Sí, se puede, derrocar a la dictadura: unidad en la acción, estrategia de desobediencia [¡el pueblo demostró que puede parar el país!]

Lorenzo Muñoz
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¿Y ahora qué hacer?, Profundizar una estrategia de desobediencia civil masiva que ponga en jaque los cimientos dictatoriales. ¿Es posible? Por supuesto que sí. No perdamos el tiempo en piruetas electoreras, como algunos que ya andan diciendo “que se repitan las elecciones” y “se junten con las municipales”. Sería más de lo mismo que nos conduce a un callejón sin salida.

El silencio estridente de la abstención del domingo 7 de noviembre todavía resuena en los oídos de la pareja dictatorial. Tan es así que, al día siguiente, lunes, el energúmeno dictador, como bestia enloquecida, lanzó gemidos y chillidos furiosos contra el pueblo nicaragüense.

La institución independiente “Urnas abiertas” calculó la abstención en 81.7 por ciento, o sea que, de cada 10 ciudadanos, 8 dijeron No a la farsa electoral. Del 20 por ciento que votó, muchos fueron obligados (como los empleados del Estado), y otros ciudadanos que no aguantaron la coacción de los “movilizadores sandinistas” que llegaban constantemente a sus hogares con el propósito de presionarlos para que se presentaran al circo electoral. Eso demuestra el reducido y limitado apoyo que tiene la dictadura.

¿Y cuáles son las lecciones que podemos aprender de esa abstención masiva?

En primer lugar, ciertamente es una pequeña victoria del pueblo, pero una victoria efectiva que profundiza la ilegitimidad y el aislamiento nacional e internacional de la dictadura.

En segundo lugar, y la más importante, demuestra la efectividad de la desobediencia civil. La ciudadanía desobedeció el llamado a votar de la dictadura y sus colaboradores.  Por el momento fue una acción pasiva de los ciudadanos, no obstante, demuestra lo que es capaz el pueblo si se propone luchar y golpear de forma unida y cohesionada en contra de la dictadura.

El pueblo acompañó la orientación de la oposición democrática externa e interna, que, aunque de forma descentralizada y desordenada, convocó al pueblo de Nicaragua a no participar en la farsa electoral, a no concurrir a las urnas del circo. Y ahí tenemos los resultados: total aislamiento político de la dictadura.  

¿Y ahora qué hacer?

Profundizar una estrategia de desobediencia civil masiva que ponga en jaque los cimientos dictatoriales. ¿Es posible? Por supuesto que sí. Continuar, por el momento, con acciones pasivas para no poner en riesgo innecesario a los ciudadanos.

Por ejemplo, iniciar de forma inmediata una campaña sistemática de boicot, de abstenerse a comprar en los negocios de los “sapos”, grandes y chiquitos. El exilio debe de organizarse para ese tipo de campaña y los comités de resistencia cívica interna que se están organizando en todo el territorio nacional, deben de ubicar e informar al exilio organizado los negocios de los “sapos”; a su vez el exilio debe de indicar al pueblo nicaragüense que se abstenga de comprar en dichos negocios.  Ya le pegamos una bofetada a la dictadura y sus colaboradores con la abstención electoral, ahora se trata de darle un trompón donde más le duele, sus bolsillos.

Paralelamente, el exilio organizado debe de continuar en el campo internacional con su campaña de aislamiento político y diplomático de la dictadura. Esta es una trinchera muy importante que puede conllevar también a resquebrajar el pedestal de la tiranía.

Vinculado a ese tipo de acciones, es imperativo que el exilio organizado y la resistencia cívica interna iniciemos un debate con el propósito de elaborar un programa de lucha con el objetivo de movilizar a la población que permita derrotar a la autocracia. No se trata de un programa de gobierno, sino Una especie de decálogo, que contenga los puntos principales de acción convergentes, es decir, sentar las bases políticas para la estrategia de desobediencia civil.

En consecuencia, la unidad de acción de las organizaciones políticas internas y las del exilio pasan por esos puntos: la estrategia de desobediencia civil bajo un programa de lucha y acción.

En ese sentido, considero que no perdamos el tiempo en piruetas electoreras, como algunos ya andan diciendo, planteando “que se repitan las elecciones” y “se junten con las municipales”. Sería más de lo mismo que nos conduce a un callejón sin salida.

En las actuales circunstancias se trata de impulsar la estrategia de desobediencia civil para derrotar a la dictadura. La desobediencia civil manifestada en la abstención electoral masiva de la ciudadanía el pasado domingo 7 de noviembre, es una muestra contundente de que “si se puede” vencer al déspota.