Voces en exilio

Madeline Mendieta
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“Hoy estoy fracturado, reconstruyendo mí vida. La crisis sociopolítica de Nicaragua me obligó a empezar de nuevo. Sí. Lo veo como una posibilidad. Y quiero ver también la posibilidad de odiar profundamente los modelos viejos y ese afán de aferrarse al poder del maldito de Ortega

Anónimo en el exilio

Dedicado a: Olga y Oscar Mendieta, Francisco Larios,  Xiomara, Guerold, Roberto, José, Yasser, Madeleine, Lester, Coquito, Alex y a los millones que tienen un nombre, una patria.

Los hemos visto en plantones, con banderas, con sus camisetas con insignias azul y blanco, escribiendo cartas, peticiones, comunicados, en Europa, Centroamérica, Estados Unidos, Asia, transmitiendo en vivo por redes sociales, increpando, insistiendo con congresistas, diputados, organismos internacionales, instituciones educativas, organizaciones religiosas, con frío, bajo lluvia, sol, han permanecido desde los primeros gritos de auxilio que dimos y ellos no han dudado ni un poco en apoyarnos. Ellos son nuestros hermanos en la diáspora.

Según varios informes económicos, las remesas familiares representan uno de los mayores ingresos que tenemos los nicaragüenses para solventar el desempleo, el empleo informal y los salarios mal remunerados. En el año 2017, el Banco Central de Nicaragua (BCN) registró la cifra de 1390.8 millones de dólares en remesas. A noviembre del 2018, en medio de la crisis, la cifra fue de 1226.3 millones. Es notorio que en quincenas las casas de remesas tengan enormes filas que son para paliar la endeble economía que desde la época de la bonanza económica ha dado tumbos. Entre falsos informes, en los últimos diez años el gobierno ha engañado a la comunidad internacional sobre un buen clima de inversión y negocios.

Traigo a colación el tema de las remesas porque ha sido una cifra muy importante, no solo para quienes cuentan las cifras sino para quienes hemos estado en el desempleo en más de alguna ocasión. Menciono las remesas porque a los nicaragüenses en el exterior, que son quienes las envían, se les ha negado un sinnúmero de derechos que nuestra legislación todavía no contempla, como el derecho a votar desde el país de domicilio.

MIGRACIONES: UNA CONSTANTE HISTÓRICA

Las migraciones se dan principalmente por razones de conflictos armados, desastres naturales, pobreza, falta de oportunidades. En Nicaragua, las migraciones son permanentes, por las razones que comentamos pero de manera masiva. Puedo contabilizar, por ejemplo, la del 1972-73; muchos perdieron sus bienes por el terremoto que destruyó la ciudad de Managua. Algunos se movilizaron al interior, otros buscaron refugio en Costa Rica, Honduras, Guatemala y Estados Unidos. En 1979, el derrocamiento de Somoza provocó una estampida enorme de nicas que huyeron por la guerra; en un buen porcentaje fueron altos militares cercanos al poder, así como otras familias que se enriquecieron con favores de Somoza y otros que simplemente fueron acusados de somocistas y tuvieron que huir.

La mayoría de estos nicaragüenses no solo perdieron propiedades, fincas, vehículos, sino que durante todo el período de los 80 fueron considerados parias nacionales. Algunos, sin tener vínculos con Somoza, fueron desterrados, y hay una buena cantidad que aún no ha vuelto a pisar su patria.

La guerra entre contras-FSLN marcó una lucha interna que provocó más de 50 mil muertes, miles de lisiados de guerra, miles de desplazados (zona misquita) y otra cantidad en exilio. En 1982, el régimen sandinista decretó la Ley del Servicio Militar Obligatorio; las bajas de los militares eran aceleradas y enviaron al reclutamiento obligatorio a los jóvenes que tuvieran 17 años cumplidos. De nuevo las familias tuvieron que separarse, miles de adolescentes y niños salieron del país, antes que la “prevención” los atrapara. Muchos de ellos retornaron en los 90 y para descalificarlos, los dueños del discurso los apodaron “Miami boys”, porque en su mayoría habían crecido en esa ciudad.

Durante los pedregosos 16 años de gobiernos democráticos, o de transición, el mayor obstáculo que enfrentaron los nicaragüenses fue el económico. Después de 11 años de guerra, una deuda externa escandalosa, madres y lisiados de guerra con míseras pensiones, además de recomendaciones de ajustes macroeconómicos del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, la carga estatal se redujo porque a los empleados públicos les ofrecieron un plan de compactación, el cual consistió en darles, además de las indemnizaciones de ley, varios salarios según los años de antigüedad. Muchos de estos exempleados invirtieron en pequeños negocios que a la fecha forman un tejido económico muy importante en el empleo informal o subempleo; otros solo consumieron y se vieron obligados a emigrar, principalmente a España, Estados Unidos y Costa Rica.

“La refundación de una nueva sociedad y de un nuevo sistema político tiene el deber moral, histórico, social, político y cultural de regresarle a la diáspora unida el lugar que se merece.”

A partir de que Daniel Ortega y el partido sandinista retoma el poder, nuevamente por razones de empleo y falta de acceso a estudios y oportunidades profesionales, se registra una buena cantidad de jóvenes que salen o quieren salir del país. En las últimas encuestas se confirmaba que 8 de cada 10 querían irse fuera a estudiar una maestría, buscar mejores opciones profesionales.

UNA CRISIS DESCOMUNAL

En los últimos once meses, Nicaragua atraviesa una crisis social y humanitaria descomunal. El régimen Ortega-Murillo utilizó la fuerza para detener la protesta ciudadana ante las reformas del Seguro Social. Esto provocó encarcelados, muertos, desaparecidos y más de 40 mil nicaragüenses en el exilio.

Sin embargo, esta crisis ha rescatado la identidad y dignidad de la diáspora en cada rincón donde se encuentra un nicaragüense. Sin dudarlo, se han volcado con ayuda, marchas, plantones, peticiones, solicitudes para que los organismos internacionales pongan su mirada en el país. La población nuevamente sangra sus heridas, la polarización es una guerra mediática que se libra en las calles y redes sociales. Los radicales más acérrimos están del lado del régimen, utilizando todos los adjetivos que la vicepresidenta ha usado para referirse al pueblo que hace uso de su derecho de protesta, movilización y expresión.

Durante estos once meses, los nicas en el exterior se han sumado con todas sus fuerzas por defender a quienes están secuestrados por el régimen. Sus voces son conocidas en redes sociales, algunos que salieron huyendo por ser perseguidos han sido acuerpados por los que llevan muchos años en régimen de exilio, autoexilio. Les han brindado albergue en sus casas, pagado sus gastos, hasta compra de ropa y avituallamiento personal a los nuevos exiliados que tampoco se han quedado de brazos cruzados.

UN ENTE EXTRAÑO

Pese a todo este recorrido, la diáspora sigue siendo un ente extraño en esta aldea. Les agradecemos que nos apoyen con las remesas, medicinas, asistir a los eventos, organizar campañas de solidaridad, pero en redes los seguimos tildando de “extranjeros”, que por su condición de estar fuera del país, no tienen derecho a opinar, disentir. En el lado del régimen los comentarios de vende patria y traidores siguen vigentes, aunque por más de 50 años han sido un eje fundamental en la economía del país, en la difusión de la cultura nica en cualquier parte del planeta, aportando a la multiculturalidad, multilingüismo y lo multirracial. Si no fuera por la fuerza de la identidad nica en el exterior, sus mensajes cargados de esperanza, amor, regaños, coraje y valentía, la carga emocional nos mutilaría poco a poco la existencia.

La refundación de una nueva sociedad y de un nuevo sistema político tiene el deber moral, histórico, social, político y cultural de regresarle a la diáspora unida el lugar que se merece. Son nuestros hermanos que salieron a rodar fortuna por el mundo y que como hijos pródigos cuando retornen habrá que recibirlos con un banquete de armonía, sinceridad y verdadera reconciliación.