Prosa de prisa (Diario de un nicaragüense en el extranjero)
<< Salomón de la Selva>>
Hace más de cuarenta años José Emilio Pacheco (1939 – 2014) estableció que con Salomón de la Selva se inaugura la «otra vanguardia» y surge en el siglo XX la poesía conversacional. El término fue acuñado por Roberto Fernández Retamar (1930 – 2019) en 1968, aunque ahora la palabra se aplica a la poesía de manera un tanto confusa e indiscriminada. Retamar la destinó a la poesía que «platica» con el lector. Platicar es hablar íntimamente, con hondo sentimiento, muy distinto a charlar o conversar. Es decir, se trata de un tipo de poesía «circunstancial» que baja el tono a fin de reducir los conceptos altisonantes.
Así, Salomón de la Selva sería el padre intelectual de Ernesto Cardenal (1925 – 2020), pero también el abuelo olvidado por las generaciones que entraron en el siglo XXI pensando que el hongo atómico aconteció en la prehistoria de la humanidad y no en un pasado inmediato al que De la Selva pertenece. A querer o no, aún en la era electrónica mucho le debemos al autor de «El soldado desconocido».
Sin embargo, confesémoslo: Salomón ha caído en el olvido, error que las nuevas generaciones debemos expiar. No hablemos de recordar, mejor preguntémonos cuántos poemas suyos llevamos en el corazón –«by heart»– como se dice en inglés cuando algo se ha asentado en la memoria.
De la Selva compuso «El soldado desconocido» en un lenguaje sencillo y le imprimió una extrañísima modulación incidental que ya asomaba en «El mal del siglo», de José Asunción Silva (1865 – 1896) o en la «Epístola a la señora de Leopoldo Lugones», de Rubén Darío (1867 – 1916). Lo que demuestra que la poesía que «platica», tal como afirma Retamar, se encuentra en todas las épocas, en la de Gustavo Adolfo Bécquer (1836 – 1870), en la de Amado Nervo (1870 – 1919) y hasta en la de Lope de Vega (1562 – 1635). Basta recordar su «Elegía a Carlos Félix» o su «Égloga a Claudio».