Afganistán: breve historia de un largo conflicto
Biden y Nixon: las escenas de caos del 2021 y 1973
A raíz de la decisión del presidente Joe Biden de retirar las tropas norteamericanas del territorio afgano se han originado una serie de discusiones sobre las razones del conflicto y la atropellada retirada norteamericana. Muchos la comparan con el final que tuvo la guerra de Vietnam: nos debemos remontar al año 1973, cuando el presidente Nixon negoció los Acuerdos de Paz de París, y poco a poco retiró casi todas las tropas de combate estadounidenses. Los acuerdos contemplaban la salida unilateral de Estados Unidos y un intercambio de prisioneros. Ya en 1974, durante la presidencia de Gerald Ford, ocurrió la ofensiva final que culminó con la caída de Saigón el 30 de abril de 1975.
Hoy estamos reviviendo las escenas de caos que se vivieron en las calles, con multitudes amontonadas frente a las instalaciones de la embajada norteamericana y del aeropuerto en Saigón. Todos buscaban desesperadamente alguna forma de salir del país, mientras que las victoriosas fuerzas comunistas ocupaban la capital. Las escenas son muy parecidas a las que ocurren en Kabul hoy en día, con el arribo de las fuerzas talibanes.
Este es el mismo Estados Unidos que se involucró en Vietnam en 1954, después de la también humillante derrota de las fuerzas imperiales de Francia, que había colonizado el territorio conocido como Indochina desde el siglo XIX. Tanto la guerra de Vietnam como la de Afganistán son una vergüenza para los Estados Unidos. El conflicto de Vietnam duró más de 10 años y se cobró la vida de aproximadamente 60.000 soldados estadounidenses y más de 2 millones de vietnamitas; a lo que se le suma el elevado costo económico de miles de millones de dólares. Los objetivos planteados no fueron alcanzados y todo se tradujo en una aplastante derrota política y militar.
La guerra de Afganistán
La guerra de Afganistán, conflicto que es considerado el más largo de la historia americana, duró más de 20 años. Allí perdieron la vida más de 6.300 estadounidenses, entre los que contaban miembros del servicio militar, contratistas militares estadounidenses, y unos 70.000 militares y policías afganos. A esto hay que sumar los civiles muertos por atentados y ajusticiamientos, que supera las 100.000 víctimas.
El conflicto de Afganistán es de vieja data. El país no logró reconocimiento total de su independencia (aunque la tuvo de conflicto en conflicto con imperios vecinos y lejanos desde el siglo XVIII) hasta 1919. Estuvo bajo un régimen monárquico que duró hasta el establecimiento de la República de Afganistán en 1973. Cinco años después, en 1978, se instauró la República Democrática de Afganistán con la Revolución de Saur, empujada por el apoyo directo de la URSS. Ante la confrontación de este régimen con la guerrilla islámica (hoy talibanes), se produjo la intervención militar de la Unión Soviética en apoyo al régimen, que dio inicio a una guerra contra la guerrilla islámica (grupos que recibieron ayuda y financiamiento de Estados Unidos, Pakistán, Arabia Saudí y otras naciones occidentales y musulmanas). Este conflicto duró algo más de diez años y, para ganarla, la URSS realizó acciones represivas brutales, donde muchos pueblos y ciudades fueron totalmente destruidos. Por parte de Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) condujo la famosa “operación ciclón”, que consistía en reclutar a fundamentalistas islámicos (muyahadínes) y proveerlos de armamentos para luchar contra el gobierno de la República Democrática de Afganistán y el Ejército Rojo (URSS). Tras la firma de los Acuerdos de Ginebra entre Afganistán y Pakistán, y tras sufrir significativas pérdidas militares, las tropas soviéticas iniciaron su retirada el 15 de mayo de 1988, concluyendo su salida el 15 de febrero de 1989. La guerra civil continuó, y tres años después, los muyahidines consiguieron hacerse con el gobierno. En 1992, se crea el Estado Islámico de Afganistán a través de los Acuerdos de Peshawar. Luego se produjeron continuas luchas internas y ataques de países vecinos (Pakistán, Irán y Uzbekistán). En 1996, tras la caída de Kabul, llegó al poder el movimiento talibán, respaldado por Arabia Saudí, Pakistán y las fuerzas árabes de Osama bin Laden. Los “talibanes” habían salido del seno de los muyahidines. El término, una palabra del idioma pastún, se traduciría al castellano como “estudiante religioso”. Al llegar al poder, los muyahidines instauraron un emirato islámico (un régimen fundamentalista extremo) durante más de cinco años, hasta su caída en 2001, a raíz de la invasión militar de la OTAN en respuesta a la complicidad del gobierno con los terroristas que mataron más de 3000 personas en Nueva York.
Los ataques del 11-S
Luego de los ataques de 11-S de 2001 perpetrados en las ciudades de Washington y Nueva York, el presidente George W. Bush y la OTAN lanzaron una ofensiva aérea, “Operación Libertad Duradera”. Los objetivos iniciales eran capturar a Osama bin Laden, destruir al grupo terrorista Al-Qaeda y derrocar al régimen talibán.
Esta operación logró derrocar al gobierno talibán y desterrar a Al-Qaeda de Afganistán. También consiguió la reconstrucción de las instituciones del Estado afgano para evitar que volviera a ser base de extremistas, al igual que contempló la formación y el entrenamiento del ejército local. El plan era retirar paulatinamente las tropas estadounidenses y traspasar las responsabilidades a las fuerzas afganas. Al parecer, este último objetivo no fue concretado y, de hecho, fue una de las excusas esgrimidas por Biden. Estados Unidos gastó US$822.000 millones en la guerra y en el entrenamiento de las fuerzas afganas.
La polémica decisión de Biden: ¿un caos inevitable?
La decisión de Biden ha sido muy polémica, y pone en tela de juicio la capacidad del ejército de Estados Unidos de imponerse a una guerrilla, que acaba en aparente derrota (como en Vietnam). Y luego de decidir su salida, la retirada del ejército norteamericano lució desordenada, caótica, apresurada, y las explicaciones sobre la situación han sido ampliamente percibidas como poco verosímiles, tal como puede verse en esta nota del portal EFE. Lo más lamentable, y lo que augura un futuro poco halagador para la región, es que Al-Qaeda continúa operando en Afganistán y los militantes de Estado Islámico también están llevando a cabo ataques. De todos modos y, tal vez como excusa, Biden se reafirmó en su postura y aseveró que los estadounidenses no podían ni debían luchar o morir en una guerra en que los afganos no estaban dispuestos a luchar por sí mismos.