Michael Jackson y la propuesta de orteguismo sin (¿o con?) Ortega
(Todo en una entrevista de Bayly a Noel Vidaurre)
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.
«Se le hace un enorme daño a Nicaragua y a su gente, se hace más cara y dolorosa la marcha hacia un futuro democrático, si el periodismo entrega el micrófono a los políticos que se dicen opositores; si sirve apenas como un medio para la divulgación de sus mensajes, sin filtro alguno, sin crítica»
Confieso que me resistía a ver la entrevista que el periodista peruano Jaime Bayly hizo al político nicaragüense Noel Vidaurre. Y confieso por qué: el Sr. Vidaurre es un sujeto corrupto, parte del pus de zombis que brota de la piel llagada de mi país desde que la dictadura de Ortega, con la anuencia tácita del gran capital, aplastara la Rebelión de Abril.
Caminan, los zombis, al estilo del famoso Thriller de Michael Jackson: en la noche de la tiranía recorren nuestro lóbrego camposanto de mártires, buscando puestos, prebendas y ganancias. Estos cadáveres políticos (y morales) han visto en la muerte de cientos, en la agonía de todo un país, la oportunidad de erguirse torpemente en simulacro de vida.
Esto, mi entender y sentir, tuve que vencer, dada la insistencia de amigos y conocidos que creían informativa la entrevista. ¿Valió la pena el sacrificio? Al principio pensé que no. El Sr. Vidaurre no dijo nada que no hayan dicho, o digan, los opositores “oficiales”. Mentiras burdas, interpretaciones incoherentes, mitos en construcción: todo lo que produce la pobreza intelectual y ética de las élites al estrellarse con la realidad.
Una vez más, por ejemplo, la culpa de que el primer diálogo no haya forzado la salida de Ortega la tiene Lesther Alemán (o su grupo) ¡por exigir la renuncia de Ortega! “Un grave error”, dice con gesto de sagacidad el político, “había que aprovechar que estaba presente el cuerpo diplomático (¡!) para pedir elecciones adelantadas… en lugar de eso, se hizo a Ortega endurecer su posición” (¡!). Luego, añade que fueron los presidentes centroamericanos quienes obligaron a Ortega a dialogar (y no la presión del pueblo en las calles), “para que los camiones de carga centroamericanos pudieran cruzar Nicaragua”.
Cuando la ingenuidad parece inverosímil es porque la mentira se esconde tras ella.
Una lección importante
Al cabo de un rato, y tras un final de entrevista humillante para Vidaurre, abrí los ojos a una dolorosa lección: si Vidaurre quedó en ridículo declamando las mismas sandeces que los políticos en Nicaragua repiten a diario como verdades incuestionables, es porque el periodismo nicaragüense (dentro y fuera del país) no los cuestiona.
Bayly extrajo de Vidaurre, el político experimentado, una exhibición patética de incoherencia. Y lo hizo sin sudar, con una facilidad pasmosa y hasta un guiño de condescendencia (“te he dado generosísimos 25 minutos; creo que estás profundamente equivocado…”). Punzante, hiriente. ¿Cómo lo hizo? Pues, muy sencillo: preguntando lo obvio, señalando las incoherencias sin timidez, exigiendo al entrevistado que aclarara. No puede decirse que fue descortés. De hecho, no hace falta serlo. Pero hay que estar dispuesto a enfrentarse al poder, potencial o real, que estos individuos representan.
Desafortunadamente, la mayoría de nuestros periodistas no parece estarlo. Razones las hay, o las habrá, y con seguridad cada quién tendrá la suya. Pero es notorio el contraste entre el enorme coraje y determinación del gremio ante la tiranía, y su relativa docilidad ante la oposición oficial. ¿Será por presiones económicas o amenazas políticas de los poderes fácticos, los que a fin de cuentas pagan publicidad o la bloquean, y son capaces de castigar con muerte civil a quien se ponga en su camino? ¿Será por falta de tradición democrática? ¿Será, en algunos casos, por lealtades partidarias o familiares?
Cualquiera que sea la explicación, lo cierto es que se le hace un enorme daño a Nicaragua y a su gente, se hace más cara y dolorosa la marcha hacia un futuro democrático, si el periodismo entrega el micrófono a los políticos que se dicen opositores; si sirve apenas como un medio para la divulgación de sus mensajes, sin filtro alguno, sin crítica. No es accidental que Bayly detectara en minutos algo que la inmensa mayoría de los periodistas nicaragüenses no se atreve siquiera a sugerir: que la oposición representada por Vidaurre no presiona ni tiene intenciones de presionar a Ortega; que pide a “la comunidad internacional” que lo haga [evaluación generosa de Bayly, estoy convencido de que con poco esfuerzo adicional descubrirá la siniestra realidad] pero está dispuesta a esperar “dos largos años” para competir con Ortega en elecciones.
Una botella de vino para la oposición
Es vergonzoso que sea un periodista peruano, en Miami, ante una audiencia internacional, quien tenga que restregarle en su cara a la oposición nicaragüense que “no le puedes conceder graciosamente dos años a Ortega”… “Si yo fuera Ortega”, remata Bayly, “les enviaría una botella de vino”.
A estas alturas me siento obligado a invitar al lector aún no enterado a ver la entrevista; a ver, con sus propios ojos, cómo se desmorona, apenas con el soplo de unas cuantas preguntas, la propuesta “opositora”; cómo queda en evidencia el “plan” (creo que Bayly más bien lo llama “fantasía”) de esperar “dos largos años” para que Ortega dé “elecciones libres y transparentes” (“¡lo hará!”, afirma, confiado, Vidaurre); para que después entregue el poder (“¡lo hará!”, insiste Vidaurre), porque si no lo entrega, entonces—¡ya estamos hablando del 2022!—el pueblo… saldrá a las calles. ¿Qué hacen los opositores mientras tanto?, pregunta Bayly. “…el esfuerzo por criticar a la dictadura” …arranca, otra vez, Vidaurre.
Hay mucho más, estimado lector. Bayly ha tenido que ‘explicar’ al opositor que la dictadura de Ortega no es un régimen constitucional, que el tirano ya ha cometido fraude electoral, y que está dispuesto a cometerlo una vez más; que perder no está en sus planes; que tenemos, para escarmiento, el trágico caso de una Venezuela que sangra ya por 20 años.
Un llamado al periodismo nicaragüense
Por todo esto, permítanme apelar como ciudadano a los periodistas: por el bien de Nicaragua, por la vida de los nicaragüenses de bien, por la verdad y la democracia, abandonen su blandura frente a los opositores oficiales. Detengan el flujo de su propaganda, de sus incoherencias y sus mentiras. Ustedes saben más de lo que publican, y preguntan menos de lo que deben saber; pero tienen capacidad y tienen mucho coraje, y pueden ayudar a impedir que una vez más la clase política arrastre a nuestra Nicaragua, tantas veces mancillada, al matadero.
Porque en esa ruta vamos si la propuesta actual triunfa: a la construcción de un orteguismo sin (o incluso, con) Ortega, al establecimiento de un sicariato legitimado por las firmas de la oposición y una farsa electoral.
Nada va a cambiar para bien, nunca vamos a salir del atraso y del autoritarismo, si no colocamos la verdad por encima de cualquier otra consideración.
El pueblo se los va a agradecer.