Nicaragua: el país de las múltiples violaciones y del “Amor en tiempos del Covid-19”
Haydee Castillo
La autora es Máster en Desarrollo e Integración Regional. Es exiliada política y Defensora de Derechos Humanos. Fue miembro del Consejo Político de UNAB.
La ciudadanía consciente y el mundo ven con asombro cómo el régimen Ortega-Murillo, ante la pandemia del COVID-19, desafía las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El presidente de facto Daniel Ortega no da la cara a la nación ni mucho menos presenta el plan contingente con el cual se hará frente al “enemigo de la humanidad” como lo nombró la OMS.
Desde antes de esta emergencia se ha expuesto incasablemente a la comunidad internacional la ilegitimidad de este régimen señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-CIDH de haber cometido crímenes de lesa humanidad en el año 2018. Hoy asistimos nuevamente a otro episodio que muestra los niveles de insensibilidad y de incapacidad de este régimen para gobernar, en momentos en que el mundo se debate frente al COVID-19.
Según el Arto. 46 de la Constitución de la República “Toda persona goza de la protección estatal y del reconocimiento de los derechos inherentes a la persona humana”. No obstante, a pesar de las orientaciones de la OMS de impulsar el aislamiento social el régimen hace todo lo contrario.
Podemos enumerar, según información oficial, que solo en esta semana se han expuesto al peligro de forma dolosa a mas de 1 millón y medio de nicaragüenses con la realización del primer ejercicio de preparación y protección de la Vida desarrollado el 19 de marzo con la participación supuestamente de mas de 1,600,000 nicaragüenses, las visitas el 20 de marzo a 450 mil familias por parte de brigadistas de salud comunitarias, así como el pago de más de 143 mil pensiones a los nicaragüenses del grupo poblacional de mayor riesgo en lugares concentrados.
Otra evidencia de la indolencia institucional es que a pesar de que en la región Centroamericana los países han cerrado sus fronteras, Nicaragua por el contrario las abre, fomentando el turismo internacional, y además pone a la niñez indefensa a recibir a los turistas.
Entre el 19 y 20 de marzo la vicepresidenta de facto anuncia dos casos positivos de COVID-19 haciendo alarde de que son “casos importados”. Y por otro lado publica que uno de los casos es una persona con VIH, violando su derecho de confidencialidad. Es un Estado que comete violación tras violación.
Si queremos un país vivible, es preciso cobrar conciencia de que esta situación es una violación flagrante a los derechos que nos son inherentes. O actuamos ahora o estaremos condenados a la tan mencionada repetición de la historia.
El Arto 131. de la tantas veces violada Constitución de la República recuerda que “Los funcionarios y empleados públicos son personalmente responsables …ante el Estado, de los perjuicios que causaren por abuso, negligencia y omisión en el ejercicio del cargo¨.
La misma Constitución nos muestra el camino en el Arto 149. Cuando reza que una de las faltas definitivas del presidente y vicepresidente de la República … es su incapacidad. Daniel Ortega no puede hacer caso omiso al Arto 150 inciso 12 que detalla que sus atribuciones son: “Organizar y dirigir el gobierno”, así como “Cumplir la Constitución Política y las leyes, y hacer que los funcionarios bajo su dependencia también las cumplan”.
La comunidad internacional, aunque tiene corresponsabilidad indiscutiblemente, hoy está centrada en cómo darle seguridad a su gente en cada país. Aun así, ni la OMS, OPS, CIDH, OACNUDH, Sistema de Integración Centroamericano (SICA), ni la Organización de Estados Americanos-OEA y la Organización de Naciones Unidas (ONU) pueden ignorar tan grave situación que expone a más de 47 millones de habitantes de la región Centroamericana.
EL Banco de Integración Económica (BCIE), que aprobó 1 millón de dólares a Nicaragua para atender la pandemia, debe rendir cuentas, ya que los otorga a un régimen que lo que menos hace es prevenir y más bien sigue reprimiendo a sus opositores y tiene a más de 70 presos políticos en condiciones infrahumanas.
Es momento de vernos a nosotros, hacia adentro, y preguntarnos: ¿Cual es el rol que corresponde en este momento a cada nicaragüense? ¿Cuál debe ser el rol de la oposición?
Quizá llegó el momento de autoconvocarse, pero esta vez no para de pedir elecciones libres y transparentes sino para exigir la renuncia de la pareja presidencial, ya que evidencias de su incapacidad y de exponer personas al peligro son abundantes. La OMS demandó enfocarse en cinco palabras claves: prevención, preparación, salud pública, liderazgo político y población para superar este momento, mientras en Nicaragua las palabras claves parecen ser la “Fuerza de la Fe y la Esperanza, en Amor en tiempos del Covid-19.”