Terror en El Carmen
Pío Martínez
Si pudiese medirse el miedo por el área que ocupa se vería que El Carmen es el lugar del país donde existe más miedo por metro cuadrado.
El miedo de ellos no es el mismo miedo del pueblo. Nosotros tememos perder la vida, ver morir a quienes amamos, mientras que ellos temen perder el poder y todo lo robado. Ellos, además de temer por sus vidas y por el viaje al infierno, temen ver derrumbarse el castillo que han edificado sobre arenas movedizas. Nos temen a nosotros infinitamente. Saben que todo lo que tienen nos lo han robado y temen profundamente que vayamos y arranquemos de sus manos lo que es nuestro. Ellos saben que eso un día ocurrirá. Saben que no hay poder del mundo que pueda frenar a un pueblo decidido. Por eso están todos muriéndose de miedo, temblando como ratas arrinconadas y emitiendo, como ratas, chillidos de terror. Ellos en realidad tienen muchísimo más miedo que nosotros.
Un día convertiremos El Carmen en un museo de la infamia y llevaremos allá a nuestros hijos y nietos que mirarán incrédulos la manera en que vivían y el miedo que les poseía, por ahora dejen a los habitantes de ese lugar maldito ahogarse en el pánico, ustedes no teman. Hay que acrecentar si se pudiera el miedo que ellos sienten mientras disminuimos el nuestro.
El miedo paraliza, enferma y mata. Huyan del miedo como de la peste, pero no huyan de la razón, por más que allá afuera haya una tormenta apocalíptica. Abandonen el miedo pero no las precauciones. Busquen dentro de ustedes el valor pues ahí está, esperando a salir.
Como dijo Franklin D. Roosevelt en un momento terrible como este: «a lo único que tenemos que temer es al miedo mismo» («the only thing we have to fear is… fear itself»).