Soberanía popular vs. cadáveres políticos
Fidel Ernesto Narváez
«La única soberanía posible que nos queda a los que vivimos en países dependientes, con déficit de democracia, con irrespeto a derechos humanos, periféricos y con las más altas tasas de población viviendo bajo umbral de pobreza es la soberanía que nosotros mismos nos podamos dar eligiendo el Estado, el modelo, los representantes y la Constitución que queremos»
¿No era que Estados Unidos y la OEA iban a sacar del pelo a Ortega? Mientras dicen asfixiar económicamente a Ortega, por un lado, Taiwán, satélite geopolítico de EE. UU., le inyecta oxígeno económico, y el embajador Sullivan, por otro, le inyecta oxígeno político a punta de tuits. Quieren gobernarnos desde la morgue, a punta de cadáveres políticos.
La victoria es del pueblo, y eso no lo van a borrar de la historia. Así que sigan esforzándose en mantener respirando a la vieja clase política, que Nicaragua no se rinde y no se ha rendido, ni ante Ortega ni ante las imposiciones de afuera.
El gesto de bendición de parte de la Iglesia católica y de la embajada de EE. UU. al pacto Cosep-Ortega descuadra a todo el mundo, tanto a los que justificaban la masacre por razones de imperialismo como a los que justificaban el imperialismo para evitar más masacre.
La única soberanía posible que nos queda a los que vivimos en países dependientes, con déficit de democracia, con irrespeto a derechos humanos, periféricos y con las más altas tasas de población viviendo bajo umbral de pobreza es la soberanía que nosotros mismos nos podamos dar eligiendo el Estado, el modelo, los representantes y la Constitución que queremos.
Todo eso pasa por refundar el Estado, practicar referendos, plebiscitos, elecciones sin reelección, asamblearismo, solidaridad internacional, autogestión y empoderando la organización y la participación locales.