No hay excusas
Pío Martínez
Usted, que dice oponerse a la dictadura de Daniel Ortega, que dice representar a quienes luchan contra la dictadura, que dice discursos o escribe diatribas contra la tiranía, usted pues, usted fue anoche a una fiesta y estuvo codeándose alegremente con altos representantes de la dictadura.
Usted estuvo anoche entre los criminales hijos de la criminal pareja dictatorial y entre otros criminales, respirando su mismo aire, compartiendo un mismo espacio. Usted no tiene dignidad, usted es un hipócrita. Usted debería ajustar su conducta a altos estándares, pero usted tiene valores tan elásticos que parecen ser inexistentes.
Esta no es una democracia. Esta es una dictadura criminal. Aquí se han cometido crímenes de lesa humanidad. Aquí ha corrido mucha sangre, se ha matado y se sigue matando mucha gente, decenas de miles han debido partir frente al horror cotidiano de una sangrienta, enloquecida familia, algunos de cuyos miembros estuvieron anoche con usted, riéndose como usted, quizás riendo con usted. ¿Habló usted con ellos? Anoche usted normalizó a la dictadura frente a los ojos de todos.
Si la nuestra fuese una democracia y el partido de usted fuese opositor al partido de gobierno sería aceptable y hasta deseable que usted compartiera y departiera y hablara con los miembros del partido de gobierno. Pero esta no es una democracia, esta es la más violenta y criminal dictadura que Nicaragua y probablemente Centroamérica ha conocido en toda su historia.
Le voy a decir lo que alguien con dignidad hubiera hecho en lugar de usted: al ver entrar a los miembros y representantes de la oprobiosa dictadura alguien digno se habría levantado y se habría marchado. Alguien digno y además valiente habría dicho en voz alta, para que todos le escucharan, que se iba porque no quería estar en el mismo lugar con criminales.
¿Pero qué hizo usted? Usted bajó la vista y dio un sorbo a la copa de delicioso vino que tenía en su mano. ¿Es que era su vino tan rico que le hizo olvidar las cosas que usted dice defender? ¿No pensó usted que con su estar ahí usted estaba traicionando la memoria de los muertos de abril?
No estoy exagerando, a usted le parecerá exageración porque usted no tiene dignidad, como dice aquella canción: usted no es nada, no es chicha ni limonada.
Podría decirle más, pero usted no merece más. Usted puede justificarse como quiera pero usted no tiene justificación. No tiene excusa.