Separar el trigo de la cizaña

Desde hace algunos meses se ha desatado entre las agrupaciones políticas nicaragüenses en el exilio una especie de fiebre unitaria. Como hongos después de la lluvia han surgido grupos que buscan atraer a sí a otros grupos y convertirse en los hacedores de la unidad. Se han creado plataformas y se han creado plataformas de plataformas, todas ellas compitiendo entre sí, como si de un mercado se tratase. Un mercado en el que todos los mercaderes ofrecen el mismo producto a la misma clientela.

Este esfuerzo de unidad, que en el caso de algunos grupos es real y en el de otros es ficticio, deja en claro cuán desunida está esa que se hace llamar oposición y cuán lejos está de constituirse en un gran frente de lucha contra la dictadura. En lugar de irse juntando los grupos bajo un único paraguas, se han ido formando multitud de conglomerados, pequeñas agrupaciones diferenciadas de otras agrupaciones. La realidad nos va también mostrando que muchas de esas agrupaciones que se hacen llamar de oposición se asemejan en su funcionamiento interno más bien a clanes y tribus que a grupos políticos democráticos. Nos muestra también que la unidad no será de todos ni puede serlo.

Más que unidad, en esta primera etapa, los esfuerzos hechos han ido pues dejando en claro la separación. Los grupos y los conglomerados se examinan los unos a los otros y si la búsqueda de unidad es sincera y no hecha nada más para aparentar, quizás en una segunda etapa irán juntándose los unos con los otros.
La búsqueda de la unidad es tomar el rábano por las hojas, pues la unidad es un resultado, un efecto, no una causa, y lo que debería buscarse es aquello que crea la unidad, el motor que la mueve, esto es, un liderazgo claro y firme que tome como bandera la liberación de Nicaragua.

La unidad se produce por sí misma, como un producto natural, cuando existe un liderazgo capaz de inspirar y dar cohesión a un grupo humano. Mientras no exista ese liderazgo fuerte, firme y decidido, capaz de crear confianza y de conquistar los corazones y la imaginación de las personas, cualquier agrupación que se produzca será débil, tan débiles como débiles sean los líderes que las encabezan.

Es hacia el fortalecimiento de los liderazgos que debe apuntarse. La cohesión y la formación de un grupo fuerte y poderoso que atraerá a las personas y que será capaz de enfrentar a la dictadura y derrocarla, ha de venir más tarde por añadidura.

Frente a la idea de que es posible y necesaria una gran unidad de los grupos que se hacen llamar de oposición como condición para emprender la lucha, la realidad nos muestra en innumerables casos que el surgimiento de fuerzas capaces de hacer grandes transformaciones, se produce cuando hay un movimiento que empieza muy pequeño, que va ejecutando acciones efectivas y va demostrando su capacidad de organización y de actuación, en nuestro caso, para derrocar a la dictadura. Es en el trabajo de ese movimiento, es por medio de sus efectivas acciones, que va atrayéndose a otros grupos, que se va constituyendo la fuerza triunfante. La unidad real, la que produce resultados no ocurre en una oficina o frente a un computador, o en un congreso, sino en el trabajo de cada día, en la ejecución de acciones que son espacios de colaboración y creación de lazos entre personas y organizaciones, de crecimiento y desarrollo de las capacidades y de surgimiento de líderes reales y no solo de nombre. Es en el trabajo diario, en la lucha misma y no de otra manera, como va tomando forma y fuerza el movimiento de liberación.

Sin embargo, los esfuerzos unitarios que ahora se hacen son importantes, son necesarios, pues a la vez que va creando conglomerados de gentes y grupos que aparentemente tienen los mismos intereses o los mismos principios, son en sí mismos también esfuerzos de definición y de decantación, pues al escoger un objetivo, un camino, una estrategia, se deja fuera a quienes no persiguen ese objetivo ni siguen ese camino o esa estrategia. Los esfuerzos de unidad permiten separar el agua del aceite. Permiten, por decirlo de algún modo, limpiar de impurezas el acero con el que construiremos la espada libertaria que ha de atravesar el corazón de la dictadura.

Con todo y la importancia que tienen, los esfuerzos unitarios no pueden durar para siempre, ni alcanzar la unidad debe ser una condición a cumplir para empezar a luchar contra la dictadura. A estas alturas de la lucha contra la tiranía, y frente a la urgencia que nuestro pueblo tiene de salir de ese régimen que lo asfixia y lo mata, y empezar a andar por la ruta hacia la democracia, es necesario aceptar la realidad y entender que no todas las personas ni todos los grupos políticos persiguen lo mismo, que por esta razón es inútil y desgastante buscar la unidad de todos los grupos que se hacen llamar de oposición, y que si queremos lograr la unidad real y beligerante, urge separar el trigo de la cizaña.

Los Nicaragüenses Libres hemos producido un instrumento que sirve para separar el trigo de la paja y la cizaña, en la forma de una proclama que enuncia algunos principios que creemos indispensables, que hemos presentado a los liderazgos conocidos, invitándoles a adherirse a ella. Algunos la han firmado manifestando de ese modo su compromiso. Estos principios se resumen muy brevemente en el párrafo siguiente:

El régimen de Daniel Ortega Saavedra y Rosario Murillo es ilegítimo, la dictadura debe ser erradicada, y tanto los usurpadores que la encabezan como todos aquellos agentes suyos responsables de crímenes de lesa humanidad deben ser sometidos a la justicia plena; nos comprometemos a rechazar y no participar en ninguna negociación con la dictadura que no sea su rendición ante el pueblo y la justicia, esto es, que juramos rechazar y no participar en cualquier negociación de cuotas de poder con la dictadura; nos comprometemos a coordinar esfuerzos para erradicar a la dictadura usurpadora, a sabiendas de que este es el deseo de una abrumadora mayoría de la población, y de que, por tanto, nuestra acción organizada y simultánea será capaz de generar la fuerza suficiente para hacerle imposible a la tiranía mantener el control del país. Que escogemos la lucha noviolenta, la cual preferimos por creerla potencialmente más efectiva y de menor costo humano, aunque sea reconocido universalmente el derecho del pueblo a la utilización de la violencia armada ante la opresión.

Ese es en resumen el contenido de la proclama que hemos presentado públicamente y hemos hecho circular profusamente desde el mes de julio y que pronto publicaremos de nuevo, esta vez con los nombres de los firmantes y con la lista de nombres de quienes decidieron no comprometerse en esos principios que, como puede verse, son principios que nadie que se llame demócrata podría dejar de suscribir.

Como hemos dicho en otra ocasión, el pueblo de Nicaragua debe estar atento a esos movimientos que dicen buscar la unidad, pues la unidad que se produzca entre organizaciones políticas en el exilio no servirá a Nicaragua y a los nicaragüenses si no es hecha para apoyar la rebelión del pueblo de Nicaragua, si no persigue unir a los nicaragüenses de adentro, que luchan directamente por su liberación, con los nicaragüenses de afuera, para que estos apoyen y faciliten esa lucha de todas las maneras posibles. La unidad de la falsa oposición solo sirve a ella misma, no sirve a Nicaragua y los nicaragüenses.

Es la unidad del pueblo nicaragüense, de los de dentro del país y los de afuera, la que interesa realmente y es hacia allá que deberíamos dirigir nuestros esfuerzos y nuestros recursos. La construcción dentro del país de un movimiento popular beligerante decidido a derrocar a la dictadura haciéndole ingobernable el país, apoyado de todas las maneras posibles por los nicaragüenses de afuera debería ser la meta de las organizaciones de nicaragüenses en el exilio. En eso y no otras cosas deberíamos trabajar cada día.

Mientras tanto, mientras se produce la unidad que los grupos políticos de oposición dicen buscar en el mundo virtual y en salones con aire acondicionado, si es que es posible que se produzca entre ellos una unidad real y efectiva, los Nicaragüenses Libres seguiremos procurando la unidad en la acción y buscando y apoyando los nuevos liderazgos allá donde se encuentran y van surgiendo, dentro del pueblo de Nicaragua que vive aún y lucha por su liberación, y no dentro de la élite que por siempre ha mantenido este país oprimido y explotado y que ha parido y amamantado a la dictadura actual y a todas las anteriores a esta.

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"El movimiento Nicaragüenses Libres nació para impulsar la revolución democrática en Nicaragua."

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