En fechas recientes los políticos nicaragüenses han intensificado su ofensiva contra la Revista Abril. Desde la dictadura, nada original: “el imperio, la derecha, los puchitos, no pudieron ni podrán”. Desde la oposición oficial, fuerzas que se escudan tras siglas como AC, UNAB y Coalición Nacional lanzan ahora toda clase de ofensas que tienen como característica el veneno de la desesperación: calumnias personales contra miembros de la revista, ataques que buscan la destrucción moral de editores y colaboradores. A veces firman su nombre; concluyen sus comentarios con insinuaciones arteras que invitan al lector a concluir que la revista está al servicio de la dictadura orteguista. Otras veces publican, desde el anonimato cobarde, memes que impugnan abiertamente nuestra integridad.
No es de sorprenderse que nos ataquen. No hacemos periodismo de favores, no tenemos compromisos con ningún partido, persona o empresa en Nicaragua, no debemos lealtad más que a principios universales: libertad, democracia y derechos humanos. Por ellos estamos empeñados en la búsqueda de la verdad y en motivar el debate que—a través del conflicto de ideas—nos aproxime a ella. La verdad, ya sabemos, nos hace libres, pero incomoda a los poderosos. Es así en cualquier latitud, más aún en una sociedad anclada en el autoritarismo y oprimida bajo una estratificación social arcaica y onerosa.
No es de sorprenderse que nos ataquen, pero esto debería inducir a la reflexión colectiva. De la dictadura orteguista puede esperarse cualquier abuso, lo han demostrado; están ebrios de poder, corruptos tras cuarenta años de vivir en él. Pero ¿cómo explicar que supuestos demócratas agredan con tanta y tan baja pasión a una revista independiente? Si así se comportan siendo oposición, ¿qué puede esperarse de ellos cuando tengan más poder?
No es de sorprenderse que nos ataquen, pero vale aprovechar la oportunidad para dejar constancia de ciertos aspectos claves de nuestra filosofía editorial.
En primer lugar, Revista Abril es—y será mientras exista—una publicación independiente. No somos—ni seremos nunca—apéndice de ningún partido o grupo político, servidores de ninguna empresa o voceros de ningún gobierno. Hasta el día de hoy no hemos recibido financiamiento de nadie; somos un equipo de ciudadanos autoconvocados, cada uno de nosotros procura el pan propio con el sudor de su frente y entrega su tiempo libre a la revista, sin compensación, pero con gran orgullo. Cualquier apoyo financiero o ingresos que pudiesen obtenerse en el futuro será reportado y lo aceptaremos a condición de que no hiera, que ni siquiera rasguñe, nuestra independencia. Puestos a escoger entre dejar de existir y perder capacidad de crítica, dejaremos de existir.
En segundo lugar, Revista Abril es, y será mientras exista, una publicación para la libertad. No practicamos—ni practicaremos nunca—la censura ideológica. El criterio editorial supremo será el de calidad literaria. Por tanto, publicamos—y publicaremos siempre—opiniones diversas, estemos o no de acuerdo con ellas, con tal de que los textos tengan la calidad debida. Queda advertido el lector: las opiniones contenidas en cada artículo son responsabilidad de quien lo escribe. La revista, como tal, no tiene una opinión; se guía por principios universales dentro de los cuales cabe la gloriosa diversidad del pensamiento humano.
Consejo Editorial,
Revista Abril