Un video revelador: cómo la dictadura FSLN-Gran Capital extorsiona para sobrevivir

<<La tiranía genocida de Nicaragua no tiene derecho alguno a encarcelar a nadie, mucho menos por razones políticas. Los oligarcas que han expropiado el Cosep a la gran mayoría de empresarios son cómplices en la maniobra que busca explotar la sensibilidad del pueblo y la desesperación de las familias de prisioneros políticos. La solución del problema radica en la lucha por derrocar a la dictadura e iniciar una transición democrática. Y este es un objetivo que, por ser social, colectivo, de todos, no puede ninguna familia entregar al régimen a cambio de la excarcelación de sus seres queridos. Esto, sin embargo, es lo que pretende la oligarquía, utilizar la excarcelación temporal y condicionada de nuestros compatriotas secuestrados para esconder su ponzoña e intentar, una vea más, volver de concubinato a matrimonio con el clan Ortega-Murillo.>>

El anonimato del autor y el miedo

Para honrar la verdad, y para que un día la verdad aparezca en la Historia, publicamos este video, de autor anónimo, que circula en las redes como el susurro de una conciencia en confesión o meditación: dice lo que contiene, en lo profundo, el alma y el entendimiento atormentado del cronista. 

Un cronista, un testigo. Que sea anónimo nos habla de los tiempos en que nace su creación. Que considere necesario su anonimato es, en sí, testimonio: nos habla de la sociedad que habita su voz, la sociedad de la que su voz necesita esconderse; la sociedad a la cual, desesperadamente, el autor intenta hablar. Nos habla de qué tipo de sociedad se trata y con qué verdades, mitos y tabúes construye esta su autorretrato. 

El origen histórico

Ese autorretrato, como todo retrato humano, no se corresponde exactamente con la imagen que emana del cuerpo y del alma. Ocurre, diríamos, hasta a los más hermosos modelos. Ocurre porque la realidad es proteica. Pero el caso nicaragüense parece extremo. El autorretrato esbozado por quienes no solo empuñan el poder material sino la influencia espiritual en la sociedad nicaragüense dista tanto del realismo como una deconstrucción cubista.  

Sobre esto habría que reflexionar mucho más, en público, y fuera de reducidos ambientes académicos: la autoimagen, la identidad que vemos en el espejo, es una corrupción que refleja lo que creyeron ver, o quisieron ver, los ojos de los brillantes creadores de la vanguardia granadina del siglo pasado, con su glorificación paternalista de lo rural, la Nicaragua reducida al idilio campesino, y, este, reducido a la pureza del buen salvaje domesticado. En esa Nicaragua de los patrones y patricios, en la que el tiempo que fue mejor habría sido el que transcurrió desde la conquista hasta la independencia formal de la corona española, “los indios”, según afirma José Coronel Urtecho, líder del movimiento, tras “aceptar”, (“aceptaron el hecho del dominio español con su atávica sumisión a las potencias mágicas”), “no fueron nunca, desde entonces, perturbadores de la paz, sino al contrario, sus más tranquilos disfrutadores.” 

Con el hilo de esa nostalgia tejieron una narrativa, que –otro reto que habrá que enfrentar—permea incluso al arte revolucionario de nuestro país. La belleza producida por estos autores, iniciada por el grupo de Coronel, Pablo Antonio Cuadra y otros, y continuada en múltiples expresiones hasta nuestros días, es incuestionable. Y, creo yo sin duda, han esculpido nuestra identidad, lo que creemos ser; al hacerlo han moldeado nuestro inconsciente colectivo, erigiendo los límites de lo que creemos posible y la extensión de lo que creemos deseable a partir de una visión del mundo que ya en aquella época estaba rezagada.

No es accidente, desde esta perspectiva, la fijación con el concepto de “unidad total” en buena parte de la población, de manera irreflexiva, sin contemplar la irrealidad dañina de tal aspiración.  Puede ser un eco de la idealización colonial de Coronel Urtecho, quien cita “la unidad espiritual y emocional de la población tan heterogénea de Nicaragua, por encima de sus diferencias étnicas y sociales, y sobre esta unidad más que sobre otra cosa, como veremos luego con mayor amplitud, se asentaba la paz interna de la Colonia.” Armonía entre amos y siervos, diríase ––más objetivamente–– armonía entre partes, que en realidad existen en natural pugna. Y hoy en día: “diálogo con la dictadura”. 

La importancia del video para la verdad, la importancia para la lucha

Por eso es importante este video, porque amplía la foto del cuadro y nos muestra los detalles, nos abre la oportunidad de descubrir, detrás de las ocultaciones y deformaciones con las que convivimos, el rostro verdadero.  Que lo haga desde el silencio demuestra el peso de la mentira entre nosotros. Demuestra que la mentira impone el terror y coarta la libertad, que crea tabúes y fabrica, para usar la jerga fascista que infelizmente se ha puesto de moda en algunas latitudes, “hechos alternativos”.  La construcción de “hechos alternativos”, de narrativas de conveniencia que se emplean en las luchas sociales, es un proceso histórico permanente, de especial importancia para la estabilidad de los sistemas de poder en sociedades que nacen de la violencia y el aplastamiento, como la nuestra. La vertiente nacida en el vanguardismo granadino es apenas un caso, pero es relevante, e identificable.

Temor y terror

Declaro todo esto como un reto, porque es elemental decir la verdad, acercarse a su fuego y arriesgarse a quemaduras, si de algo ha de servir, para nosotros y para las generaciones que nos sigan, el sufrimiento a que nuestro país es sometido por la actual tiranía. Entenderá el lector que tardarse tanto merodeando el fuego, dando vueltas de un lado al otro antes de acercarse definitivamente, implica reconocer las razones del temor y del terror que han llevado al anonimato del autor del video. 

No solo la bala del paramilitar y la cárcel del esbirro acallan la voz de la libertad.  El veneno de la opresión está vivo fuera de los círculos de poder de la actual tiranía. No son estos los únicos círculos de poder, por supuesto, y debe entenderse que la situación actual en Nicaragua puede parcialmente ser descrita, en su origen, como la victoria (temporal, siempre temporal) de un círculo, el de la alianza fascista FSLN-Gran Capital, sobre otros clanes que aspiran a reemplazarlo. Todos ellos se niegan a permitir a Nicaragua el tránsito a una modernidad liberal-democrática, en la que el espacio para constituir instancias de poder se amplia y el poder mismo se dispersa. Todos son, en cierta forma, hijos de la visión vanguardista, en la cual se glorifica e idealiza al “pueblo”, como diríamos hoy, o al “indio” como hubiera escrito Coronel, pero no para darle derecho pleno de ciudadanía con todos los instrumentos de poder, sino como un fiel seguidor, heroico, “buen vasallo” a quien se promete “buen señor”. 

Y recordemos al pensador alemán (cuyo nombre, si no menciono, es para destacar una vez más el miedo) que afirmó, palabras más, palabras menos, que “la ideología de la sociedad es la ideología de las clases dominantes”.  Es decir, el veneno de la opresión no solo está vivo fuera de los círculos de poder de la tiranía, sino que recorre las venas y arterias de todo el cuerpo social. Esto, más aún que el temor a la bala y al encierro, silencia la verdad, aplasta la creatividad, impide la libertad.  Porque resulta un sacrificio prohibitivo para casi cualquier ciudadano individual enfrentarse al monstruo poderoso de las creencias colectivas, de los hábitos y miedos que movilizan o paralizan a la sociedad. 

El Chantaje

Si no logramos conquistar la conciencia de esta realidad, no solo no lograremos extraer enseñanzas para el futuro, sino que, aquí y hoy, no será posible liberarnos, desatar nuestra creatividad, abrir las puertas de la cárcel que hemos interiorizado y derribar tabúes y muros. Muros que se esconden tras la neblina que la cultura presta a los poderosos, y que da a ellos las herramientas para construir y perpetuar su dominación. 

Estas herramientas están a la vista en la maniobra que el video anónimo devela.  El éxito del autor es exponer, como en un escaparate, a la vista de todos, la depravación ética del sistema de poder en Nicaragua. Los perpetradores de estos crímenes contra la dignidad y los derechos humanos (de los reos políticos, y de toda la ciudadanía) recurren, uno no sabe si por total desfachatez o porque no conocen otro recurso, a trilladas tácticas de chantaje y complicidad.

Tratan la supresión de los derechos inalienables de las personas como una inversión de la que buscan rédito. Cuando digo “tratan” me refiero, por supuesto, a la claque orteguista y a la oligarquía Pellas Chamorro-Zamora Llanes-Sacasa-Ortiz Mayorga-Baltodano, etc

Los primeros, en cumplimiento de su rol dentro del pacto fascista que ha engendrado al peor despotismo de nuestra historia, encarcelan a todo aquel que crean conveniente o necesario. Han llegado a encarcelar a empleados y seguidores de sus socios menores, los oligarcas.  Y cuando se trata de buscar, una vez más, su anhelado “aterrizaje suave”, es decir, de estabilizar para su conveniencia el sistema de poder que nutren y del que se nutren, ambas cabezas de la dictadura (el orteguismo y la oligarquía), ponen de lado cualquier disputa inter-mafiosa y se unen para extorsionar a los familiares de los presos políticos; que sean estos quienes pidan, una vez más (¿cuántas veces más habrá que desmentir la patraña?) un nuevo “diálogo”.  

La puesta en escena es tan burda, como corresponde a élites tan primitivas y bastas como las de Nicaragua, que no esconde siquiera la evidente coordinación mediática de su “trabajo”. No parecen, tampoco, preocuparse mucho de detalles: parecen confiar en la trampa de nuestra cultura, en la cual la cárcel es dadora de pureza y filtro de intenciones políticas.  

Están convencidos de que, si en lugar de hacer ellos el llamado a convivir, a cohabitar con Ortega, lo hacen familiares de prisioneros políticos, la “cohabitación” será legitimada. Que su añorado modelo de “diálogo y consenso” entre cúpulas que han sembrado el terror en la sociedad será rescatado del estercolero en que lo tiene la opinión pública. 

No se detienen ante nada, ni ante la dignidad de las familias de algunos secuestrados, quienes se ven en la deplorable posición de aclarar que “no olvidan” (es decir, “agradecen”) el traslado a detención domiciliaria de una lista de secuestrados políticos. Explican el significado de esta acción de la dictadura: “el gobierno ya ha dado muestras de buena voluntad”.  Es decir, si “el gobierno” ––que no es tal, sino una pandilla criminal de usurpadores–– comete un crimen de lesa humanidad privando, fuera de toda ley y en atropello de los derechos humanos, a un ciudadano, y lo somete a tortura, el hecho de que pare la golpiza y lo deje encerrado en una celda podría llamarse, bajo el mismo criterio, una “muestra de buena voluntad”.  Hay que añadir, a esta ignominia, que el juego de gato cruel que llaman “buena voluntad” es ––¡Dios mío, cuantas capas tiene la crueldad en Nicaragua! –– política y socialmente selectivo, “concesiones graciosas” a un pequeño grupo de políticos conectados a familias y sectores influyentes. La “reducción de crueldad” en que consiste verdaderamente el encarcelamiento “domiciliar” ni siquiera aplica, ni siquiera incluye, a la inmensa mayoría de los reos políticos, a quienes se les sigue sometiendo a condiciones de tortura, muchos de ellos víctimas cuyos nombres no aparecen en los medios. 

Por eso, en esto, como en todo, la verdad sea dicha: el régimen usurpador, la tiranía genocida de Nicaragua no tiene derecho alguno a encarcelar a nadie, mucho menos por razones políticas. Los oligarcas que han expropiado el Cosep a la gran mayoría de empresarios son cómplices en la maniobra que busca explotar la sensibilidad del pueblo, y la desesperación de las familias de prisioneros políticos. No podemos cuestionar los motivos ––no somos lectores de almas–– de las familias que se sienten forzadas a participar en la puesta en escena que habla de “nuevos comienzos”, y “buenas intenciones” de parte de la dictadura.  

Pero esto también debe quedar claro: el interés individual legítimo de una familia es sacar a su ser querido de la cárcel, aunque sea por un día; pero sus seres queridos no serán puestos en libertad incondicional mientras la dictadura esté en pie. Y mientras la dictadura esté en pie, aunque excarcelara, como ha hecho antes, temporal y condicionadamente al grupo actual de secuestrados, estará dispuesta a enviar a otros a los calabozos oscuros e inhumanos de la prisión política. 
Por eso, la solución del problema radica en la lucha por derrocar a la dictadura e iniciar una transición democrática. Y este es un objetivo que, por ser social, colectivo, de todos, no puede ninguna familia entregar al régimen a cambio de la excarcelación de sus seres queridos. Esto, sin embargo, es lo que pretende la oligarquía, utilizar la excarcelación temporal y condicionada de nuestros compatriotas secuestrados para esconder su ponzoña e intentar, una vez más, volver de concubinato a matrimonio con el clan Ortega-Murillo.

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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