Ni perdón ni olvido (¿excepto para el FSLN y el Ejército?)
No puede uno menos que desear que quienes conservan la capacidad de imbuir sus actos de buenas intenciones recapaciten. Que quienes tienen una legítima aspiración de escalar a la cima del poder político no sacrifiquen todo en el intento. Que apuesten a ser viables en una Nicaragua democrática, y no se resignen al destino que han sufrido en el pasado tantos aspirantes que prefirieron subir al pedestal sin honra, en lugar de alcanzar la gloria de construir un país mejor.
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