Los círculos concéntricos de poder
Oscar René Vargas
Estamos en una crisis sin precedente en los últimos 50 años; decenas de miles de ciudadanos buscan una vía para sobrevivir y poder construir una alternativa política al régimen inhumano que nos lleva a todos al abismo sanitario, social y económico.
Dado que el régimen ha perdido una buena parte de su base social, y, por lo tanto, también poder real y consenso, recurre a una creciente represión para intentar anular el proceso de implosión en desarrollo.
La represión no le da legitimidad, porque la mayoría de los ciudadanos rechazan al régimen dictatorial, pero le garantiza el mantenimiento de los círculos de poder.
Empeñado en esconder la realidad social, el régimen continúa falseando la realidad. La represión indiscriminada demuestra que el régimen no tiene ningún proyecto de país de futuro, salvo conservar el poder.
Su mantenimiento en el poder lo ha logrado rodeándose de círculos concéntricos, muros de contención, murallas de protección.
El círculo familiar, el círculo íntimo de poder, el círculo de aduladores y aprovechados. A estos les reparte el grueso del botín del Estado.
Luego viene el círculo de políticos zancudos, jueces, magistrados y diputados que le proporcionan las bases y el aura de la legitimidad institucional.
Después el círculo de fuerza: militares, policías, turbas, paramilitares y sicarios a su servicio. A estos les deja comer algo del botín del Estado.
Finalmente, el círculo de los tontos útiles, empresarios miopes que como luciérnagas atraídos por la luz de poder giran alrededor buscando algún beneficio o prebendas.
Al centro de este infierno está el gran satán, controlando todo, ese es su leitmotiv, su razón de ser.
Esos círculos de poder giran alrededor y se mantienen por el campo magnético de la permanencia de Ortega en el poder. Para ellos es importante la continuidad.
Por eso, Ortega no puede aceptar nada de lo firmado, menos el adelanto de las elecciones transparentes, ya que se fracturaría el control sobre los círculos de poder.
La combinación de negociación, mentiras, represión y crímenes es la estrategia del régimen para mantener la incondicionalidad de los círculos de poder y, al mismo tiempo, el diálogo es una cortina de humo o instrumento de distracción para congelar a los poderes fácticos que buscan la “salida al suave”.
El proceso de implosión en desarrollo tiende a romper, fracturar y fragmentar esos círculos de poder. Ayudar a fraccionar esos círculos de poder debe ser la estrategia a seguir. Aceptar la propuesta para discutir reformas electorales significaría ayudar a la dictadura a sortear el proceso de implosión y mantener incólumes los círculos de poder.
Pedir un proceso electoral transparente dentro de los cánones o reglas del régimen Ortega-Murillo es como tratar de hacer que un tigre se haga vegetariano.
Arrinconado por la combinación de las cinco crisis (sanitaria, económica, regional, internacional y sociopolítica), por su aislamiento internacional, sin capacidad de poder contrarrestar las nuevas sanciones y sin estrategia precisa, el régimen tratará de implementar la táctica de prolongar el período presidencial postergando las elecciones.
Sin embargo, esa táctica tendría la consecuencia de acelerar la implosión del régimen ya que demostraría su incapacidad total para hacerle frente a la conjunción de las cinco crisis.