Necesitamos un gobierno de transición

Nicasio Urbina
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Con centenares de nicaragüenses asesinados por Daniel Ortega es improcedente hablar de componendas y de aterrizaje suave. La única solución es la salida inmediata de este gobierno

En este momento crítico de la lucha contra la dictadura de Daniel Ortega es imperativo que todos los nicaragüenses nos agrupemos solidariamente. Como en 1989, cuando logramos derrotar a este mismo dictador, es nuestro deber patriótico y ciudadano volvernos a unir para poder sobrepasar este capítulo horroroso de nuestra historia. Nunca en los sangrientos casi dos siglos de historia independiente que tenemos, Nicaragua había enfrentado a un dictador tan criminal, capaz de matar a sangre fría y quemar a familias enteras en su desequilibrada ansia de poder. Es por tanto imprescindible apartar todas las diferencias que podamos tener entre los diversos partidos, movimientos y frentes, y unirnos para poder derrotar al dictador.

Desde la Unidad Nacional Azul y Blanco debemos enviar un mensaje claro y sonoro a la comunidad internacional, diciendo que el pueblo de Nicaragua repudia al gobierno fraudulento y genocida de Daniel Ortega. Con centenares de nicaragüenses asesinados por Daniel Ortega es improcedente hablar de componendas y de aterrizaje suave. La única solución es la salida inmediata de este gobierno. Para lograr ese propósito necesitamos hablar con una sola voz, necesitamos unirnos bajo una sola bandera: la azul y blanco; y necesitamos perseguir todos los mismos objetivos.

Recordemos que por muchos años Daniel Ortega ha triunfado en sus objetivos dividiendo a los nicaragüenses. Desde los años del Frente Sandinista su forma de operar ha sido siempre la máxima de Julio César “divide et impera”. Actualmente hemos visto cómo ha tratado de dividir al Movimiento Estudiantil y al Movimiento Campesino. En el pasado ha dividido a los partidos políticos, atacando con artimañas a los que ha visto más fuertes, y comprando con dádivas a los vendidos y corruptos. No permitamos que una vez más el tirano divida las fuerzas del pueblo de Nicaragua y su insurrección cívica de 2018. El Movimiento campesino debe mantener su unidad y no permitir que diferencias entre sus líderes debilite la fuerza del Movimiento. Ellos son la columna vertebral de esta lucha, ellos son los que empezaron la resistencia desde la promulgación de la ley 840, y sin todos los campesinos de Nicaragua, unidos en contra la dictadura, esta lucha no podrá llegar a buen fin. Mientras más desunidos estén, más fácil será para los paramilitares aniquilarlos, más fácil será ir comprando a algunos, matando a otros, convenciendo a los demás, y cuando se den cuenta perdieron sus tierras, su libertad y su vida.

Lo mismo está pasando con el Movimiento Estudiantil y las diferentes facciones que van surgiendo. La Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia, y el Movimiento Estudiantil 19 de Abril, deben tratar de ser inclusivos y presentar un solo frente de batalla. Todas las diferencias que podamos tener en cuanto a nuestras propias ideologías, las podremos ventilar en una Nicaragua democrática, bajo una Policía verdaderamente nacional, profesional y respetuosa de las leyes del país, en paz y vida cívica. En este momento estamos en una insurrección pacífica contra la dictadura, y ésa debe de ser nuestra prioridad, nuestro único objetivo.

Lo mismo se aplica a los partidos políticos, y a los movimientos que han mantenido sus protestas desde hace años. Todos debemos unirnos y formar un gobierno de transición que organice el país, de forma que podamos convocar a elecciones sin Daniel Ortega y su ejército asesino en el horizonte nacional. Es obligación de todos los grupos anteponer los intereses de la patria a las rencillas y diferencias. Sabemos que ha pasado mucha agua bajo del puente, hay demasiadas razones para señalarnos todos con el dedo por las piñatas anteriores, crímenes cometidos, traiciones y deslealtades. Al único que benefician esas acusaciones en este momento es a Daniel Ortega y sus secuaces. Nicaragua necesita del concurso de todos sus hijos que en estos días no han disparado sus armas contra la población en las calles. Ya habrá tiempo en el futuro, con un sistema judicial reformado, para enmendar las injusticias que hemos sufrido, pero en este momento hay que unirse.

Nada se va a lograr si no concurrimos a esa Unidad. La Unión Nacional Opositora de 1989 tenía grandes diferencias y divisiones internas. Algunos recordarán que la Coordinadora Democrática Nicaragüense luchó por años contra la entonces dictadura de la Revolución Sandinista. Luego se incorporaron el Partido Liberal Independiente, el Partido Social Cristiano y el Partido Conservador. Se logró que la Contra se sentara a dialogar con los Sandinistas, se firmaron los acuerdos de Esquipulas y finalmente catorce partidos políticos apoyaron la candidatura de doña Violeta Barrios de Chamorro. Solo una unidad similar nos va a dar la fuerza para que la comunidad internacional nos apoye en nuestra lucha para derrocar a la dictadura asesina de Daniel Ortega. Este no es un golpe de estado de un grupúsculo de la derecha como quiere representarlo la dictadura, este es el sentir de la inmensa mayoría de los nicaragüenses, que han visto su derecho a elegir libremente violentado.

“Hacemos un llamado a todo el pueblo de Nicaragua, que bajo la Unidad Nacional Azul y Blanco, haga oír su voz en aras de exigir la renuncia de la dictadura Ortega Murillo, establecer un Gobierno de transición, y llamar a elecciones generales lo más pronto posible”

El de Ortega Murillo no es un gobierno legítimo, ya que ha violado la Constitución y ha pisoteado el principio de alternabilidad en el poder. La Asamblea Nacional que lo respalda es también ilegítima, producto de la usurpación de veintiocho curules de la oposición. Este no es por tanto un golpe de estado, es la restauración legítima de la legalidad por parte del pueblo soberano, fuente de todo poder. Hacemos un llamado a todo el pueblo de Nicaragua, que bajo la Unidad Nacional Azul y Blanco, haga oír su voz en aras de exigir la renuncia de la dictadura Ortega Murillo, establecer un Gobierno de transición, y llamar a elecciones generales lo más pronto posible.

LA REVOLUCIÓN DE ABRIL

La revolución que iniciaron los estudiantes el 18 de abril, para reformar de raíz el sistema político de Nicaragua, ha triunfado por encima de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, porque ha sido una revolución pacífica, que se ha enfrentado a una policía militar fuertemente armada y fuera de control, disparando a matar a la población desarmada. El Movimiento 19 de Abril es un movimiento pacífico, que ha usado su derecho a huelga, a protesta cívica, a la desobediencia civil, y a marchar por las calles de las ciudades de Nicaragua. El Movimiento Campesino ha sido también un movimiento pacífico, que desde 2013, fecha en que Daniel Ortega entregó el país a la compañía HKND para construir un canal interoceánico, ha convocado a un centenar de marchas cívicas pacíficas, usando su derecho a protestar y expresar su oposición a la Ley 840. Más recientemente, en el contexto de la crisis que se ha desarrollado en el país, el Movimiento Campesino ha usado su derecho cívico a cerrar las carreteras y vías del país con tranques, para ejercer más presión sobre el gobierno.

Estas dos organizaciones líderes de la revolución de abril son pacíficas. La sociedad civil por su lado, se ha unido masivamente a estos dos movimientos, marchando pacíficamente en las calles de Managua y muchas ciudades del país. La dictadura Ortega-Murillo por su lado ha ordenado a sus policías, antimotines, paramilitares, parapolicías, turbas y delincuentes, a disparar y agredir a la población nicaragüense desarmada. Esto es una violación flagrante de todos los derechos humanos establecidos por las Naciones Unidas, de los derechos de los ciudadanos desde la revolución francesa, y de las normas establecidas por la convención de Ginebra. El Estado de Nicaragua bajo la dictadura Ortega-Murillo se ha convertido es un Estado criminal.

Es muy importante que la revolución de abril de Nicaragua continúe siendo una revolución pacífica, desarmada, cívica. La razón por la que estamos ganando es porque estamos luchando con nuestras voces, nuestros cuerpos, nuestros derechos humanos, y nuestros teléfonos, y porque tenemos la verdad y la paz de nuestro lado. Ellos son los violentos, los asesinos, los represores y los tiranos. Por eso están perdiendo. Desde el momento en que nosotros empecemos a tomar armas, les damos a ellos la ventaja. Daniel Ortega tiene sin duda la superioridad bélica, tiene gente entrenada para matar, tiene la vocación de asesino. Nosotros no. No le concedamos el campo donde tiene superioridad, y si nosotros nos armamos, le estamos dando la ventaja. Yo le recomiendo a la población ni siquiera usar morteros. No enfrentemos a los paramilitares. Cuando ellos aparezcan resguardémonos en nuestras casas, protejamos a nuestras familias. Cuando ellos se vayan salgamos de nuevo a las calles, mantengamos las barricadas y los tranques, continuemos exigiendo la renuncia de Daniel Ortega, convoquemos a un Gobierno de transición, denunciemos al mundo el genocidio, pero no respondamos con violencia, porque perderemos el arma más poderosa que tenemos, que es el pacifismo de nuestra insurrección.

NO VIOLENCIA Y RESISTENCIA CIVIL

Una canción del grupo Pancasán decía, “Un sistema de violencia, con violencia se derriba”. Ahora sabemos que eso no es cierto, ya que el nuevo sistema violento es tan malo como el anterior. Nosotros vamos a derrocar un sistema de violencia con resistencia pacífica, siguiendo el modelo de Mahatma Gandhi. Si Martin Luther King Jr. logró por medios pacíficos derrotar la violencia del sistema racista norteamericano de los años sesentas, nosotros vamos a derrocar a la dictadura genocida Ortega-Murillo sin levantar un arma, sin disparar un fusil. Ya hemos logrado muchísimo. No caigamos ahora en la trampa de la dictadura.

Gandhi tuvo que luchar con todas sus fuerzas contra las facciones dentro del movimiento que querían recurrir a la violencia en la lucha contra el imperio británico. Estuvo en prisión, se sometió a varias huelgas de hambre, desarrolló el método de resistencia pacífica, de no cooperación con las autoridades, y finalmente el imperio británico tuvo que conceder la independencia de la India. El Dr. King tuvo que resistir mucho los deseos de confrontación violenta con los racistas de los Estados Unidos que estaban colgando a la población negra de los árboles, quemándolos vivos, violando a las mujeres. Muchos afro-americanos estaban dispuestos a responder con violencia, pero Martin Luther King Jr. no se dejó arrastrar por ese camino, mantuvo su resistencia pacífica hasta el final, y el presidente Lyndon B. Johnson firmó finalmente la Ley de Derechos Civiles el 2 de julio de 1964. Más recientemente, en Ucrania en 2014, vimos cómo la población desarmada, unida en desobediencia civil, lograron hacer caer el gobierno pro-soviético de Mykola Azárov. Todos hemos visto recientemente los videos de los antimotines tirando al suelo sus escudos, y pidiendo perdón de rodillas ante el pueblo ucraniano. Eso solo se puede lograr en el contexto de una revolución pacífica.

“Los grandes empresarios no se deciden a convocar un paro general por los costos económicos que eso acarrea, pero la revolución de abril es un hecho, y está triunfando”

Llevamos casi un año en resistencia civil. El país está prácticamente en ruinas. Los grandes empresarios no se deciden a convocar un paro general por los costos económicos que eso acarrea, pero la revolución de abril es un hecho, y está triunfando. La resistencia civil y pacífica es la única forma en que vamos a derrotar a la dictadura. No enfrentemos a los antimotines, no enfrentemos a las turbas. Nuestra lucha es exigir la renuncia de la dictadura de Daniel Ortega, exigir la formación de un gobierno de transición que tome el poder Ejecutivo en sus manos, nombre nuevas autoridades electorales, nueva Corte Suprema de Justicia, disuelva la Asamblea Nacional, y convocar a elecciones generales. Eso lo lograremos por la vía pacífica y civil, usando todos nuestros medios de resistencia cívica, de no cooperación con el régimen, y con el apoyo de la comunidad internacional y sus mecanismos de presión diplomática y justicia internacional. Ese es el único camino al triunfo de nuestra revolución nicaragüense.

Todo el mundo vio la presentación del reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el viernes 22 de junio, ante la Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos. Todo el mundo ha visto la heroica actitud de los estudiantes del Movimiento 19 de abril provocando un levantamiento nacional contra la dictadura de Daniel Ortega Saavedra. Todo el mundo ha visto a los valientes campesinos convertirse en líderes del pueblo de Nicaragua, y señalar el camino con su lenguaje claro y directo. Todo el mundo ha visto a los hombres y mujeres de Masaya defendiendo su ciudad con adoquines y tiradoras, mientras la dictadura les manda delincuentes armados y caterpillars. Todos el mundo ha visto cómo las huestes de Ortega queman viva a una familia en su casa de habitación, cómo le disparan a un bebé en la cabeza y luego lo acusan de suicidio. Todo el mundo ha visto a una mujer desolada pidiendo a gritos ¡Ayúdenme!

Así como en 1979 todo el mundo estaba a favor de la revolución sandinista, hoy todo el mundo está en contra de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Si en 1977 sorprendimos al mundo con una insurrección popular armada que prometía cambiar las estructuras de la sociedad sin cometer los errores de Cuba. En el 2018 hemos sorprendido al mundo con una insurrección pacífica de dimensiones extraordinarias, liderada por estudiantes armados únicamente con sus teléfonos, y campesinos con voluntad de hierro y claridad de pensamiento. Una vez más, este pequeño terruño ha sorprendido al mundo con una nueva forma de luchar por su libertad, una tolerancia enorme ante el sufrimiento, y una capacidad impresionante de redención.

Es probable que el siglo XXI vea muchos escenarios similares, pero lo que estamos viviendo en Nicaragua actualmente es único, no sólo por la forma en que se ha gestado, sino por la criminal reacción del gobierno que ha armado a los delincuentes y les ha dado licencia para matar. Algo nunca visto en el mundo moderno. El Gobierno de Nicaragua actúa como un cartel criminal, como una banda terrorista, y ordena a sus militares servir de líderes de las pandillas criminales en las calles, disparando con rifles Dragunov contra la población desarmada. Ya contabilizamos varios infantes muertos, decenas de adolescentes y centenares de personas asesinadas. El cartel de los Ortega-Murillo está empezando a competir con el cartel de Medellín de Pablo Escobar, y con el cartel de Sinaloa del Chapo Guzmán, por su total irreverencia ante los principios básicos de los derechos humanos y las reglas fundamentales de la democracia.

EL GOBIERNO DE TRANSICIÓN

Repito lo que he dicho desde el 27 de abril. Tenemos que formar un Gobierno de Transición, una Junta de Gobierno, o al menos un Grupo parecido al Grupo de los Doce, de 1978. Daniel Ortega va a tener que renunciar al poder pronto, pero para que el Departamento de Estado de los Estados Unidos nos apoye, tiene que ver que no se va a producir un vacío de poder que hunda a Nicaragua en un caos mayor, afectando a toda la región centroamericana. Ellos tienen que ver que estamos organizados como sociedad, que hay un grupo de hombres y mujeres honestos y capaces para tomar las riendas del gobierno. La Casa Blanca, y todos los otros gobiernos del mundo necesitan tener interlocutores en Nicaragua, para poder apoyar, y en su momento reconocer, a un Gobierno de transición. Necesitamos que los líderes de la Alianza Cívica empiecen a organizarse como gobierno.

Tenemos personas muy capacitadas en Nicaragua, personas honorables, con contactos en Washington, Bruselas, y todas las otras capitales latinoamericanas y centros de poder. Tenemos que activar esos mecanismos de diálogo y cabildeo para ir preparando la transición. Los intereses del pueblo de Nicaragua tienen que estar representados de manera más organizada, apoyándose en las voces de las comunidades de nicaragüenses en el exterior. Necesitamos tener una persona en Washington que se dedique a tiempo completo a hacer cabildeo con el Congreso de los Estados Unidos, con la Casa Blanca y con todos los otros actores significativos de la política estadounidense, y a coordinar el apoyo de los 300 mil nicaragüense-americanos, con poder político en los Estados Unidos y poder económico en Nicaragua. Daniel Ortega tiene lobistas pagados por el pueblo de Nicaragua haciendo su trabajo. El gran capital ha gastado dinero defendiendo a Daniel Ortega en los pasillos del Congreso norteamericano. Tenemos que organizar misiones urgentes con emisarios creíbles, para visitar las capitales hemisféricas y otros puntos neurálgicos, denunciar el genocidio que nuestro pueblo vive y generar confianza de que los nicaragüenses estamos listos para votar y para gobernar. La Alianza Cívica, tiene que subir el nivel de exigencia en las conversaciones y la mesa del diálogo, tienen que hacer más de cabildeo, cultivar las relaciones internacionales y la diplomacia, para poder llevar esta insurrección popular pacífica a su triunfo total, y a la instauración de un Gobierno de transición, que reemplace a los magistrados del Consejo Supremo Electoral, a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, suspenda la Asamblea Nacional espuria que tenemos, y convoque a elecciones generales a la mayor brevedad posible.

No vamos a perder esta batalla, pero necesitamos actuar con astucia y conocimiento de cómo funcionan las relaciones internacionales y los centros de poder. No basta con gritar “Queremos que se vayan”. Tenemos que desarrollar la estructura que los va a reemplazar. No basta con hacer peticiones a la Casa Blanca por internet, debemos tener una presencia en Washington que todos los días esté visitando a los políticos importantes para nuestra causa, coordinando actividades de prensa, e interactuando con los embajadores ante la OEA. Tenemos mucha gente clave en Washington y alrededor del mundo que nos apoya, pero todavía hay muchos más a los que tenemos que convencer. Todo el mundo está con nosotros. No tengamos miedo. El pueblo está con nosotros, la verdad y la justicia están con nosotros, la Conferencia Episcopal está con nosotros, Dios está con nosotros, pero tenemos que pasar a la siguiente fase de la lucha.

El Movimiento 19 de Abril ha encendido la llama en Nicaragua. La valiente acción de los estudiantes de Nicaragua, una vez más, ha sido la energía que moviliza al resto de la población, como lo fue en los años sesentas y setentas contra la dictadura somocista. Es importante que el Movimiento 19 de abril se organice, que diseñe una estructura y desarrolle una organización para poder sostenerse a lo largo de la lucha que tienen por delante, para poder alcanzar su objetivo principal, que es la caída de la dictadura de Daniel Ortega.

Es urgente formar un Gobierno de transición, integrado por nicaragüenses que han demostrado a lo largo de estos años ser personas de bien. Por ejemplo: un representante del Movimiento por Nicaragua, un representante del Movimiento 19 de abril, un representante del Movimiento campesino, un representante del Ejército de Nicaragua, y un representante de la empresa privada. Hay que empezar a organizar la transición a la democracia porque el tiempo de dialogar con Daniel Ortega ya pasó. El fraude electoral de noviembre de 2016 demostró que este no es un gobierno que esté dispuesto a acatar las reglas de la democracia representativa y el sufragio universal. La aprobación ilegítima de la reelección indefinida terminó por definir el carácter dictatorial a perpetuidad de Daniel Ortega. Como se lo recuerda todos los días el diario La Prensa, Ortega es un presidente ilegítimo de Nicaragua. Por tanto no hay nada que discutir en un diálogo democrático. La única solución aceptable para el pueblo de Nicaragua es su salida inmediata del país. Que Ortega y su familia se vayan a Cuba o a Venezuela, y acepten que su tiempo en Nicaragua ya pasó.

La destitución de 28 diputados en julio de 2016 demostró que la dictadura no tiene ningún respeto por el poder legislativo, y que la actual Asamblea Nacional no representa la voluntad del pueblo de Nicaragua. La Asamblea Nacional vigente tiene que ser disuelta y el Gobierno de transición tiene que convocar a elecciones de una nueva Asamblea Nacional. Todo lo actuado por la Asamblea Nacional desde las elecciones generales de 2011 es ilegal, ya que el Consejo Supremo Electoral de esa época era un CSE viciado, manipulado por la dictadura y fraudulento. Aún más, todos los acuerdos entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega en 1999 modificando el cociente electoral y la distribución de poderes en la Asamblea fueron nocivos para el país y deben ser declarados ilegales. La mejor y más fácil solución es regresar a la Constitución y leyes vigentes en 1996, de forma que el Gobierno de transición pueda tener una Carta Magna que le permita formar un nuevo Consejo Supremo Electoral, una nueva Contraloría de la República, y convocar a elecciones generales. Si la nueva Asamblea decidiera llamar a una Asamblea Nacional Constituyente, podría hacerlo siguiendo las estipulaciones de la Carta Magna. Lo que no es aconsejable es que el Gobierno de Transición se rija por una Constitución viciada, producto de casi 20 años de inconstitucionalidad.

La empresa privada, que por 11 años ha sido cómplice de la dictadura orteguista, tiene la oportunidad de rehabilitarse y unirse al pueblo de Nicaragua en la lucha contra la dictadura de Daniel Ortega. Este es el momento de llamar a un paro general, este es el momento de exigir que se respete la voluntad del pueblo de Nicaragua. Es hora de dejar de apañar a la dictadura y de unirse al cambio liderado por los estudiantes y los campesinos. Ya estamos a un año de lucha, una insurrección prolongada por más tiempo terminará costándoles más a los empresarios y al pueblo nicaragüense en general, que una solución rápida y decidida. Esta es la hora de actuar y no esperar como en 1979, hasta que el caos y la violencia reinen en el país. El Movimiento 19 de Abril y el Movimiento Campesino son la vanguardia de Nicaragua en este momento. La Alianza Cívica debe representar los intereses de todos los nicaragüenses y no solo los del gran capital. Los partidos políticos, aun con todo lo desacreditado que están, también tienen una oportunidad para rehabilitarse. Tienen que deponer a los viejos caudillos jurásicos y elegir dirigentes jóvenes, con visión de una “Nicaragua posible”, como ha señalado tantas veces el Dr. Alejandro Serrano Caldera. La vida política del país la van a dirigir siempre los políticos, pero esperamos políticos nuevos, honestos, dispuestos a servir a la nación y no a enriquecerse vulgarmente. Un Consejo Supremo Electoral limpio como el que teníamos en 1990 puede ordenar la contienda de diferentes partidos, cada uno con sus propuestas y su discurso, y permitir que todos los nicaragüenses depositemos nuestro voto con la confianza de que será contado escrupulosamente.

“Daniel Ortega no va a ceder en nada a menos que no tenga otra opción. Ese llamado al diálogo es vieja maña de dictador sanguinario y asesino confeso”

EL ENGAÑO DE LA DICTADURA

La dictadura de Daniel Ortega como siempre quiere engañar al pueblo. Escoge a los interlocutores, su canciller es el moderador, no hay garantes y veta a los sacerdotes que no se prosternan ante él. Quiere hablar de medidas económicas pero pasa la reforma fiscal el mismo día. Manda a 100 presos con prisión domiciliar pero sigue secuestrando ciudadanos. Estamos claros que lo que quiere es engañar a la comunidad internacional y que no le apliquen sanciones.

Daniel Ortega no va a ceder en nada a menos que no tenga otra opción. Ese llamado al diálogo es vieja maña de dictador sanguinario y asesino confeso. Esperemos que los «negociadores» se pongan duros porque la dictadura Ortega Murillo no ha cumplido ninguna de las condiciones, y por el contrario, continúa secuestrando, asesinando y torturando a la población. Porque claramente a la dictadura Ortega Murillo no le interesa el diálogo, le interesa evitar las sanciones internacionales, dar apariencia de democracia, mantener el poder, y continuar con sus negocios y el narcotráfico.

Con Daniel Ortega la historia ha demostrado que no se puede dialogar. Dialoga cuando está con la soga al cuello, y en cuanto tiene oportunidad asesina a las partes. Mientras habla de liberar presos políticos sigue secuestrando ciudadanos. Desgraciadamente estamos luchando con un psicópata del poder. Para todos los que insisten en la «salida constitucional», que les quede claro que Ortega es un presidente inconstitucional, ilegítimo, y sin validez de origen. Necesitamos formar un gobierno de transición, buscar apoyo internacional y agilizar la salida de la dictadura del poder.

La dictadura de Daniel Ortega está dispuesta a seguir asesinando a la población, pero los nicaragüenses están más empecinados en ejercer sus derechos ciudadanos a expresar sus opiniones, marchar en las calles y votar libremente en elecciones verdaderas.