Objetivo estratégico, estrategia y táctica en la lucha por la democracia en Nicaragua
Estrategia: conjunto de acciones cuya meta es alcanzar un fin determinado. En la guerra y la política, el arte de proyectar y dirigir las acciones para alcanzar dicho fin.
Táctica: procedimientos, pasos que se dan para conseguir un propósito definido, encaminado a contribuir a la implementación de la estrategia. En la guerra, reglas y protocolos para dirigir las operaciones.
El objetivo estratégico de nuestra lucha: una revolución democrática.
Es decir, desmantelar el sistema de poder que sostiene a la dictadura y reemplazarlo con un sistema democrático, que disperse permanentemente el poder político y el poder económico.
- Dispersar el poder político permanentemente requiere que la dispersión sea estructural, no solo formal, declaratoria, plasmada en documentos sin fuerza. Para esto debe crearse una estructura de poder en la cual existan múltiples controles basados en la soberanía del pueblo y su capacidad de elegir y destituir ordenadamente a los funcionarios a todos los niveles. Por ejemplo, la Policía debe desaparecer como “Nacional” y dispersarse hasta el nivel “Municipal”, y debe estar bajo el mando civil de autoridades locales electas democráticamente. Estas autoridades deben estar sujetas a Asambleas Municipales de ciudadanos, electos democráticamente, con autoridad para supervisar al Ejecutivo municipal.
- Dispersar el poder económico permanentemente requiere evitar su concentración: no debe permitirse que se acumule en manos del Estado o en manos privadas. Ni estatización, ni concentración oligopólica. Este es un reto mayúsculo. Exigirá estrategias sociales y políticas económicas de largo plazo, que serán sostenibles únicamente si hay reglas claras adoptadas democráticamente, defendidas por la participación política de la ciudadanía a través de las estructuras del nuevo sistema de poder político. Es un reto mayúsculo en vista de la concentración extrema de la riqueza en el país, de la cual deriva un enorme poder económico y político que se resiste y se resistirá al cambio. Y es un reto mayúsculo porque hay una tendencia natural hacia la concentración del poder, que constituye en cualquier sociedad uno de los polos del enfrentamiento permanente entre Poder y Libertad, entre un orden impuesto por la fuerza (económica y/o política), para beneficio de unos pocos, y un orden democrático que dé espacio a la prosperidad social en libertad, a la construcción de una sociedad solidaria, pero sin aplastamiento de la singularidad y la diversidad humanas.
Decidido el objetivo estratégico,
hay que trabajar en la estrategia y las tácticas, que deben ajustarse a los cambios en las condiciones del hoy y del mañana previsible.
En las condiciones actuales,
con un régimen ilegítimo y sin capacidad de evolucionar hacia una apertura de espacios de acción respetados por el Estado, la estrategia necesita incluir todas aquellas acciones que contribuyan a hacer el país ingobernable para el sistema de poder. Estas acciones deben llevarse a cabo en el exterior, buscando ahogar financiera y políticamente al régimen, pero sobre todo en el interior, hasta construir un movimiento de resistencia activa que desestabilice al poder del Estado opresor.
Si las condiciones cambiaran, habría que reconsiderar la estrategia (y las tácticas),
pero, independientemente de ello, el norte estratégico seguirá siendo la revolución democrática, desmantelar el sistema de poder y reemplazarlo con un sistema democrático, que disperse permanentemente el poder político y el poder económico.
Y para que el norte estratégico no se pierda, hace falta una organización de luchadores
convencidos, cohesionados alrededor de esa meta, que tengan la visión y la capacidad de adaptarse a cambios de circunstancias, y descifrar los cambios de estrategia de quienes defienden el sistema de poder, e impidan falsas transiciones, maniobras de engaño que apuntalen la estructura que da nacimiento a los autoritarismos que se suceden, uno a otro, en el poder, mantienen al país en el atraso, y a la mayoría de su población en gran pobreza.
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.