Viaje a las tripas de la dictadura [más pruebas de la imprudencia temeraria de los políticos de la Coalición]

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

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Esta grabación, que ha publicado Artículo66, tiene visos de real. De serlo, sería un viaje con cámara médica a las tripas del sistema mafioso que controla Nicaragua.  Lo que revela es lo mismo que todos los síntomas exteriores indican:

(1) No hay gobierno constitucional en Nicaragua, apenas una pandilla en lucha por su supervivencia;

(2) El líder de la pandilla entiende que no puede entregar el poder, porque sería su fin;

(3) Los miembros de la pandilla confían en que el líder no va a salir del poder sino muerto, porque no tiene alternativa;

(4) Los miembros de la pandilla desprecian a los “sucesores” posibles, como la Murillo y sus hijos, y piensan que solo el líder puede mantener inexpugnable su dominio;

(5) Los miembros de la pandilla están atormentados por la desconfianza mutua; especulan quiénes traicionarán al resto, negociando con los Estados Unidos;

(6) Los miembros de la pandilla están convencidos de que Estados Unidos no cambiará su postura aunque cambie su Presidente en enero de 2021;

(7) Los miembros de la pandilla ven su mundo derrumbarse poco a poco, pero están convencidos de que el líder, mientras viva, será capaz de mantener el control, aunque sea sobre las ruinas del país;

(8) Los miembros de la pandilla entienden que para mantener ese control, el líder está dispuesto a “cubanizar” o “venezolanizar” Nicaragua;

(9) Los miembros de la pandilla parecen sospechar que el líder no podrá completar ese proceso antes de morir;

(10) Los miembros de la pandilla no se sienten amenazados por la oposición doméstica, a la que califican de “imbécil”, y ven irrelevante.

(11) Los miembros de la pandilla entienden que su líder va a “ganar” las elecciones, las gane o no.

Que no digan, los políticos de la Alianza, de la UNAB, de la Coalición, y que no digan los medios periodísticos a su servicio, que no sabían esto cuando aceptaron arriesgar el futuro del país y la vida de la gente en su “vía electoral”.

Que no insistan, porque toda la evidencia los contradice, en alentar la falsa y probablemente costosa esperanza de que puede democratizarse Nicaragua participando en elecciones con y bajo la tiranía.

Muy probablemente la dura realidad es que NO IMPORTA cuántos planes hagan en el Departamento de Estado, ni cuántas reuniones hagan con los políticos de la oposición oficial, ni cuántas sanciones impongan los Estados Unidos y Europa al clan FSLN, ni cuántas alianzas armen, rompan y vuelvan a armar en la Coalición Nacional, ni cuántas veces Juan Sebastián Chamorro, Violeta Granera, Félix Maradiaga, y resto del cohorte, hagan votos de democracia, civismo, resistencia permanente, convicción cristiana, y todas las beatitudes tradicionales en nuestra barroca cultura: Ortega no va a dejar el poder porque tenga menos votos…

Yo creo que esto en el fondo lo sabemos todos, es decir, todos los que queremos saber. O al menos lo decimos todos los que nos atrevemos a decir lo que pensamos. Digo esto a sabiendas, tras escuchar muchas veces a gente negar en público lo que dicen en privado, o viceversa.

Y si no digo tener entera certeza de que no haya posibilidad alguna (probabilidad cero) de un “aterrizaje suave”, es únicamente porque en este mundo raro de nosotros hasta lo imposible es posible… Pero un ser humano responsable, un líder que respete a sus compatriotas, no debería arriesgar la vida de estos en aventuras que tienen un alto costo a cambio de una escasísima probabilidad de triunfo. La idea de “aterrizaje suave”, de “elecciones con Ortega”, y demás, cae en esta categoría.

Desafortunadamente, consideraciones de costo ciudadano no han tenido por lo general mucho peso en el cálculo de nuestros políticos, porque (por la razón que sea; dejo a cada quién elucubrar la suya) los ‘señores principales’ parecen casi siempre tener padrinos protectores. Como dice la gente en las calles: “a los grandotes no les pasa nada”.

El único escenario de “aterrizaje suave” que logro imaginarme (ayúdeme el lector, tal vez me falla la inspiración) es uno terrible, literalmente; un escenario de terror: logran las élites un pacto en el cual hay un caballero, o una dama, que pulcramente vestidos sirven de “relaciones públicas” al poder, mientras desde la sombras se asesina a cualquiera que insista en una verdadera transformación democrática.

No creo que de otra forma puedan atar lo que la conciencia del pueblo ha desatado para siempre.

Francisco Larios

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