¿Trump, o Biden? (cómo salvar a Nicaragua sin destruir el mundo)
Pío Martínez
Veamos, queridos coterráneos. Por el bien de los Estados Unidos de América, por el bien del Planeta Tierra, por el bien de la paz mundial Donald Trump debe ser echado fuera de la presidencia por el pueblo estadounidense. Esperemos que lo hagan y que retorne la cordura a ese puesto de tanto poder y a ese gran país. Ese hombre es el individuo más peligroso para el mundo que hemos visto en muchas décadas. No quiero hacer comparaciones, pero en los últimos cien años no ha habido nadie tan peligroso como él. En los últimos cien años nadie ha tenido a su disposición un arsenal tan horroroso, capaz de destruir el planeta varias veces.
Si lograra reelegirse, suelto como la peste, los próximos cuatro años serían apocalípticos. Lo que hasta ahora hemos visto es pálido, frenado como estaba en su accionar por su intención de reelegirse. En su último período, sin necesidad de intentar parecer decente, podrá sacar todas sus uñas y mostrarse totalmente como es. Ni siquiera una guerra con China está fuera de consideración. Eso sin contar con el inmenso daño que sin ir a la guerra hace ya a su país y al planeta todo.
Estar los nicas pensando y discutiendo sobre quién conviene más a Nicaragua, si Trump o si Biden, es un ejercicio de ociosidad, como la discusión sobre el sexo de los ángeles. Esa discusión es francamente una de mentes muy estrechas, de gentes cuya visión no va más allá de la punta de la nariz.
Lo que conviene a Nicaragua es que el pueblo entienda que lo que pase en nuestro país depende de nuestras propias acciones, no de las de un agente externo. Estar mirando hacia afuera buscando un salvador impide que nos empoderemos, que asumamos el papel protagónico que tenemos que asumir, que nos transformemos en dueños de nuestro destino. Nos impide crecer y actuar como individuos plenos, como sociedad activa que busca marchar hacia adelante, al paso de las otras naciones.
Nuestro destino está en nuestras propias manos.
Nadie vendrá a salvarnos. No vendrá Batman, ni Superman, ni Ironman ni la bella Viuda Negra. Ni siquiera El Chapulín Colorado. Lo que ocurre en nuestro país no es como en las películas de héroes. Si acaso, se parece más bien a una película de terror y en ellas, usualmente quien acaba con el monstruo o el asesino son sus propias víctimas que sin posibilidades de huir y sin esperar la llegada de alguien de afuera se ven obligadas a enfrentar al monstruo y acabar con él.