Poesía de Erling Tórrez
EL OTRO
El que deshace su cara en la neblina
de ojos ininteligibles en las pinturas abstractas
persiguiendo agujeros entre las hojas
de llanos que se estremecen
con los vientos huracanados que soplan
sin avisar que llega el invierno.
Noches que se ocultan ofuscadas
en efusivas notas febriles.
El mustio que colorea los grises días
que pone forros de papel lustrillo en la portada
cobijando los títulos
que vislumbran con plástico adhesivo.
Aquel que anoche soñaba
que había utopías indecentes
que los lazos verdes se amainaban
con rostros enrojecidos de banales
musitando las palabras
que se pronunciaban con estupor.
Aquel que una tarde de diciembre
durmió la siesta
y despertó con ojos enrojecidos
magullados
no del llanto.
SUEÑOS
Hay sueños
escritos en papeles amarillos
colgados de un pendón de desasosiego
Hay sueños
dibujados con rayas de carbón
doblados entre hojas oscuras
Hay sueños
de imágenes sin almohadas
y se apagan con el grito deambulante de los perros
Hay sueños
diluidos en la brisa de la noche
atrapados en eterna noche de invierno
Hay sueños
escondidos bajo aludes de pudor
e impregnados de sombras sin imagen
Hay sueños
que se cortan con el alba
sepultados en el canto matinal de las aves
Hay sueños
que se escriben sin tinta
y sin letras
y se toman sin remilgos en el café
Hay sueños
escritos con sangre
de hombres impávidos, tenaces
Hay sueños
atrapados en el cielo raso
y taciturnos entre el canto de los grillos
Hay sueños
que se mostraron sin ademanes
para hendirse entre inertes rocas
y encerrarse en un vestíbulo sin cerrojos
atrapados en el desván del ayer
Hay sueños
que no pedí a delivery
y aun llegaron entre el sigilo de un barrio empedernido
entre las hojas de un viento otoñal
Hay sueños
que intenté olvidar
pero se encerraron en circuitos de acero
para quedarse ocultos en entelequias.
LA MONTAÑA
La montaña oponente, misteriosa
empuñando con sigilo
las hojas de música.
Empastada con pétalos de girasoles
tallada con sombras del ocaso
la montaña
me cuenta de un amor pletórico de ilusiones perdidas
me ensordece con cantos de pájaros
que edulcoran la penumbra silenciosa
la montaña.
Se marchó la montaña
un día estuvo aquí
la montaña
jugaba y reía entre azules ilusiones
como niños con juguetes de navidad
cantaba prosemas entusiastas
la montaña
como tañedor con su guitarra
y se sonrojaba tímida
escondía sus inocencias
con las manos amarradas y la vista baja.
Albergó al guerrillero
la montaña
y fue casa de las revoluciones
ella sabe del precio de las subversiones
y fue cómplice de amores clandestinos
y volaba entre las nubes
la montaña
cual procaz águila
lenta y con pasos solemnes
se elevaba
la montaña
pero llegó la sierra gigantesca
con intrepidez cortaron sus alas
se desvaneció
como diminuto témpano de hielo
bajo el cielo de un tórrido mediodía.
Lloró la montaña
y sus lágrimas desbordaron el océano
se robaron su virginidad
allanaron sus solemnes tesoros
se escondió avergonzada la montaña
se abrumó en la noche
la montaña
y zarpó en un barco sin estela.
CÓDIGO I
Condega, 23 de enero de 2021
Para tomarme las letras
en un tazón vespertino
entre el olor de las páginas de mi libro
donde los ríos son caudalosos
y los pies no corren contra el tiempo
y los venados no se esconden de los hombres
y las ardillas cortan las anonas
y mueven las hojas entre el bullicio.
Los pájaros no esconden su canto
no huyen de las huleras
mientras los colibríes posan
entre las flores de avispa.
Las niñas crecen, deciden
florecen como trinitarias
no se encierran
no obedecen las órdenes
que les dan con el índice
mueren en edades seniles
sobrepasando los límites de los años.
No son despedazadas en las quebradas
ni encontradas putrefactas en los sumideros
ni allanan su inocencia pueril.
Sonó la canción el lunes
con los ruidos de los carros
desteñida estaba la pintura al óleo
no sé si mis días estaban en el siglo de los encantos
y los códigos estaban prendidos
gritando en las calles
en congresos dirigidos por hombres
de trajes elegantes
lenguaraces y elocuentes
como amuletos en las manos de supersticiosos
como hembra y macho
en la mano derecha del niño de tres meses
porque me perdí en los titulares.
LA MILPA
Se asienta la milpa en su geométrica pendiente
ataviada con los atuendos de los chocoyos
que la rodean con cantos
rodeando el claro cielo
que se asienta detrás de las lomas
colgadas con hilos de conchas de mar
anudadas en el sinfín
Rojean las espigas de maíz
como con los colores del arrebol
Enhiestas y prometedoras
las hojas
haciendo pareados con el sol
Ondean los bucles en las matas
rosáceos cabellos
al son de una canción
que toca un tenue viento del norte
como fulgurantes luces en árbol de navidad
Huele a cosecha
Se esculpe la milpa
adornada con arbustos de mostaza
y sus flores amarillas
como cortés en miniatura
Se ensalza agradecida con la lluvia
escribe historias con tinta de barro
y las ilusiones del mozo empedernido
que riega la tierra con gotas de sudor
para mañana llenar de plusvalía sus bolsillos.
MI VIEJA MUSA
Condega, 28 de julio del 2021
Sentada
bajo el tejado prehistórico
ella,
mi vieja musa
se adorna con velo de nieve
se pinta con maquillaje de remembranzas
que suenan cíclicas, repetidas
y no me aburro
porque quiero escuchar otra vez
los ecos de historias sin escribir
para inmortalizar tu nombre
esculpido entre hojas de otoño.
A veces enmudecen sus manos
y se quedan como aletargadas
entre la pausa y el olvido
entre nostalgia y recato
entre la risa y el designio del tiempo
De antaño colgó un cuadro
de inmutable fidelidad a la hornilla
impregnada de café matinal
y se añade un crepúsculo reverencial
con maullidos
y huellas de pájaros en el suelo
con doctrinas que no están en libros
de hojas mutiladas
porque se sembraron en espíritus vivos
y resurgen con las hierbas
en las lluvias de inverno.
Voz sin culpas
alma de azahares campestres
sin grietas en la conciencia
glamour de flores desnudas
la ladrona sin espías
que llegará a la tierra prometida
viajando en un barco de deliciosos frutos
y sin velero.
MANÍ CON DULCE
¡Maní con dulce!
¡Maní con dulce!
Decía con tonos rítmicos dentro del bus
subía y bajaba las escaleras
como columpiándose una rama de palmera
en la playa al son de vientos huracanados
El pelo lacio cayendo en su cara
que se tizna de vespertino arrebol
mechones alborotados
diciendo que son ausentes los cosméticos
el brillo oculto por la polvareda
reflejando aún vestigios
del sol tórrido de marzo
que ya empezaba al ocultarse en el poniente
Rostro entre los diez y los doce
dibujada sonrisa de Mona Lisa
maní con dulce
No llevaba celular con videojuegos
ni las Apps para los pasatiempos
el Free Fire
Bolsas con maní en sus manos toscas
obligada diversión
¿Dónde estaban los dueños del engendro?
¿Qué fue de tus sueños pueriles?
¿Dónde quedó tu tarde de fútbol?
¿Dónde la reunión de tus amigos?
Oferente clandestino
la espécimen patente
de uno entre tantos
insignias de mi tierra
maní con dulce
¡De cuántos soles tu poder adquisitivo!
Escueta camiseta
grises y mugrientos tonos
sucios pantalones
madurez prematura
precoz adultez
Ser quisiera tu padrino mágico
el Genio que cumpliera tus deseos
no hay tal lámpara
porque se ocultó en lo profundo del océano
Y no perdiste la esperanza
añoro que crecerás
y subirás las escaleras
para asentare en la aureola
de un jilguero del porvenir.
Maní con dulce.
Erling Tórrez
Erling Tórrez González (Condega, Nicaragua, 1989). Es escritor, poeta, colaborador de
Acción Creadora Intercultural Nicaragua, coautor de la Antología artística literaria del
Bicentenario de Centroamérica (Ayame Editorial, 2021), coautor del tercer volumen de la
revista literaria Les Escribidores (Managua, 2021), autor del poemario Notas de Invierno
(Anama Ediciones, 2020). Cursó estudios universitarios en la Universidad Nacional
Autónoma de Nicaragua, donde se graduó como licenciado en Ciencias de la Educación
con mención en Física – Matemática (2014). Actualmente se desempeña como docente de
Educación Media.