¿Qué pasa en la Coalición Nacional? [Por un bloque opositor independiente y la estrategia de desobediencia Civil]
Francisco Samper Blanco
La célebre escritora británica, Mary W. Shelley, autora de la novela de ficción «Frankenstein», quedaría perpleja ante la creatura creada por la Unidad Nacional y la Alianza Cívica el pasado 25 de febrero del 2020: La Coalición Nacional.
La UNAB y la Alianza Cívica se valieron de los despojos y de las disecciones de los cadáveres de los “partidos zancudos” para crear el espécimen: Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Partido de Restauración Democrática (PRD) y Yatama, todos ellos colaboradores del régimen.
Ciertamente, la Coalición Nacional solo fue la suma de esos tres “partidos” más la Alianza Cívica y UNAB dado que el Movimiento Campesino y el FDN (pequeño grupo político integrado por ex contras) ya formaban parte de las dos organizaciones creadoras. Como dirían los amigos economistas, la Coalición no generó ningún “valor agregado”.
Ahora resulta que unos de los creadores de la Coalición, la Alianza Cívica, al igual que el doctor Víctor Frankenstein, personaje principal de la novela y hacedor del monstruo de ficción, huye despavoridamente de su creación. La Alianza Cívica, aunque ha querido separarse, no lo ha logrado formalmente, pues en su última reunión los certeros votos de los disidentes sandinistas que se encuentran en la Alianza impidieron su salida.
<<Su estrategia se basa en promover la ilusión de elecciones transparentes, las que supuestamente se alcanzarían con la presión y sanciones de la comunidad internacional.>>
La Coalición, una organización electorera
Desde su fundación, fue concebida para fines electoreros y no como un instrumento de lucha y de movilización ciudadana contra la dictadura, es decir, se puso «la carreta delante de los bueyes». Su estrategia se basa en promover la ilusión de elecciones transparentes, las que supuestamente se alcanzarían con la presión y sanciones de la comunidad internacional.
Esa estrategia no los obliga a comprometerse con la salida del dictador. En efecto, la Coalición y otras organizaciones políticas hicieron una propuesta de reformas electorales para ser negociadas con el dictador, de tal manera, que éste quedaría con la iniciativa no solo de negociarlas cuando considere conveniente, sino también de rechazar aquellos puntos incómodos para sus intereses.
Precisamente, esa concepción electorera y su creación prematura, bajo un modelo de organización tradicional al estilo del “zancudismo”, era previsible que afloraran las contradicciones por el control y hegemonía de la Coalición, lo que aceleró la aparición del figureo, las candidaturas y que brotaran los liderazgos inoportunos y anticipados, es decir, una organización con características alejada totalmente del objetivo y meta central: derrotar a la dictadura.
Y es que debemos de estar claros que el dictador no negociará un proceso electoral que conduzca a su derrota en las mesas electorales, aunque se deslegitime a nivel internacional. El sostenimiento del dictador en el gobierno y poder es realmente su garantía para no perder la impunidad. El paquete de proyectos de leyes represivas que promueve reafirma esa posición, lejos de brindar una supuesta apertura, la dictadura se encierra en su propia concha.
<<…la Coalición no es una herramienta de lucha contra la dictadura, sino que está de por medio la selección de futuras candidaturas y posible acceso a asignaciones de poder y del presupuesto público…>>
El «tira y encoge« en la Coalición
La Coalición se hace la desentendida ante la ofensiva dictatorial. Continúa con sus pleitos palaciegos. El 25 de junio los representantes de las organizaciones integrantes de la misma suscribieron los estatutos, pero precedida por una puja entre ellas, en donde la Alianza Cívica amenazó de retirarse y los sectores estudiantiles reclamaban mayores “espacios”.
La crisis se “resolvió” con un nuevo artículo transicional que modificaba los estatutos en lo relacionado a la toma de decisiones, especialmente el “mecanismo de selección de candidatos” y las “reformas electorales”. Los sectores estudiantiles no suscribieron el documento estatutario. Todo se redujo a un simple espejismo.
El pasado mes de septiembre, la Alianza Cívica apostó nuevamente a prescindir de la Coalición, intentó que se vio frustrado porque no alcanzó los votos calificados de dos tercios que eran necesarios para retirarse.
Pero, ¿que subyace en este tira y encoge o pleito interno? Dado que la Coalición no es una herramienta de lucha contra la dictadura, sino que está de por medio la selección de futuras candidaturas y posible acceso a asignaciones de poder y del presupuesto público, entonces se generan profundas diferencias y las contradicciones suben de decibeles. En otras palabras, las discrepancias son por el control y hegemonía de la Coalición, lo que le permitiría a la organización que la hegemonice asignar de forma ventajosa las candidaturas.
Así, observamos en esa puja interna, por un lado, la Alianza Cívica hegemonizada por el gran capital con su partido Ciudadanos por la Libertad (C x L); la Alianza promueve a sectores estudiantiles sobre el cual sostiene una influencia determinante, de tal manera que presiona a lo interno de la Coalición, para que dichos sectores tengan su representación propia, lo que significaría una mayor cantidad de votos decisivos y preponderantes.
Por la otra parte, tenemos a la UNAB hegemonizada por la disidencia sandinista; el Movimiento Campesino influenciado por el PLC; y los “partidos zancudos”, que fueron revividos, puestos en la palestra pública y colocados en una posición dominante sobre la Coalición por los creadores del nuevo Frankenstein: UNAB y Alianza Cívica. Este otro sector también busca cómo controlarla para tener una posición ventajosa en la selección de los candidatos. La UNAB, con sus propios intereses específicos, también pretende que los sectores estudiantiles que influencian tengan representación propia en la Coalición.
<<…las elecciones no pueden ser, a nuestro criterio, un fin en sí, un objetivo final, sino más bien parte del engranaje de dicha estrategia.>>
Por un bloque opositor independiente y la estrategia de desobediencia Civil
En realidad, la única forma de superar este impasse en la que está sumergida la lucha anti dictatorial, es mediante la conformación de un nuevo bloque opositor independiente, integrada por “auto convocados”, por las diferentes expresiones del Movimiento Campesino, los sectores estudiantiles que están adentro y fuera de UNAB y Alianza Cívica, las organizaciones de los encarcelados políticos, entre otras. El bloque debería de tener como eje central de lucha la estrategia de desobediencia civil para derrotar a la dictadura.
La estrategia se basaría en acuerpar las aspiraciones de los diferentes sectores sociales y populares, que abarque desde la necesidad de luchar por la liberación de los presos políticos hasta protestar o reclamar por la carestía de la vida, especialmente por las altas tarifas de la energía eléctrica. Por tanto, se pretende establecer una conexión entre las necesidades y aspiraciones de la población con la lucha anti dictatorial.
La estrategia intentaría sostener una movilización permanente de la ciudadanía en contra del régimen, siendo su propósito inmediato el de desgastar política, económica y socialmente a la dictadura. Por eso, la eventualidad de una elección competitiva (la cual no se visualiza en el actual panorama político), no es más que un elemento táctico inmerso en la estrategia global de desobediencia civil, en consecuencia, las elecciones no pueden ser, a nuestro criterio, un fin en sí, un objetivo final, sino más bien parte del engranaje de dicha estrategia.