Mentirosos

<<Yo no voy a criticar a las personas humildes que votaron por Trump o sin poder votar están de su lado. Muchos habrán sido manipulados por la enorme y mentirosa propaganda. Pero el trumpismo es imperdonable en líderes de grupos políticos que dicen trabajar por la libertad de los nicaragüenses. Estos trumpistas saben muy bien en qué están metidos. No podrán decir que no sabían lo que planean hacer Trump y los suyos y que si no le hacemos resistencia vendrá inexorablemente. Usted, que ahora me lee, anote sus nombres pues un día habrá que recordarles sus actos.>>

Los hemos visto, los hemos oído, hemos leído los babeantes párrafos que escriben muchos de los “líderes azul y blanco”, hombres y mujeres —usted sabe quiénes son—, que se pasaron la campaña electoral estadounidense alabando a Donald Trump, adorándolo como a un dios pagano, repitiendo sus mentiras, por más torpes e increíbles que fuesen, y recitando cual loros, como si fuesen sabiduría pura, las frases cargadas de odio y desprecio hacia el país que ahora va a gobernar, hacia inmigrantes de “países de mierda” —palabras de Trump—, negros, latinos y mujeres, entre otros, del que han escogido como su santo patrono. 

Han peleado por él rabiosamente, distanciándose incluso de la propia familia, lo han defendido a capa y espada y ahora que su líder ganó la elección no caben en sí de gozo y se muestran felices y contentos y ríen a carcajadas y se desviven, compitiendo entre sí, en mostrarse felices a los ojos de sus contactos republicanos de cuarta categoría. Ahora esperan su recompensa, como el perro que frente a la mesa de la fritanga no se pierde ninguno de los movimientos del cliente mientras este arranca con sus dientes las carnes del muslo de pollo. Me recuerda a los serviles que como un círculo de buitres rodeaban a Somoza y rodean hoy a Ortega y su mujer, peleándose por captar la atención del amo, atacándose los unos a los otros. No tienen vergüenza. 

Esos “líderes”, que dicen luchar contra las dictaduras, se han lanzado a los brazos del Hugo Chávez anaranjado, que llega a la presidencia gracias a la democracia y según ha venido diciendo abiertamente, se dedicará ahora a desmontarla ladrillo a ladrillo, a destruir o cooptar las instituciones y hacerse con todo el poder como hiciera Chávez, que de esa manera destruyó todo a su paso y sumió en la miseria un país que por sus recursos debería ser uno de los más ricos del planeta. “Nuestros líderes”, aun siendo pequeñitos y miopes, son capaces de ver que Trump está siguiendo al pie de la letra el manual del dictador. No pueden alegar ignorancia y no pueden negar lo que está a la vista de quien quiera verlo. No tienen pudor. 

¿Dónde quedó el cuento de que estos autoproclamados líderes, estos falsos opositores, están por la democracia? Eso es una mentira nada más, un velo que no alcanza para cubrir sus desnudeces. No se puede ser democrático si se trabaja para destruir la democracia. No se puede estar a favor de la democracia en un país y en su contra en otro. Se es o no se es; donde sea que uno esté, se debe ser consecuente, y ellos no lo son. Aunque es posible creerles que están contra la dictadura de Ortega, es evidente que no están contra una dictadura si esta les conviene, una en la que el dictador es su amado líder. No son democráticos, son mentirosos. Sinvergüenzas.

Me es muy difícil entender cómo es que estas personas han llegado a perder todo orgullo y toda autoestima y pueden amar a un individuo que desprecia a los latinos como ellos mismos, que los considera inferiores, con malos genes, animales, caníbales —recuerden la mención de Hannibal Lecter, el caníbal de la película— y que además tiene un plan, que fue eje de su campaña, para apresar entre 15 y 20 millones de personas —dio estas cifras a Time en mayo— y meterlos en campos de concentración antes de expulsarlos del país. Digo personas y no indocumentados, porque los criterios de selección de aquellos a deportar no están nada claros y porque como ocurrió en la “Operation Wetback”, efectuada en 1954, en que se deportó a más de 1 millón de personas, se fueron entre ellas muchas que estaban legalmente en el país (nacidos, incluso, en Estados Unidos) pero que tenían “cara de ilegales” y eran por tanto deportables.

Quizás piensan ingenuamente estos liderzuelos que no les afectará a ellos mismos y parece no importarles si mandan de regreso a las garras del tirano a sus compatriotas que han llegado recientemente —el “jincherío” llaman algunos de los “líderes” a estas personas—, y que son los más fáciles de encontrar y de expulsar, y será por donde sin duda dará inicio la operación. Muchos de estos lidercitos se piensan quizás inmunes por tener la piel clara, sin entender que para los supremacistas blancos que ahora ascienden con Trump al poder, si tenés una gota de sangre negra sos negro, sin importar si por el camino has adquirido una pálida piel. Nuestros antepasados mezclaban los colores y todos somos, para los supremacistas, simples tonalidades de negro.

Los argumentos que “nuestros líderes” presentan para justificar su trumpismo son risibles, fácilmente rebatibles y solo voy a mencionar uno de ellos por su enorme estupidez: mientras el mundo todo reacciona asustado a la elección de Trump y se come las uñas pues sabe que el ascenso de este inestable personaje y el grupo de irresponsables que le acompañará es un peligro para la paz mundial y una amenaza para muchos pueblos, nuestros líderes dicen estar felices “porque Trump va a ayudar a Nicaragua” y que por eso había que votar por él. Es decir, a estos pequeños idiotas no les importa si el mundo entero se va al carajo siempre y cuando Trump les ayude a sacar a Ortega del poder para ponerlos a ellos. Cuanta ceguera, cuanta torpeza. Como caballos cocheros, con anteojeras, así van por la vida sin mirar en derredor. 

Los nicaragüenses sabemos bien que “nuestros líderes” que ya empiezan a publicar fotos con sus nuevas amistades MAGA o enviándoles cartas de amor, son como los peces piloto, esos pecesitos que siguen a cada tiburón y se alimentan de parásitos que arrancan de la piel de su tiburón y de los restos de su comida. Así, utilizando a Nicaragua y el sufrimiento de nuestro pueblo como un pretexto, estos falsos opositores se mueven siguiendo y sirviendo a pequeños tiburones, buscando algún dinerito por aquí y otro por allá, mientras logran pegarse a un tiburón más grande que les mejore su posición. Sabemos que esta es su forma de vida, que de esa manera obtienen su sustento. No trabajan por Nicaragua, trabajan para ellos mismos. 

Espero de verdad que la enorme deportación no ocurra, pero si ocurre, espero que nuestros pequeños líderes suban igual de felices al camión que los llevará al campo de concentración, y si es que sobreviven a la internación, igual de felices suban al avión o barco que les llevará de regreso al país que dicen amar.

Yo no voy a criticar a las personas humildes que votaron por Trump o sin poder votar están de su lado. Muchos habrán sido manipulados por la enorme y mentirosa propaganda. Pero el trumpismo es imperdonable en líderes de grupos políticos que dicen trabajar por la libertad de los nicaragüenses. Estos trumpistas saben muy bien en qué están metidos. No podrán decir que no sabían lo que planean hacer Trump y los suyos y que si no le hacemos resistencia vendrá inexorablemente. Usted, que ahora me lee, anote sus nombres pues un día habrá que recordarles sus actos. 

Fíjese que ni siquiera he mencionado aquí el proyecto 2025 que será la carta de navegación de esta nueva presidencia de Trump, que es una forma moderna de oscurantismo y persigue conducir al país a un pasado que nunca existió y que convierte a Trump realmente en el enemigo interno de los Estados Unidos al que se ha referido en sus discursos. De eso hablaremos más adelante.  

Pío Martínez
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