Unidad sin privilegios
Danilo Aguirre Sequeira
“Las negociaciones con el régimen nunca han girado alrededor de los profundos cambios que requiere este Estado de papel en el que vivimos, y esto se trata de justificar con el cuento de que primero nos debemos sacudir al dictador y luego hablamos de cómo democratizar al país. Sacudirse al dictador no es sacudirse de la dictadura”
La única unidad posible contra la dictadura en Nicaragua pasa por el despojo irremediable de privilegios. Espero que no me confundan o me crean populista o demagogo cuando hablo de despojo de privilegios.
Me refiero a una unidad con un solo propósito: NO AL CONTINUISMO. Me refiero a las tentaciones de muchos que creen que sin eso podrán enfrentar la herencia sistémica que nos instauraron los grandes capitales y el orteguismo y que nos tiene atrapados en este cuello de botella.
Las negociaciones con el régimen nunca han girado alrededor de los profundos cambios que requiere este Estado de papel en el que vivimos, y esto se trata de justificar con el cuento de que primero nos debemos sacudir al dictador y luego hablamos de cómo democratizar al país. Sacudirse al dictador no es sacudirse de la dictadura. Son dos cosas muy distintas.
Esto me lleva a concluir que las negociaciones son la vía o el medio para tomar el poder. No debemos confundirnos en eso. Así como tampoco debemos confundirnos ante el hecho de que quienes hasta ahora se han autoproclamado negociadores quieren también el poder. Aun cuando carecen de legitimidad y representatividad, característica esencial que jamás lograrán revertir.
Ante esto me parece que el único remedio es consolidar la postura de NO AL CONTINUISMO que mencioné al inicio. Caminar hacia una unidad que gire en un solo propósito: tomar la rendija de una salida electoral limpia y legitima cuya posibilidad conquistaron con sacrificio los estudiantes y la ciudadanía en abril 2018.
Comprometernos todas las fuerzas opositoras en alcanzar unidos un gobierno de transición, que en el menor tiempo posible nos conduzca a la realización de una Asamblea Constituyente, con el orteguismo reducido a su mínima expresión y con los grandes empresarios “desnudos” como cualquiera de nosotros en el inicio de una profunda transformación democrática.
Es la única salida que veo posible y la única solución para disminuir las tentaciones de quienes padecen el síndrome de presidencialitis.