¿QUÉ DEBEMOS HACER LOS NICARAGÜENSES? A SIETE AÑOS DE LA REBELIÓN POPULAR DEL 18 DE ABRIL

Arribamos al 18 de abril, fecha en que los nicaragüenses conmemoramos la rebelión popular de abril del 2018.
¡¡Somos autoconvocados!! gritaban los ciudadanos que se incorporaban a las protestas en la calle. Solo necesitó un detonante para que la sociedad se manifestara de manera multitudinaria y pacífica a condenar los atropellos de la dictadura contra el pueblo que exigía libertad, justicia y que se respetaran los derechos humanos.

La existencia de redes sociales fue un factor determinante para la propagación masiva en tiempo real de todo lo que acontecía y hacer conexión entre el pueblo descontento, estableciendo lugares y horas para participar en las protestas. La exaltación era contagiosa en una sola voz, en un mismo sentir, se escuchaban las consignas haciendo temblar los cimientos de un régimen totalitario.
¡¡Nos vamos a sacudir esta criminal dictadura!! ¡¡Estamos seguros!! gritaban los nicaragüenses.

El término de autoconvocados convenientemente les caía como anillo al dedo a los politiqueros corruptos muy afines al papel de apóstata para ocultar sus pretensiones de cambiar el rumbo de los objetivos perseguidos, explotando el término acogido por la multitud. Los líderes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), miraban con agrado el rechazo a las organizaciones políticas apoyándose en los argumentos esgrimidos por la dictadura en los medios de difusión. Estos líderes impulsaron un discurso de rechazo a la “política” y levantaron la bandera del “apoliticismo”. Así agarró fuerza la frase contagiosa de declararse todo el pueblo AUTOCONVOCADOS.

Estos mismos líderes de las ONG fueron embestidos por la dictadura Ortega-Murillo, sus antiguos correligionarios que les pasaron la cuenta por razones de interés individual, como es el caso de los MRS. Líderes, que ya no cabían dentro del FSLN, quedaron a la deriva. Los dictadores desataron una campaña en contra de las ONG afirmando que eran financiadas por el imperialismo para dar un “golpe de estado” y que los MRS dirigían las protestas disfrazados de autoconvocados. Los objetivos maquiavélicos del régimen era dispersar el movimiento. Tramó y ejecutó la tercera desarticulación. Destruyó a las ONG, sacrificando programas sociales sensibles para la sociedad.

Pero algo no cuadraba. La lucha del pueblo era espontánea y clara. Los manifestantes salían de sectores populares y residenciales, con ansias de libertad y justicia a repudiar al régimen y depositaron esperanzas en quienes cargaban traiciones.

Los que tomaron la batuta no mostraban los mismos objetivos que el pueblo demandaba. Era comprensible, los integrantes de la “mesa del diálogo” fueron nombrados a sugerencia de los dictadores, para mover piezas en su tablero, indiscutiblemente para manejar el asunto a su favor. Estos no tenían los mismos intereses del pueblo. Estaban preñados de intereses individuales y de grupos; y de una diplomacia que nunca funcionó. Se convirtieron en dialogantes espectaculares y en rehenes de la dictadura. El representante de la Iglesia Católica encargado de juntarlos, Monseñor Leopoldo Brenes, no pudo evitar que obispos y sacerdotes dieran su respaldo a las justas demandas del pueblo alzado. La Iglesia Católica, el último bastión con estructuras organizadas, se convirtió en bastión de lucha contra la tiranía. La dictadura procedió a desarticularla criminalmente. Era la cuarta desarticulación. La dictadura necesitaba tiempo para calcular el talón de Aquiles de la rebelión. Jugó con los dialogantes y con el pueblo, como el gato juega con el ratón antes de comérselo. Los dictadores con su séquito aprovecharon la vulnerabilidad del movimiento: desarticulado, espontáneo con una dirección heterogénea y divorciada de las masas populares. Estaban ante manifestantes determinados para llegar hasta las últimas consecuencias, pero las seudos negociaciones echaron a perder el poder del pueblo que tenía esperanzas en ellas.

La primera desarticulación que tramó el régimen sandinista, fue la del movimiento sindical, de la ciudad y del campo entre las décadas de los ochenta y noventa. Desde la década de los sesenta este movimiento venía fortaleciéndose, respaldando las justas demandas del pueblo. El régimen somocista reprimió a los trabajadores, el régimen sandinista totalitario encontró métodos para disolverlos con ayuda de funcionarios del Ministerio del Trabajo.

Producto del pacto PLC-FSLN, acordado en 1998 por Arnoldo Alemán y Daniel Ortega, con los medios de comunicación que disponían desde el poder, estos partidos se encargaron de hacer una campaña en contra de los partidos políticos que eran críticos contra la corrupción. El pactismo gritaba en sus alocuciones que era innecesario tener “tantos partidos políticos”. Sus propósitos nefandos, era quedar como única opción en la palestra política para las futuras “elecciones”, repartirse el poder y someter a los poderes del Estado. Crearon en la sociedad una corriente de animadversión contra los sectores políticos. Así lograron la segunda desarticulación. Para el sector político colaboracionista de la dictadura, las circunstancias los obligaban a hacer de “buenos opositores” arengando banderas oportunistas.

La dictadura Ortega Murillo y sus secuaces cómplices han cometido los crímenes más horrendos de la historia de nuestro país. No lo han hecho solos. Ha sido con el concurso pasivo y acomodado de ciudadanos, políticos y dirigentes displicentes ante las atrocidades del régimen dictatorial.

La sociedad nicaragüense, una vez más fue traicionada por los que no creyeron en un pueblo aguerrido, capaz de liberarse de las cadenas de la opresión, por los que no creyeron en la fuerza de un pueblo organizado y contemplaron la posibilidad de negociar con la genocida dictadura. Por los que apostaron mezquinamente su victoria a costa de sacrificar la vida de los que se integraron por amor a la libertad y la justicia. Sin embargo, la ola de represión de la dictadura Ortega-Murillo también los arrolló a ellos.

Ante las demandas de los nicaragüenses la genocida dictadura respondió con represión, cárceles, asesinatos, destierros y expropiaciones, condenando a los protestantes a separarse de su familia y de su patria, a perder los derechos más elementales de todo ciudadano.

A siete años de la rebelión, la tarea para DERROCAR A LA DICTADURA ORTEGA MURILLO y su sistema de poder requiere de lucha estratégica y sin desmayo. Construir la UNIDAD, sobre principios de lucha irrenunciables: por un Estado de Derecho, combate frontal a la corrupción administrativa, y comprometidos al desarrollo económico ininterrumpido de la sociedad. Reconocer que el personaje principal es el pueblo y que la organización consciente es determinante para lograr estos sagrados objetivos. Son compromisos insoslayables de lealtad a nuestra patria y nuestro pueblo.
¡¡Ni perdón, ni olvido!!

Las páginas de la historia socio-política de nuestro país que debemos cerrar para siempre son las escritas con la sangre de los nicaragüenses, por las prácticas de entreguismo, caudillismo, traición y corrupción. Los ciudadanos que amamos nuestra patria y a nuestro pueblo debemos escribir las páginas de la historia con gloriosas luchas para la construcción de la República de Nicaragua, donde impere el Estado de Derecho, eliminando los escollos hasta que logremos la Nicaragua Nueva, para todos.

La guerra psicológica impuesta por la dictadura pretende neutralizar toda posibilidad de organizarnos. Se ha conjurado con sus nefastos aliados para mantener desarticulada a la sociedad. No permitamos que el terror neutralice nuestras aspiraciones. La victoria de nuestro pueblo es alcanzable y justa.

Las luchas de los pueblos necesitan de organización consciente, que se logra mediante el trabajo arduo y la conexión con las masas populares y dirigentes con visión clara de objetivos. Convencidos de que en la UNIDAD del pueblo, la sociedad en general y las fuerzas políticas está el éxito. Avanzar hacia estos preciados objetivos es la conmemoración más digna que podemos hacer a los que escribieron con su sangre estas páginas históricas. Por los asesinados, por los desterrados y por los perseguidos:

¡Viva la lucha del pueblo nicaragüense!

Comité Central
Partido Comunista de Nicaragua (PC de N)


¡VIVAN LAS LUCHAS DE LOS PUEBLOS!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA!
¡NI PERDÓN, NI OLVIDO!
¡VIVA LA UNIDAD DEL PUEBLO DE NICARAGUA!

Partido Comunista de Nicaragua
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