¿Por qué siempre le temí a mi padre? [Perder el miedo, primer paso para derrocar a la dictadura]

Manuel Fabien Aliana
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Este esfuerzo que hago con dolor en el pecho, es un esfuerzo que invito a todos los jóvenes en mi situación a realizar.

En este testimonio voy a contarles en forma muy resumida lo poco que sé de mi padre y lo mucho que sufrí con él. Les ruego entender que para mí no es fácil escribir estas palabras, pero es mi deber como ciudadano comprometido con la democracia y la libertad de Nicaragua y de la región, denunciar en forma pública quién es mi padre. Espero captar la atención de los medios chilenos (me encuentro en Chile actualmente) e internacionales, para que esto solo sea el inicio de un campaña de divulgación de información que nos permita ir desenmascarando uno a uno a todos los informantes, espías, operadores, agentes, sicarios y falsos funcionarios, gremialistas y sindicalistas que trabajan para las dictaduras latinoamericanas que hoy destruyen nuestra autoestima, nuestra reputación, nuestro tejido social, nuestras comunidades nacionales, nuestras instituciones y nuestro futuro.

Mi padre (ver información en imagen más abajo) nunca fue un hombre muy conversador sobre su vida. Pocas anécdotas me contó sobre su pasado en las terribles cárceles argentinas (nunca supe exactamente de qué año a qué año estuvo preso, siempre me confundió con las fechas, el me cuenta que solo estuvo preso un año pero nunca me dió el mismo año). Tampoco sé mucho sobre su participación y rol en la guerra civil de los ochenta (él me contó que llegó a Nicaragua en 1987, pero a veces me dijo 1986). Mi padre siempre buscó mantenerme en la confusión sobre su pasado. Quizás pensaba que ese turbio y confuso manto divino-ideológico facilitaría mi admiración.

Mi padre siempre procuró hacer de mí un comunista ejemplar. Era su misión en la vida. Hacer de su hijo un soldado. Pero no me quería empuñando armas. Por eso siempre me motivó a estudiar. Me decía: «Necesitamos comunistas en las altas instituciones del Estado. Necesitamos infiltrar el sistema». Y así me lo repetía desde pequeño, desde mi tierna infancia. Quizás mi incomprensión y el temor que mi padre me generaba hizo de mí un niño introvertido, con graves problemas afectivos y relacionales, y extrañamente rebelde ante todo tipo de institución escolar. Tenía miedo de ser un buen estudiante y terminar atrapado en los extraños juegos de poder de mi padre. Me tocó vencer esa resistencia a través de mis largos años de estudio. Pero nunca logré vencer por completo mi rechazo hacia la universidad. Siempre percibí las universidades como arcaicos y asfixiantes templos del saber.

En 1989 o 1990, por las múltiples crisis que azotaban Nicaragua, quizás ante la inminente derrota de los sandinistas en las urnas y más aún, por mis graves problemas de salud (fuí un bebé muy frágil) mi padre viajó a Francia a trabajar y así mandarnos desde París el dinero que mi madre, mi hermana y yo necesitábamos para vivir y para nuestros gastos en salud. Dí mis primeros pasos en Acahualinca, uno de los barrios más pobres de la capital, a pocas cuadras del gran basurero, a tres cuadras de un triste y milagroso museo y a una cuadra del hermoso y contaminado lago Xolotlán.

En 1991 mi padre logró, gracias a una extraña artimaña que involucró a la embajada de Francia, arrancarme de los brazos de mi madre nicaragüense bajo el pretexto de qué mi madre era irresponsable y que yo no debía crecer en la pobreza. Tal vez tenía razón. Si mi padre no me hubiera mandado a secuestrar a mis dos años de edad para llevarme a Francia, no les estaría escribiendo ahora y no sería hoy quien soy. No cuestiono ni critico decisiones en este párrafo, solo expongo. No guardo ningún rencor por haber crecido en Francia lejos de mi patria materna. Francia es mi patria paterna y me siento hoy tan francés como nicaragüense.

Entre paréntesis, una duda me asalta. El segundo consejero (Deuxième conseiller) del embajador de Francia en Managua entre 1989 y 1991 es casualmente hoy Embajador de Francia en Chile desde 2018. Yo sí creo en las casualidades pero me gustaría mucho poder platicar con Su Excelencia el señor Embajador de Francia en Chile para entender que pasó verdaderamente en 1991 y como fue que lograron engañar a mi madre para llevarme a Francia. Tengo otras anécdotas así de buenas pero ustedes comprenderán,mis queridos lectores, que uno no puede andar soltando todo en un solo artículo. ¿Y entonces qué dejaríamos para después?

Volviendo a la razón que me lleva a contarles mi vida y a compartirles estas historias muy íntimas (siento como que estuviera desnudo y estoy temblando de frío a pesar del sol), debo contarles ahora porque sé que mi padre fue (y seguramente lo siga siendo hasta el día de hoy) un informante de la dictadura cubana en Francia y Chile. Lo expondré muy brevemente pero de manera contundente.

Cómo ya les conté, mi padre no me habló mucho de su pasado pero siempre estuvo empeñado en hacer de su hijo un militante marxista modelo. Es por esa razón que, desde que llegué a Francia a mis dos años y hasta mis 13 años de edad, participé como niño en todas las conversaciones, reuniones y asambleas públicas o privadas de mi padre en Francia y en Chile. En los años 1990, ya no recuerdo bien en qué fecha entre 1993 y 1995, mi padre, quien era miembro del Partido Comunista de Francia, fundó la organización «Baraguá» en París. Esa organización se creó bajo el pretexto de luchar ideológicamente en contra del bloqueo económico impuesto a Cuba por parte de los Estados Unidos, en el marco de una política exterior de «strategy of containment» justificada por las violaciones constantes, sistemáticas e institucionales a todos los derechos humanos por parte del Partido-Estado de Cuba desde 1959.

Sin embargo, mi padre tenía las ideas claras, y detrás de esa fachada de buenismo internacional a favor de los derechos humanos de los cubanos, había una estrategia clara:

– Cabildear a favor de Cuba y presionar al Partido Comunista Francés para que no abandonara a Cuba en un momento en el que los regímenes autoritarios estaban totalmente desacreditados (post caída del muro de Berlín).

– Fichar a los miembros del Partido Comunista francés que no estuvieran a favor del Partido-Estado de Cuba (fue una estrategia que terminó debilitando en forma permanente al partido comunista francés, vean en qué se convirtió hoy el PCF)

– Establecer un mapeo de actores políticos e institucionales franceses para cabildear a favor del Partido-Estado de Cuba dentro de las instituciones y organizaciones e infiltrarlas con posturas en contra del bloqueo económico a Cuba y favor del Partido-Estado.

Ya no recuerdo en qué año pero Fidel Castro vino a a París y fuimos a recibirlo con mi papá. Esa vez el comandante no estaba vestido de militar. Estaba de traje y corbata, como si fuera un Presidente democráticamente electo. Con mi mirada de niño yo veía a un hombre extremadamente amable con aires de Santa Claus. Hacía mucho frío cuando llegó Fidel a París. Por mucho tiempo pensé que el viejo pascuero vivía en Cuba porque ya no aguantaba el frío del norte.

Les voy a saltar un larga etapa de mi vida para contarles una anécdota que hoy recuerdo riendo pero que en ese momento fue bastante dolorosa para mí. Los invito para eso a tomar el avión conmigo de Francia a Chile (París-Santiago du Chili avec escale à Miami). Llegué a Chile en 1997 (a los 8 años) pero no explicaré las razones de esa migración aquí. La anécdota: a mis 12 años, recuerdo que mi padre me llevó por la fuerza, a pesar de mi resistencia,  pataletas y rabietas, a mi primera reunión en las juventudes comunistas de Chile. Obviamente fui el «militante» más joven de mi célula de Santiago-Centro. Les confieso que no aguante ni un año en esa organización. A partir de ahí mi padre empezó a desconfiar de mí y se empezó a comportar en forma violenta conmigo. Quizás esperaba así enderezar a un pobre y joven potencial marxista desviado.

Acá les regalo otra anécdota, está va de gratis para que vean que los aprecio por haber llegado hasta aquí: Una de las razones que me motivó a aguantar varios meses en la Jota-Jota-Tzé-Tzé fue una hermosa joven que me deslumbró y que fue mi primer amor platónico: Valeska. Obviamente, como soy bien feo desde que dejé la infancia y además era el menor en la célula, Valeska era inalcanzable para mí. Sin embargo, esa agradable chica me trataba con mucho afecto y me regalaba las más bellas sonrisas. Extrañamente todos los mayores me trataban con respeto y nunca supe por qué. Unos años después, ya ni sé cuándo, creo que ya era estudiante universitario, ahora recuerdo, en 2008, me enteré por una noticia Internacional que fueron encontradas en un computador portátil pertenecientes a las FARC decenas de fotos de Valeska Carolina López y otros miembros de la Jota de Santiago-Centro con el guerrillero de las FARC Raúl Reyes, muerto en combates en Ecuador en 2008. Estupor el mío: las FARC habían entrenado a mis tres mentores de la JJCC. Nunca supe qué pasó  con Valeska Carolina López y hasta me dió miedo investigar. Aquí les dejo el link para los que quieran profundizar el tema:

No les voy a cansar el cuento porque ya escribí mucho. Solo quiero contarles un par de cosas más.

A mis 19 años dejé el hogar con la intención de no volver a vivir nunca más con mi padre. Traté y traté de cortar relaciones con él porque sentía que me seguía intoxicando la vida. Durante toda mi adolescencia universitaria tuve que luchar contra los demonios que mi padre sembró en mí. Casi muero en el intento. El monstruo que nació en las mazmorras genocidas argentinas siempre buscó hacer de su hijo un monstruito.

En marzo de 2020, después de 13 meses en Nicaragua, llegué a casa de mi padre en Santiago de Chile luego de 12 años de vivir en el extranjero. Mi intención no era instalarme dónde él. Mi compromiso con Revista Abril era cubrir el referendo chileno del 26 de Abril 2020 para después buscar a partir de mayo otras elecciones en otras tierras y así indefinidamente hasta quizás encontrar un hogar. Ahí es cuando nos cayó a todos la pandemia.

Me quedé encerrado con mi padre por nueve meses en su apartamento de Santiago de Chile y debo decirles que fueron los peores 9 meses de mi vida.

A pesar de mi súplica a mi padre para que no habláramos de política, no había día de cuarentena en el que mi padre no intentara abrir una conversación política. Si no lo lograba entonces se ponía a hablar solo para contarme lo magnífico que son los regímenes de Cuba y Venezuela, además de sus añoranzas por la difunta Unión Soviética que alcanzó a visitar después de su estadía militar en Nicaragua.

Ustedes me preguntarán: ¿Y qué tiene de malo que hablaras de política con tu padre? (Sonrío) Simplemente (para los que no lo conocen) mi padre no platica de política. Mi padre no tiene capacidad de diálogo, está constantemente en el paradigma de la diferencia, de la exclusión y del rechazo lo que lo lleva a reaccionar en forma violenta de momento en que cuestionas sus convicciones políticas. Obviamente no le conté nada a mi padre de todo lo que había estado haciendo a favor de la lucha por la democracia en Nicaragua. No expuse a su inteligencia ningún nombre: ni el de mis compañeros de lucha, ni el de mis informantes. Lo único que pudo averiguar lo hizo por facebook o espiando mis conversaciones. Durante prácticamente nueve meses me tocó encerrarme en un cuarto (el escritorio que mi papá me prestó para que tuviera cuarto durante la pandemia). Por decisión propia dormí nueve meses en el suelo y decidí no escribir sobre Nicaragua por miedo a mi padre.

¿Por qué no me escapé de casa? No tengo a nadie en Chile y justamente venía con la intención de tejer redes. Viví 12 años lejos de este país y llegué sin dinero en marzo 2020 (Revista Abril me empezó a pagar ciertos artículos solamente a partir de septiembre 2020).

Por último, contarles que si bien no tengo pruebas de que mi padre siga siendo hoy agente y/o informante del Partido-Estado de Cuba, les puedo asegurar lo siguiente:

1) Mi padre no ha cambiado desde que tengo memoria, pero afortunadamente hoy ya no le temo.

2) Mi padre intentó ejercer presión psicológica e ideológica sobre mí, muchas veces en forma violenta, durante los nueve meses en que estuve encerrado en su apartamento.

3) Mi padre asistió a una reunión ceremonial e intrigante del partido comunista (no sé quién más asistió pero no creo que hayan asistido los 50.000 militantes del partido comunista de Chile). En esa reunión alguien que sí participó en vivo y en directo fue el dictador Nicolás Maduro para felicitar a los dirigentes y a la «gesta heroica» de los militantes del Partido Comunista chileno (no sé si celebraban un natalicio, en todo caso no tuvo que ver con las Asambleas de antes de las primarias del 29 de noviembre 2020). Otra persona que también participó en ese encuentro ceremonial lleno de canciones revolucionarias fue el actual precandidato presidencial del Partido Comunista, Sr. Daniel Jadue.

4) En sus reuniones semanales con sus bases y células comunistas por zoom (y las escuchaba porque mi padre es medio sordo, no se siente cómodo con la tecnología y hablaba fuerte) mi padre fue el militante que defendió las posturas más violentas y radicales así como las violaciones a los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Rusia, ganándose aplausos de unos y sonrisas de desaprobación de otros. Tienen que saber que los militantes comunistas más modernos, es decir esos militantes más jóvenes que llevan una cultura democrática por haber nacido en democracia y por tener espíritu crítico, en general ven a la vieja guardia con mucho respeto y aunque no les aprueben sus posturas radicales, rara vez se atreven a llevarles la contra. Por ende, mi padre contamina todos los espacios y la mente de los militantes más jóvenes con sus ideas radicales, antidemocráticas y antisociales y por lo tanto constituye un peligro para cualquier tipo de comunidad, desde la más micro hasta la más nacional. Por cierto, en muchas reuniones de mi padre participó la Sra. Alejandra Placencia, excandidata por la alcaldía de Ñuñoa.

5) Por mis estudios, (que ahora sacó a relucir porque tengo que contarles que la institución que me terminó de formar es el IHEAL: Instituto de Altos estudios de América Latina, un Instituto pluridisciplinario muy selectivo que pertenece a La Sorbona (París), en donde por tres años recibí clases de Grandes docentes de Columbia, Berkeley, Harvard, UNAM entre otras grandes universidades); por mis Estudios sé que el que empieza a trabajar para Cuba no deja nunca de trabajar para Cuba. Si deja de trabajar para Cuba, eso se llama traición. Ahora la bromita es que solo quería presumir mis estudios porque no me hacía falta estudiar tanto para entender cómo opera la mafia del Partido-Estado cubana. La conozco desde mis dos años de edad.

Las anécdotas me sobran pero el tiempo no. Quiero reiterar públicamente que mi vida está corriendo peligro por muchos indicios que están en manos competentes y espero puedan aportar solución pronta a mi situación. Esas razones no las expondré en este artículo y por ahora solo puedo compartirlas con altas autoridades competentes.

El esfuerzo que acabo de hacer, por mi país, por la democracia, por la libertad, por todos nosotros los jóvenes que estamos presos de la doble moral y del autoritarismo de los adultos del siglo XX, este esfuerzo que hago con dolor en el pecho, es un esfuerzo que invito a todos los jóvenes en mi situación a realizar. Tenemos que desenmascarar a nuestros padres y a nuestros familiares autoritarios. Debemos arrancarles las llaves de la cárcel en la que nos tienen encerrados. Ellos están presos en el siglo 20 pero se rehúsan a ver su siglo morir. Si no nos rebelamos contra ellos entonces nos van a condenar a repetir el siglo 20. Si repetimos el siglo 20 nos vamos a terminar pareciendo a nuestros padres. Seremos monstruitos o monstruos de veras y responsables de todos los desastres por venir. El futuro está en nuestras manos, los que sepan, puedan y logren vencer el miedo, les invito a que hagan pública toda la información que tienen sobre sus familiares que trabajan para las dictaduras cubana, venezolana y nicaragüense. Sólo así lograremos desarticular las redes nacionales e internacionales de las dictaduras latinoamericanas. Es el primer paso hacia sus derrocamientos.

Un abrazo a todos los lectores. Gracias por su preocupación. Gracias por apoyarme en este momento difícil para mí. NICARAGUA SERÁ LIBRE Y DEMOCRÁTICA PRONTO. Que 2021 sea el último año de DICTADURA Sandinista.

Manuel Fabien Aliana

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