Abril y ahora [Tercera parte]
Fernando Bárcenas
El autor es ingeniero eléctrico.
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Humberto Ortega y su lista de conceptos abstractos
Escribe Humberto Ortega en La Prensa del18 de marzo del 2021: “Hoy por hoy, las elecciones libres aseguran alcanzar un acuerdo nacional para la convivencia respetuosa entre todos, gobernados en paz, plena libertad y democracia, ley y orden. Convivir, cohabitar, coexistir. Desde ya sin presos políticos.”.
Parece que Humberto Ortega, un exjefe del ejército sandinista en los ochenta, sin capacidad estratégica, política o militar, ha pedido permiso para agregar algo más a los conceptos abstractos que enuncia consuetudinariamente en su lista. Pero, Ortega carece de orden y de lógica conceptual, es decir, carece de método, de modo, que su propaganda no tiene ni pies ni cabeza.
Obviamente, no es un estratega, ni siquiera del proceso contrarrevolucionario de su hermano. Porque, si lo fuese, se percataría que una estrategia orteguista resultaría inviable porque la realidad apunta con fuerza hacia una caída inevitable del absolutismo orteguista. Esta es la razón del fenómeno de implosión en curso.
Las elecciones libres deberían servir para desmontar el Estado absolutista, para desmantelar la dictadura, no para cohabitar con ella. Para reducir la dictadura a su mínima expresión, no para llegar a acuerdos de paz, plena libertad y democracia, ley y orden, convivencia, cohabitación, coexistencia, con ella. No hay fronteras posibles dentro de la sociedad, de coexistencia pacífica entre la dictadura y la nación libre. La nación es libre cuando impone sus conquistas democráticas en la sociedad. Conquistas democráticas en las relaciones sociales de producción, no sólo en el ámbito jurídico, en abstracto.
La dictadura a la defensiva estratégica
La dictadura sandinista de los ochenta estaba a la defensiva estratégica. La dictadura orteguista actual está, también, a la defensiva estratégica (no por obra de la oposición tradicional, por supuesto), sino, porque la recomposición económica de la sociedad, para iniciar un ciclo largo de expansión (con crecimiento superior al 7 %) requiere eliminar la prevalencia de las clases parasitarias, improductivas, y de las burocracias ineptas y serviles que dominan las políticas estatales guiadas, irracionalmente, por la colusión, los privilegios, y la corrupción (asociadas políticamente al sandinismo y al orteguismo desde la década de los ochenta).
Humberto Ortega bate sobre el mismo clavo: borrar la experiencia, anular las lecciones aprendidas luego de cuarenta años de desastre, de brutalidad y de corrupción asociada a la práctica política orteguista en contra de la nación. Y, simplemente, tergiversa infantilmente la realidad histórica.
Para Ortega que, por supuesto, no podía irse del ejército en bicicleta, las elecciones deben culminar en un pacto de convivencia con el poder dictatorial (soportado en el poder económico corrupto, en la policía, los paramilitares, las turbas, los funcionarios estatales, el ejército). Para el pueblo, las elecciones pueden ser una oportunidad para liberar las movilizaciones de masas a fin que arrinconen a la dictadura.