Un Nobel (o un Óscar) para Maradiaga (o la oposición “pantalla”)
<< Para el senador Cassidy y otros políticos del mundo, el Sr. Maradiaga es nuestro líder, un líder comparable a monseñor Álvarez. Uno no puede objetar desde ningún punto de vista a que el senador Cassidy, o cualquier autoridad, o cualquier institución que pueda, nomine a Monseñor Álvarez a este o a cualquier otro premio que le dé la prominencia merecida a su hermoso sacrificio, y apoye así la causa en la que monseñor nos revela su integridad, la coherencia entre sus palabras y sus actos, entre las enseñanzas del evangelio que predica y la imitación del sacrificio del Jesús de quien nos habla.>>
Hace unos días, el 3 de enero del 2024 para ser preciso, el senador estadounidense David Cassidy propuso para el premio Nobel de la Paz a monseñor Rolando Álvarez y al político exiliado Félix Maradiaga. Es de agradecer que el Sr. Cassidy se ocupe al menos con un gesto simbólico de nuestra sufrida patria. De hecho, es de agradecerse más si se toma en cuenta que los votantes nicaragüenses en su Estado son de un peso muy inferior a los de La Florida, por ejemplo, donde más bien se escucha a la representante María Elvira Salazar decir que “hay que sellar las fronteras” de Estados Unidos. Aparte de llamados rituales a conceder el permiso temporal a los agobiados nicas, lejos están los días en que una política del calibre de la Sra. Ileana Ros-Lehtinen luchaba por imponer sanciones contra la dictadura; tenía en la acera de enfrente a Pellas Chamorro y compañía, y después al Cosep y la Alianza Cívica, todas opuestas a que se castigara al régimen. De hecho, el vocero de esta última, Mario Arana, lo confirmó en una revista grabada a Revista Abril: “el propósito”, dijo, “es más bien que no haya sanciones”.
No hay que olvidarse de esto, porque no podemos olvidar quién es quién ni qué intereses son los de cada quién en la lucha despiadada que el sistema oligárquico-autoritario que hoy encabeza Ortega-Murillo libra contra el pueblo de Nicaragua. Si no aprendemos hoy, no tenemos cuando; y no tendremos nunca libertad.
Me perdonan, por tanto –confío en su generosidad—la larga digresión. Ya he explicado mis motivos. Paso ahora a felicitar al Sr. Maradiaga y su equipo, felicitación que hago extensiva a los operadores políticos que han logrado la impresionante hazaña de instalar la pantalla falsa de Misión Imposible en el corazón del Congreso estadounidense. Para quienes no han visto la serie, la pantalla falsa muestra una descripción de la realidad, bueno… falsa, a los guardas de un edificio, mientras los héroes de la película hacen de las suyas detrás de la calma de la mentirosa imagen que proyectan. Más o menos esa es la vida e historia de los héroes que a los nicaragüenses, incluyendo a aquellos que pagan impuestos en Estados Unidos, nos ha tocado sufrir y mantener.
Porque, imagínense, aunque el premio Nobel se haya otorgado un par de veces de manera cuestionable, incluso atrozmente injusta, la intención del senador es resaltar la figura de quienes, según le muestra la pantalla falsa, son los líderes morales de los nicaragüenses democráticos. No se equivoca con monseñor Álvarez, por supuesto. Algo de realidad necesita aparecer en una pantalla falsa para consumar la mentira. No iban, los de Misión Imposible, a colocar una foto del Mombacho donde se supone que hubiera un pasillo de oficinas.
Monseñor Álvarez es, hasta donde alcanza nuestro entendimiento (y nuestra golpeada esperanza), el héroe más puro de la rebelión noviolenta. Es nuestro Gandhi, una figura que desafía al Poder desde la soledad que da la convicción; en la calle, mostrando a guardias a la vez amenazantes y aterrorizados el Santísimo; en la cárcel, arruinando el crimen perfecto de lesa humanidad que constituye el destierro de centenares de nicaragüenses (incluyendo Maradiaga); crimen pactado, tampoco esto debe olvidarse, entre el gobierno de Estados Unidos y la tiranía genocida; crimen, por tanto en el cual ambas partes tienen culpa; evidencia de que, en la práctica, sobre Ortega el gobierno en Washington opina (hoy, mañana no se sabe) que es “un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra”.
Así que uno no puede objetar de ningún punto de vista a que el senador Cassidy, o cualquier autoridad, o cualquier institución que pueda, nomine a Monseñor Álvarez a este o a cualquier otro premio que le dé la prominencia merecida a su hermoso sacrificio, y apoye así la causa en la que monseñor nos revela su integridad, la coherencia entre sus palabras y sus actos, entre las enseñanzas del evangelio que predica y la imitación del sacrificio del Jesús de quien nos habla.
Pero ocurre que la aparición del Sr. Maradiaga al lado de Monseñor es otro asunto, y digo esto a pesar de que el Sr. Maradiaga es, al menos en estos tiempos (he visto videos en los que aparece un tanto orgulloso de que su familia y él mismo hayan visto con buenos ojos a sus enemigos de hoy) un adversario del régimen. Lo es, claramente, aunque sea parte de esa pequeña corriente que podríamos llamar “adversarios dentro del sistema”. Es decir, no quieren a Ortega y Murillo en el poder; quieren sustituirlos; pero no quieren cambiar el Poder. Están, de hecho, dispuestos a cohabitar con el clan genocida, si esto les permite una cuota dentro del Estado. Si han caído en desgracia ante los dictadores de turno es porque la pareja asesina ve muy mal que nadie quiera con ellos eso de “compartir”. Los dictadores de turno se saben odiados, se sienten rodeados, y no están para juegos. Para ellos no solo es “ir con todo”, sino “contra todo”; no vaya a ser que alguien les salga vivo y acelere su camino a “otro plano de vida”.
Así que, volviendo al tema, reitero mis felicitaciones al Sr. Maradiaga, a su equipo, y resto de gavilla de políticos adversarios de Ortega dentro del sistema de poder. ¿Por qué? Porque la intención de nominar al Sr. Maradiaga al lado de nuestro monseñor es evidencia poderosa del triunfo de la pantalla falsa en el mundo político extranjero.
Para el senador Cassidy y otros políticos del mundo, el Sr. Maradiaga es nuestro líder, un líder comparable a monseñor Álvarez. Y que no se interprete esto como que estos comentarios surgen de una abstracción, de una animadversión, o son dirigidos nada más al Sr. Maradiaga. No surgen de una abstracción: la noticia es un hecho concreto. Ni de una animadversión personal: interesa más el destino de seis millones de nicaragüenses. Y, sobre todo, no son dirigidos estos comentarios exclusivamente al Sr. Maradiaga. Porque, aunque parezca mentira, hay varios otros adversarios de Ortega dentro del sistema de poder, incluso gente con historias cuestionables, que más que premios merecen escrutinio (los escritores Gioconda Belli y Sergio Ramírez Mercado, por ejemplo, junto al periodista Carlos Fernando Chamorro) que van hoy en día por el mundo recogiendo premios. Y hay toda una caterva de políticos que desfilan, si no por las pasarelas de los galardones, al menos en la secuencia de imágenes de la pantalla falsa. Son, para el público escogido de sus publicistas, “la oposición” nicaragüense. Nosotros sabemos que, si se “oponen” a algo, es al monopolio de poder del clan Ortega y Murillo, no al sistema. Pero la pantalla falsa es muy bien financiada y distribuida a través de redes políticas aliadas, no solo con el gran capital, sino con el antiguo movimiento estalinista al cual pertenecieron los hoy disidentes del FSLN que adversan a Ortega dentro del sistema de poder.
Juntos han cortejado a los políticos de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, de manera diligente. Y han creado una narrativa (la que desarrollan en la pantalla falsa) que ¡increíblemente! coloca al Gran Capital como opositor, a los disidentes del FSLN que ahora son adversarios de Ortega dentro del sistema de poder como demócratas impolutos, al mismo Maradiaga, a Juan Sebastián Chamorro, a Cristiana Chamorro, a Arturo Cruz, y otros, como “líderes”. En esta falsa narrativa, medios como La Prensa y Confidencial son “objetivos” e “independientes”, a pesar de que detrás de la pantalla falsa sirven al Gran Capital y son vehículos de una clase económica que busca por medio de sus operadores un nuevo pacto.
Por eso, la pantalla falsa no solo es injusta, al excluir de la vista del mundo a los verdaderos luchadores, sino que priva a estos de merecido apoyo, y ha sido una fuente de corrupción que financia la buena vida, la viajadera de lujo (Maradiaga en Ucrania, delegaciones de Monteverde recorriendo Europa, falsos opositores reuniéndose en Miami para “ponerse de acuerdo sin ponerse de acuerdo y por eso hay que reunirse de nuevo”. ¿Cuántas mesas y foros, y cuántos encuentros y talleres hacen falta para ponerse de acuerdo en que hay que derrocar a una dictadura genocida? En esto se ha gastado ya una cantidad obscena de dinero, mientras nuestra gente sufre, mientras quienes quieren luchar dentro del país carecen de recursos hasta para esconderse o comprar una recarga telefónica. Todo esto crea desesperanza.
Compatriotas: esta es la gente que hizo fracasar nuestro Abril. Es abominable el espectáculo que dan, pero al menos ya estamos prevenidos. Preparémonos para nuestro segundo Abril, y esta vez impidamos que todos estos grupos e individuos nos detengan. Vamos, organizados, y vamos con todos los medios a nuestro alcance. Todos los medios son legítimos si de proteger la vida y acabar con la opresión extrema se trata.
<<Toda esta gavilla de políticos viejos y nuevos ha tenido un gran éxito: crear la pantalla falsa. ¿A quién conviene? Únicamente a quienes, detrás de esa pantalla, hacen lo que quieren hacer, no lo que nosotros necesitamos.>>
Y a quienes, no siendo parte de las élites corruptas que apoyan, facilitan y ayudan a financiar este bacanal de cinismo, porque se dejan arrastrar por los cantos de sirena del “nosepuedismo”, les pedimos algo simple: observen los resultados.
Vean (¡ya los rayos X están a la vista!) qué intereses promueve esta gente a cambio de su buena vida y la esperanza del poder fácil: son los intereses de la minúscula oligarquía; la que riega los campos de sus plantaciones de cadáveres envenenados; la que monopoliza los depósitos de crédito para prestarse entre ellos mismos; la que vende a la dictadura las camionetas que se usan para la represión; la que viaja a Washington y paga cientos de miles de dólares para que no se sancione a la dictadura; la que acepta ir a elecciones cuando el pueblo las rechaza; la que solo sabe mendigar a Estados Unidos que les de la Presidencia, como los traidores clásicos de nuestra historia, los Emiliano Chamorros y Adolfo Díaz; la que dice admirar a Pedro Joaquín Chamorro, pero convenientemente olvidan que este dijo “con la dictadura no se transa”; la que dice “el pueblo es injusto con el ejército” (palabras de Humberto Belli), y “Ortega tiene tanto derecho como cualquier nicaragüense de ser candidato” (palabras de Cristiana Chamorro); la que propuso “una tregua” a Ortega (palabras del Sr. Maradiaga); la que buscó comprar, confundir y corromper a los jóvenes de abril; la que divide al movimiento campesino; la que abandona a la Iglesia Católica, y en las palabras del Sr. Poblete, autor prominente de la Nica Act “solo buscan utilizarla”; la que está dispuesta a compartir el país con Ortega y vivir bajo sus reglas, su Constitución (“volvamos a la Constitución”, dicen de ese horrible mamotreto fascista).
Vean, compatriotas, esto. Véanlo, véanlos. La conclusión es inevitable: toda esta gavilla de políticos viejos y nuevos ha tenido un gran éxito: crear la pantalla falsa. ¿A quién conviene? Únicamente a quienes, detrás de esa pantalla, hacen lo que quieren hacer, no lo que nosotros necesitamos.
¿Qué necesitamos? Derrocar a la dictadura y reemplazarla por un sistema de poder disperso, una república democrática con derechos para todos, privilegios para nadie. Esa construcción comienza ya, con la verdad. Con la verdad en la mano luchan los verdaderos héroes. Hay muchos de ellos sufriendo prisión y exilio, y hay uno, en particular, que no merece aparecer en la pantalla falsa de los corruptos: monseñor Rolando Álvarez Lagos.
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.