A calzón quitado: Acerca de lo inútil de organizarse y no planificar
Yaser Morazán
«Ya llevamos cuatro organizaciones inventadas a partir de abril. Al calor de los tragos nació la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia; luego, como contraparte de “izquierdas”, nace la Articulación de Movimientos Sociales. Ante la exclusión de las anteriores emerge la Unidad Nacional Azul y Blanco, y ahora el nuevo invento de “algo grande que se viene” es la Gran Coalición Azul y Blanco. ¿Acaso es concurso de nombres largos y patrióticos? No importan los nombres; lo importante es presentar a la población un plan de resistencia nacional e internacional, planificar, monitorear y evaluar»
Una persona integrante de una organización de la diáspora me dice que yo debería estar en las reuniones de Washington aportando mis ideas sobre desobediencia civil, campañas mediáticas dirigidas, ejercicios de boicot, etc. Hay otras tantas que me invitan con cierta frecuencia, con gastos pagados incluidos, a sus actividades.
Les agradezco el detalle y la consideración a mis ideas, pero quiero explicar las razones por las que he decidido apartarme y continuar mi camino desde el trabajo social, uno de los tantos espacios en los que puedo seguir aportando. ¿O será que soy envidioso y frustrado?
A finales del año pasado participé durante una semana en reuniones con autoridades de más de 10 países. Previo a las citas uno se reúne en grupos para validar la información que se compartirá, pero mis ideas de desobediencia civil nunca fueron parte del consenso, así que mi participación fue pasiva: se limitó a sonreír, aplaudir y acentuar con la cabeza la retórica «el diálogo es la solución», razón por la que el último día me rebelé y decidí no seguir participando en nada, incluyendo reuniones con Luis Almagro, a quien le da igual tomarse fotografías con campesinos sedientos de justicia que con Ruth «Tapas», cómplice de crímenes de lesa humanidad.
A mí no me interesan las fotografías mediáticas que me eleven el perfil personal. Me interesan los resultados.
Cuando decidimos participar en viajes, congresos, foros, marchas, plantones y talleres deberíamos trazar objetivos, indicadores de medición claros que nos permitan evaluar la eficacia y la eficiencia de la inversión realizada, para que esta no se transforme en gastos. Por ejemplo: elaborar un plan de trabajo, planificar una campaña mediática, llegar a acuerdos sobre quiénes, cuándo, dónde, cómo y qué cosa vamos a hacer para presionar al régimen. De lo contrario es paseo con fondos públicos de personas o países donantes, porque el dinero sale de la bolsa de alguien que trabaja para producirlo.
Por cierto, en este momento no hay dinero para comprar la comida de los médicos que atienden gratuitamente y regalan medicinas a las familias exiliadas, aunque sí hay dinero para viajes, prioridades invertidas.
Solamente en Washington hay aproximadamente 180 embajadas representando a sus respectivos países, cada uno de ellos con sus propios problemas y poniendo quejas a Estados Unidos. En una de las reuniones con más de 10 embajadores, uno de ellos nos dijo: «Nuestro rol es limitado y los tiempos de la política son unos muy distintos a los tiempos de urgencia que ustedes necesitan».
Sin embargo, a los mercenarios de la política internacional les interesa seguir vendiendo la idea de que las soluciones a la presión del régimen están en la comunidad internacional, porque eso se traduce en capitalizar política y económicamente la lucha. No son transparentes y están jugando con las esperanzas de un pueblo dolido. Dejemos de mentir: tarde o temprano el mismo pueblo se les revelará con acciones o apatía y se quedarán solos.
A estas alturas ya llevamos cuatro organizaciones inventadas a partir de abril. Al calor de los tragos nació la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia; luego, como contraparte de «izquierdas», nace la Articulación de Movimientos Sociales. Ante la exclusión de las anteriores emerge la Unidad Nacional Azul y Blanco, y ahora el nuevo invento de «algo grande que se viene» es la Gran Coalición Azul y Blanco.
¿Acaso es concurso de nombres largos y patrióticos? No importan los nombres; lo importante es presentar a la población un plan de resistencia nacional e internacional, planificar, monitorear y evaluar.
El día en que las organizaciones autonombradas «líderes» de la «oposición» —y únicas reconocidas ante la comunidad internacional— me presenten un plan de trabajo donde especifiquen acciones, compromisos, recursos, participantes, tiempos, etc., y me inviten a sumarme, con todo el gusto me «uno». Pero para seguir hablando pajas eternamente, no, gracias.
Hasta el día de hoy, el único planteamiento mediático de unidad que existe es el proyecto político-empresarial de 2021 del que no me interesa ser parte. La unidad no puede ser una excusa demagógica para validar personas, partidos y organizaciones, sino planes de acción de presión contra la dictadura.
Yo miraba la desobediencia civil, las campañas mediáticas y los ejercicios de boicot como parte de un engranaje en la lucha: presionamos por aquí, para obtener resultados por allá. Pero ya no le veo sentido seguir exponiéndome mediáticamente, paralizar mi proyecto de vida y terminar exiliado si mis ideas no son tomadas en cuenta por quienes dicen representarnos. Así que espero se ganen el apoyo popular o su rechazo en la medida en que logren articular, planificar y convocar las estrategias que estimen convenientes.
El pueblo de Nicaragua ya está organizado en el dolor y la sed de justicia. Basta con lanzar una convocatoria unificada en redes sociales y medios de comunicación para que ello se ejecute. El que la gente no tenga nombre, lema y logo de ONG es otro tema, propio de la institucionalización de la lucha. Aquí ya todos sabemos que en Nicaragua hay dictadura. Repetir como loras lo mismo en auditorios, conversatorios, talleres y viajes no hará que la realidad cambie.
Tengo trece años participando en foros sobre derechos humanos; si estos fueran tan efectivos, entonces otro país tuviéramos. El único impacto real que tienen es sobre la economía de quienes los formulan, planifican y convocan, porque, luego de la masacre de la que hemos sido víctimas, quien no se sensibilizó con tanta muerte ya no habrá chagüite del mundo que lo sensibilice.
Les comparto una foto de mi última actividad con niños exiliados. Aquí estoy siendo más útil.