¡Qué se rinda su madre!
¡Qué se rinda su madre! … ¿Cuántas veces se ha escuchado esto en protestas ciudadanas en Nicaragua? ¿Cuántas veces se nos sale, en la furia que da la injusticia, en el coraje que nos da la barbarie de las dictaduras, este grito que sentimos nos viene desde lo hondo de las entrañas?
En la trágica política nicaragüense, en la lucha todavía inacabada de los ciudadanos por derribar las barreras ideológicas, económicas y de clase con las cuales el poder impide la libertad en Nicaragua, fue un joven poeta, un joven brillante, un joven entregado a la vida quien en su muerte nos dio esta bandera: ¡que se rinda su madre!
Su nombre, Leonel Rugama. Nació, según sus propias palabras, “en un valle al Noreste del Departamento de Estelí” en 1949. Terminó la primaria en León y luego hizo toda su secundaria (excepto el último año) en el Seminario Nacional de Managua. En 1969 escribió: “ahora llevo una vida de autodidacta, por no tener posibilidades económicas para ingresar en una Universidad; actualmente escribo para Novedades Cultural y me ejercito en Ciencias Exactas. De mis familiares tendré que decir: desciendo de pobres familias, aunque honorables. Mi padre es oficial de carpintería y mi madre maestra empírica.”
Tenía apenas 20 años y ya había escrito gran poesía. Veinte años y un sueño de libertad, alas más grandes que la jaula, que la cárcel que era su país, que su país sigue siendo, ahora quizás más cruelmente que nunca.
A sus tiernos 20 años, arma en mano y casi en total soledad partió los aires de Nicaragua y nos hizo llegar, tantos años amargos después, la fuerza de su rebeldía. A esa fuerza se aferra la esperanza, nuestra esperanza. Con esa fuerza que no dio su gesto, su voz y su arte, vamos a cumplir nuestro deber para que nunca más un joven bueno, un gran talento, una vida entera, tengan que enfrentarse al poder criminal.
Vamos a triunfar, para que no tengan los pobres que ser “bienaventurados” en una lejana luna, sino en la tierra que los ve nacer.
“Bienaventurados los pobres”, dice, “porque de ellos será la luna”.
Recordemos entonces a este poeta, mártir de la patria, asesinado por el poder que desde siempre ha matado, expoliado, arrasado, pero no ha podido ni podrá acabar con el sueño de libertad y de justicia (no puede separarse una de la otra) que Leonel Rugama encarna.
¡Que se rinda su madre!