%. Con este mínimo apoyo y en control del aparato estatal –de un estado que sistemáticamente hicieron fallar-, aprueban decretos, leyes, memorándums, para ordenar una economía que no obedece a decretos y que sigue en franca picada hacia el abismo; para imponer una cultura de paz de los cementerios que nadie de la mayoría de la población está dispuesto a atender ni a implementar; emiten un discurso por unos medios oficiosos que nadie ve ni oye, ni atiende, ni cree. Un discurso falso absolutamente sin asidero en la realidad que nadie es tan estúpido para tragárselo.

En circunstancias que en el mundo contemporáneo los nódulos y campos de la información y comunicación son determinantes en el ejercicio del poder y la gobernabilidad, la permanencia en el gobierno basado en el poder de las armas es inútil, oneroso, gasto sin recuperación y de trágicas consecuencias para la ciudadanía que sufre el ejercicio de esta represión genocida.

Es pertinente que los tiranos criollos no olviden la frase de Talleyrand: “Con las bayonetas todo es posible, menos sentarse en ellas” a gobernar. Las bayonetas una vez que alguien decide sentarse en ella, le penetran las posaderas, terminan copando el poder y se vuelven en contra quien osó sentarse en ellas.

El campo de la oposición está compuesto de movimiento estudiantil, movimiento campesino, sociedad civil organizada, gremios empresariales, lo mas importantes medios de comunicación del país, grandes sectores de las iglesias católicas y un buen número de evangélicos, organizaciones de asesinados, prisioneros y desaparecidos, partidos políticos ilegalizados por el régimen y partidos políticos legales.

Es un vasto conglomerado compuesto por una diversidad heteróclita de sectores sociales con intereses políticos, económicos y culturales muy particulares, que a ojo de buen cubero suma entre el 80 %  y el 75% de la población adulta y juvenil del país. El peso político de la oposición a todas luces es mucho mayor que la del régimen mantenido por el poder de las armas.

La oposición se mantiene unida y ha sabido concitar un amplio respaldo de los principales organismos internacionales y regionales, de derechos humanos, de internacionales de partidos, de los países pertinentes del mundo (para este caso) como son: los más significativos y poderosos de América Latina, los Estados Unidos y la Unión Europea. Países que además de poderosos, algunos de ellos son los más importantes socio comerciales de Nicaragua. Y organismos internacionales comprometidos con la defensa irrestricta de los derechos humanos en el mundo, que poseen la capacidad de intervenir y sancionar a gobiernos violadores como el de Nicaragua.

ELEMENTOS PARA UNA ESTRATEGIA DE LA OPOSICIÓN EN NICARAGUA

La debilidad más notoria de la oposición en Nicaragua, es que a la fecha no ha podido articular una estrategia política clara cuyos objetivos sean derrocar al régimen dictatorial, iniciar el proceso de transición a una democracia, implementar elecciones democráticas, libres, transparentes y supervigiladas, planificar la reactivación económica, sanear las fuerzas armadas y policiales de la nación, debatir y acordar un proyecto de nación donde el gobierno de cualquier signo, sea un instrumento de cumplimiento de ese proyecto y en el cual  no esté excluido ningún sector.

De esos grandes objetivos estratégicos es necesario derivar algunas tácticas principales que vulneren los talones de Aquiles de la dictadura, que como todo régimen totalitario en crisis tiene muchos. Es un ciempiés de talones de Aquiles, moviéndose genocidamente en una coyuntura de crisis pre-revolucionaria, donde es preciso construir un poder opositor que enfrente al poder del estado, abriendo un período de dualidad de poderes. Veamos:

  • La movilización permanente: marchas masivas, acciones de resistencia, piquetes de protesta rápidas, cuyos contenidos sean: libertad de los presos políticos, justicia por los crímenes contra la ciudadanía, el derecho a la propiedad privada, la libertad de prensa y opinión, la autonomía universitaria y demandar un 10% del presupuesto nacional para las universidades, el respeto a los derechos humanos, el alza del costo de la vida y la denuncia de la corrupción del anillo estado-partido-familia.
  • Organizar, articular y desarrollar la lucha estudiantil, sindical, gremial y barrial.
  • La desobediencia civil manifestada en el no pago de impuestos y servicios, en alzar la voz frente a los atropellos cotidianos en las oficinas del estado de servicio al público, protestar en la fila por el alza en la tarifa de los servicios brindados y manifestar constantemente el malestar ciudadano por la ilegalidad del régimen.
  • Articular una ofensiva diplomática permanente en todos los frentes internacionales para el mundo diplomático, los medios de comunicación y las redes sociales. Informar a los embajadores acreditados en Nicaragua, avalar voceros oficiales de la oposición en países extranjeros y ante organismos internacionales y multilaterales, que suministren la información de lo que realmente pasa en Nicaragua.
  • Profundizar y ampliar la influencia de la oposición en las redes sociales, así como radicalizar la neutralización de las páginas y los sitios que apoyan al régimen. Este campo de conflicto de poderes es de vital importancia.
  • Crear brigadas discretas de asistencia social, de asesoría legal y asistencia médica a los familiares de asesinados, de reos políticos y de personas perseguidas.
  • Fortalecer los organismos de promoción, defensa y protección de los derechos humanos.
  • Potenciar y articular un liderazgo juvenil sin prejuicios de género en las organizaciones de la oposición. El liderazgo adulto debe pasar a desempeñar roles de consejería.
  • Abrir canales de comunicación y eventualmente diálogo con el mando del ejército y a nivel de bases; embajadores con influencia en área militar.
  • Abrir canales y comunicación con el FSLN y perfilar un liderazgo responsable que sustituya a los ORMU
  • Modelar las bases para un gobierno alternativo de oposición dentro y/o fuera de Nicaragua.

Es imposible predecir cuál será salida de esta crisis pero sin lugar a dudas es inevitable la apertura del proceso de democratización, saneamiento de la corrupción y reorganización de nuestro sistema político y de convivencia social. Seguramente hay mejores estrategias y tácticas que brotarán inevitablemente de la creatividad y deseos de libertad del pueblo nicaragüense para vivir en una nación democrática, desarrollada y en paz.

Rotterdam, 14 de abril de 2019.
“Todos somos abril”.