“Suspensión de operaciones” y lucha no violenta

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

Artículos de Francisco Larios

Cuando pidan al pueblo que “luche” y que arriesgue su vida en la “defensa del voto”, no se sorprendan si el pueblo les responde que “suspende operaciones”.

En días recientes, la agresión dictatorial contra la sociedad civil y los derechos humanos ha continuado en Nicaragua. ¿Noticia? Por supuesto que no. Podría decirse lo mismo de cualquier día en cualquier semana de estos tiempos que corren, inusualmente oscuros, hasta para la Nicaragua cuyo “sol de encendidos oros” parece ser apenas una imagen literaria.

¿Por qué, entonces, anunciarlo? Porque el cada vez más osado talante del régimen orteguista contrasta con la respuesta de cresta caída de quienes, ocupando un espacio mediático privilegiado, se presentan a la nación y al mundo como la fuerza opuesta a la dictadura, líderes que resisten a la cabeza de los ciudadanos democráticos, en lucha cívica por erradicar la tiranía.

Qué desafortunado, para el futuro de Nicaragua, que no sea así. No lo digo con ironía. Lo digo con hondísima tristeza. Si usted, estimado lector, ve alguna ironía en mis palabras: no es por intención; es más bien por la incongruencia manifiesta en los actos de los grupos y personas a quienes hago estas críticas. Es ironía viva, palpitante, cruel.

Desaparecer no es “resistir”

Por ejemplo, hablan de resistir, tanto la Sra. Gioconda Belli, desde su cargo de Presidenta del Pen Nicaragua, como la Sra. Cristiana Chamorro, desde su liderazgo o control de la Fundación Violeta Chamorro. ¿Y qué hacen cuando el gobierno exige que estas dos organizaciones de nicaragüenses se inscriban como “agentes extranjeros”?  Ambas, casi al unísono, anuncian que se retiran del espacio social, que “suspenden operaciones”. 

Esto, estimado lector, no es “resistir”.  Desaparecer no es “resistir”.  Dejar que el régimen aseste un golpe ilegal, ilegítimo, a instituciones que ni siquiera son organizaciones de militancia, sino que persiguen supuestamente metas cívico-culturales, no es “resistir”.  Es, de hecho, evitarle al gobierno el costo político que tendría –(¿no dicen que quieren hacerle pagar costos políticos?)—cerrar dichas instituciones por vía de la imposición forzosa. 

Ya Ortega no tendrá que hacerlo. Ya la próxima semana, sencillamente no habrá, porque ha “suspendido operaciones”, una institución llamada Fundación Violeta Chamorro que reprimir. Ni habrá un PEN Nicaragua. Ya el silencio que persigue Ortega habrá avanzado, sin que le opongan resistencia ni la Fundación ni el PEN. El último acto de las dos habrá sido un gemido intrascendente.

El deber del líder, la obligación del privilegio

Esto es lamentable desde muchos ángulos.  En primer lugar, porque tanto Cristiana Chamorro como Gioconda Belli tienen más capacidad (probabilidad) de resistir sin ser maltratadas que casi todos los nicaragüenses que se oponen a Ortega. Escribo esto en momentos en que se produce una redada más de jóvenes opositores. Veo las imágenes de uno de ellos, el ya anteriormente reo político Santiago Fajardo, tirado de boca en el piso de su casa, indefenso, mientras soldados armados hasta los dientes, cubiertas sus caras con pasamontañas, lo esposan y arrastran a un vehículo policial, todo al margen de la ley.  Escribo esto en momentos en que muchos otros activistas tienen– ¡sin que medie siquiera ficción judicial! –país por cárcel y casa por cárcel (me dicen que esta es la situación, por ejemplo, de Félix Maradiaga, por citar un nombre). Gente sin patria dentro de su propio país. Expropiados hasta de la ciudadanía que es suya e inalienable. Y escribo a sabiendas de que tanto la Sra. Chamorro como la Sra. Belli se movilizan sin restricciones, al igual que un puñado de otros personajes cuyos derechos, aparentemente, limitan en algo al régimen.  

Por tanto, lo que correspondería, especialmente en el caso de la Sra. Chamorro, pero también en el caso de la Sra. Belli, es que aparte de resistir en nombre de sus propios derechos, se interpusieran—ante los ojos de la comunidad internacional de que tanto hablan, y si se quiere, simbólicamente—entre el Estado abusador y la gente que en el país tiene mucho menos protección que ellas. Que, en lugar de apartarse del camino de la represión, la enfrentaran, como la enfrentan miles de rebeldes que no tienen una voz poderosa que los defienda en Estados Unidos o Europa. Que al menos intenten, con el nivel de protección que les otorga su visibilidad internacional, dar la cara por los derechos que dicen defender. Que intenten al menos hacer pagar un costo a la tiranía.

Asunto de ética

¿Por qué hago este reclamo? ¿Desde qué punto de vista mi reclamo es éticamente aceptable? Aclaro: no puede exigirse a nadie que arriesgue su vida, que actúe con temeridad, que sea héroe o caiga mártir. Lo que sí puede y debe exigirse a las personas que ejercen liderazgos es congruencia. Después de todo, Cristiana Chamorro quiere ser Presidente de Nicaragua, y aspira a esa posición ofreciéndose como perfil de contraste con la pareja tiránica de El Carmen. Quiere ser Presidente, quiere ocupar el puesto que actualmente ocupa Ortega, del cual Ortega tendrá que ser desalojado para que ella sea Presidente. ¿Es aceptable entonces que rehúya el riesgo de enfrentarse al dictador? ¿Es aceptable que deje al resto de los opositores, a quienes se cree capaz de liderar, en el campo de batalla, mientras ella goza de libertad y atención mediática? ¿Quiere cosechar sin sembrar?  ¿Que sufran otros, mientras ella espera? ¿Que otros se arriesguen, que ‘defiendan el voto’ contra los paramilitares sandinistas, y que caigan anónimos quienes tengan que caer, para que ella –u otro de los privilegiados de la oligarquía—flote cómodamente hacia el poder? Otro tanto, quizás menos (o quizás no) podría decirse de la Sra. Belli.  La Presidencia del PEN no puede ser un cargo para tiempos dulces, nada más.  No es ético absorber el prestigio sin sudar el coraje. 

Sobre la lucha no-violenta

Y ya que la postura pública de la Sra. Chamorro y la Sra. Belli es coincidente en lo que llaman “lucha cívica”, y que yo no logro concebir separada de “lucha Noviolenta”, les pregunto: ¿vieron ustedes a Martin Luther King, Medgar Evers y John Lewis retroceder, “suspender operaciones” cuando los regímenes asesinos del Sur de Estados Unidos los perseguían, reprimían y mataban? ¿Vieron a Gandhi, enfrentado sin Facebook y Twitter al imperio más poderoso de los últimos siglos, “suspender operaciones” antes, durante o después de los asesinatos y actos represivos del Imperio? De hecho, la respuesta de ambos era opuesta en diagonal a la “suspensión”.  No solo no retrocedían ante el crimen y la represión del Estado opresor, sino que iban al frente, buscaban activamente el enfrentamiento con el enemigo, a sabiendas de que eran líderes, de que, al serlo, estaban obligados moral y políticamente a hacerlo.  A sabiendas, también, de que en su enfrentamiento con el Estado opresor estaba la oportunidad táctica de debilitar a este. Varios de quienes menciono murieron en la lucha; Gandhi fue víctima de la lucha, tras la aparente victoria. No era fácil su misión, ni lo es la de nadie que quiera erradicar de Nicaragua la dictadura. La probabilidad de quedar en el camino es alta, si se es congruente. Pero si no se es congruente, no se es confiable.  Y en este caso lo mejor es dejar que otros—que siempre hay gente que reúne coraje e inteligencia—se pongan al frente.  En cualquier caso, sirva el contraste entre lo actuado por la Sra. Chamorro y la Sra. Belli y el ejemplo de los grandes luchadores a quienes he hecho referencia para reflexionar, una vez más, sobre el camino que lleva Nicaragua: gotea todavía la sangre de Abril, y hay en la oposición de todo, menos espíritu de liderazgo congruente, y de lucha.  Cuando pidan al pueblo que “luche” y que arriesgue su vida en la “defensa del voto”, no se sorprendan si el pueblo les responde que “suspende operaciones”.

Francisco Larios

El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org. Artículos de Francisco Larios