Sobre la necesidad de un proceso Constituyente
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.
El camino a la democracia exige una Constituyente Democrática. No es demócrata quien acepta reinar desde el trono de un tirano, con el poder de un tirano, montado sobre el sistema que creó la tiranía y el sistema que la tiranía emplea para perpetuarse, para renacer después de cada incendio.
Además, un demócrata entiende que las elecciones de noviembre, aun en el dudoso caso de que se cumplieran las condiciones que se han exigido hasta hoy, no serían elecciones libres.
No lo serán, no pueden serlo.
¿Por qué? Porque los nicaragüenses no pueden escoger libremente a sus candidatos; son forzados a escoger entre un tirano que detestan y alguien que, por ir contra el tirano o su representante, es “el único” a quien pueden apoyar. Esta dinámica gusta a políticos de poca aceptación, por razones obvias, pero no es por supuesto, la propia de elecciones que puedan llamarse enteramente “libres”.
Peor aún, el sistema dictatorial impide la constitución de partidos democráticos, la realización de primarias, y la inscripción de candidatos por subscripción popular. Obliga a los que quieran participar a apoyar a candidatos cuyos intereses e ideología no comparten, más allá de la esperanza de “salir de Ortega”. Esto no es elegir libremente. La elección de noviembre 7, aun en el muy improbable caso de que se cumplan los reclamos actuales de la oposición, no será libre.
Ocurra lo que ocurra en noviembre, la meta democrática exige que se desmonte el sistema dictatorial, que por primera vez en nuestra historia tengamos una Constitución democrática propuesta al pueblo por una Constituyente democrática para que sea el pueblo el que la apruebe en referéndum democrático.
Por eso, del movimiento anti-Ortega no es admisible que surja un gobierno que sencillamente acomode nombres nuevos en los viejos sillones, que coloque a otro líder, en nombre de la democracia, en el trono de un tirano.
Eso sería un contrasentido. Cualquier gobierno que surja del desplazamiento—cualquier forma que este tome—de la pareja genocida en el poder, debe tener carácter transicional.
Quienes quieren ponerse a la cabeza de la ciudadanía opositora, o dicen representarla, deben comprometerse a asumir su papel de puentes en la transición. No puede haber república democrática si no se funda, si no se establecen las bases a través de un proceso libre y democrático, a través de una Constituyente democrática. Cómo organizarla es tema esencial, sobre el cual habrá que pensar y debatir extensamente, haciendo uso de la experiencia universal, y del conocimiento de la nuestra.