No nos debemos “oponer” a Ortega, se trata de erradicar su poder
Carlos A. Lucas A.
La llamada oposición en Nicaragua ha partido de ese punto falso: ser o querer constituirse en oposición. Esa “oposición” nos ha venido vendiendo la idea que la mejor forma de enfrentarse al régimen es mediante un Pacto Electoral, acudiendo a un evento competitivo diseñado, organizado y controlado, por el régimen, porque simplemente así logra institucionalizarse como la contraparte del poder sandinista, consigue resucitar una nueva versión de las nefastas paralelas históricas, esa versión edulcorada de los regímenes de partido único, y siempre tendría la oportunidad de estarse midiendo de la misma manera, cada cinco años, con su alter-ego en el poder.
Lo que no nos dice la “oposición” es que su nefasta estrategia de pacto electoral le concede cinco años más de vida, desde el 2021, al régimen sandinista, garantizándole su continuidad en el poder, por casi 20 años, al menos.
Tampoco nos habla del escenario consecuencia de su “oposición”, mediante el cual, si el FSLN, por alguna causa decide “perder” las elecciones presidenciales, mantiene su control en la Asamblea Nacional y sus turbas, sicarios, lumpen, soplones, serviles, policía y ejército siguen encargándose del control de las calles. El FSLN, en este caso, sería la “segunda fuerza nacional”, como lo fue en tiempos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños.
La cruda realidad es que hablar de “oposición” frente a una dictadura militar triplemente genocida (1. La guerra de los años 80; 2. Las operaciones “Vamos con todo” desde abril 2018 y 3. La masacre virósica que apadrina desde noviembre 2019 ), es un hecho altamente inmoral y cruel, por el alto costo humanitario incurrido en la espera alargada del Pacto Electoral con el FSLN: asesinados, mutilados, secuestrados, sentenciados, acosados, exiliados, despedidos, desempleados, subempleados, descapitalizados, traumatizados, contagiados y muertos por el coronavirus, etc. [1]
Todos deberíamos estar claros que este país no necesita una “oposición” a Ortega, porque ello es hablar de la perpetuación de una dualidad típica de las llamadas “paralelas históricas”, una coexistencia basada en una supuesta alternancia entre la dictadura y su oposición, que es lo que la Alianza Cívica-AC, es decir, la Unión Nacional Azul y Blanco-UNAB, es decir, la Coalición Nacional-CN, [2] nos han estado vendiendo desde sus arranques con aquello del “reto histórico” de medirse en elecciones con la dictadura. (Naturalmente, con “reformas electorales” al gusto de esa “oposición”, aunque aprobadas a conveniencia del régimen, “supervigiladas” y “transparentes”, cualquier cosa que eso signifique).
Es claro que “oponerse” a Ortega y al FSLN lleva el supuesto de la pervivencia de Ortega y el FSLN en el poder y por lo tanto, es eludir el hecho político que señala, como conveniencia de la nación y la nueva república, la simple y llana desaparición de Ortega y su claque en el poder, que debería ser el objetivo estratégico frente a la dictadura militar sandinista. No nos debemos “oponer” a Ortega, se trata de erradicar su poder.
Fijarse este objetivo estratégico significa dotarnos de toda la capacidad de lucha para lograrlo, sabiendo que lo electoral solamente podrá surgir como herramienta democrática, cuando hayamos logrado la salida del poder de esa tenebrosa fuerza antihumana, Ortega-Murillo, el FSLN. Recordar: Salida del poder del Ortegamurillato-Gobierno de transición- Justicia, ni Perdón ni Olvido-Nueva Ley Electoral- Convocatoria a elecciones de Asamblea Constituyente (SIN organizaciones sandinistas de cualquier tipo)- Nueva República, nueva ciudadanía, nueva nación.
[1] Fecha que la Organización Mundial de la Salud-OMS dio la alerta de la pandemia del COVID-19 a fin que los estados y países del mundo se prepararan para enfrentar a un virus relativamente nuevo y con un asombroso y singular comportamiento de contagio y afectación. El FSLN ha despreciado absolutamente esta alarma.
[2] Ver en “acción” estas tres distintas personas que en realidad son las mismas, no nos trae a colación el gran (aunque inocente) misterio teológico cristiano, sino una pesada broma de muy mal gusto y consecuencias, que se refleja en las constantes renuncias a una de ellas para poder situarse mejor en las otras y las anodinas discusiones sobre como votar si una está en la otra, la otra en la tercera y la tercera, las contiene a todas.