Carta a un joven intelectual acerca de Milei, la jaula “izquierda-derecha”, y la marcha hacia una nueva dictadura en Nicaragua
<<El juicio apresurado, superficial, que pone ideas preconcebidas y membretes por encima de hechos y acciones, es sumamente peligroso para nuestro futuro… el reduccionismo (en este caso el “la izquierda es mala, la derecha es buena”), ciega y fanatiza. Al pretender que todo aquello a lo que uno coloca el membrete “izquierda” es el mal, y que la alternativa es “la derecha”, afirmamos, por contraposición, que la derecha es “el bien”. De esta manera se abre la puerta, ancha, para que cualquier demagogo que llene la plaza con alaridos “de derecha” se monte sobre la ola cíclope del descontento e instale una dictadura, sea sobre las ruinas de una democracia o los pilares de la antigua dictadura>>
Mi muy estimado amigo,
Es tu derecho y sobre todo es tu trabajo (y el mío) construir argumentos con lógica y datos, y luego presentar las conclusiones de manera honesta. No tengo razón para dudar que ese sea el ánimo que te mueve, el mismo que a mí, el de contribuir como intelectuales íntegros a la conversación social que construye creencias, explicaciones, visión del futuro, y en última instancia el camino que colectivamente recorremos.
El poder de las ideas
No hay que subestimar el poder de las ideas. Y aunque no sobreestimemos el poder de un solo ser pensante, ni su valor como pensador, pues todos somos falibles, es prudente asumir que, en algún lugar, en algún sitio, de alguna manera, lo que escribimos o decimos puede tener alguna influencia, sea o no sea mensurable, sea o no sea visible, sobre los actos de alguien y sobre el curso de los acontecimientos. De gota en gota se llena un balde.
Hay que tener el valor de enfrentar las opiniones “de moda”
Por eso es que me tomo la libertad de hacerte estos comentarios sobre el tema del nuevo presidente argentino. Buscamos el bien común, y por ello no nos queda más remedio muchas veces que enfrentarnos a creencias cargadas de mito y falsedad que impostan verdad. Citaré libremente algunas de tus frases.
La importancia del carácter y el temperamento en un líder: el ejemplo Milei.
Has dicho que no hay que juzgar a nadie únicamente por su propuesta, sino por sus “resultados”, y que, a diferencia de los políticos que gobiernan o han gobernado, de Milei no podemos señalar fallas, porque (al momento de nuestra conversación) no había ocupado su puesto. He grabado en video, acompañado de imágenes televisivas del nuevo presidente argentino, un breve ensayo sobre su talante y sus propuestas. Te lo he enviado. Si lo has visto, estarás de acuerdo de que se trata de un energúmeno histriónico, dispuesto a insultar de la manera más agria a gente que tiene en frente, y recurrir a escatología retórica tan extrema que hace parecer delicada elegancia la perorata de la genocida de El Carmen
La afirmación anti-racional, histérica, a gritos descontrolados, de que el Papa “es el enviado del Maligno”, constituye evidencia prima facie de la personalidad y la ética de quien ya está a la cabeza del poder de un Estado. Me recuerdan al “delirante” a quien el famoso economista Keynes se refiere en las finales de su famosa defensa del poder de las ideas.
Es imposible obviar que el temperamento, carácter y modales de un gobernante importan, y mucho. Importan más, de hecho, que su supuesta adherencia a un programa. Un temperamento violento, y la propensión a violar las mínimas normas de etiqueta social, son una luz roja de alarma, porque, quien así las transgrede antes de tener el poder, ¿qué puede hacer una vez que tenga este?
¿Por qué hacer caso omiso de esta evidencia? Con personajes de este perfil uno no puede darse el lujo de decir “veremos qué hace”. Ya ese error se ha cometido muchas veces, y lleva nombres diversos, desde Ortega (especialmente Ortega 2007) hasta el propio Hitler, pasando por Chávez, y muchos otros. La gran lección de la historia es que no se puede jugar a la ruleta rusa con el poder.
Hay que utilizar la ciencia para examinar rigurosamente a los políticos.
En defensa de Milei has argüido además que solo el tiempo puede rendir un veredicto acerca de “la vialidad” de su propuesta económica. Pero esto no es correcto. “La viabilidad” del programa económico que el nuevo presidente ha esbozado puede (y debe, por supuesto) examinarse a priori. ¿No lo harías si el candidato Milei prometiera estatizar la economía? Milei ha explicado sus intenciones de política económica. Existe la ciencia económica (la cual, debo confesar, es mi área de especialización profesional), y existen los datos, la experiencia de la historia.
Los peligros del programa económico de Milei (o la gran mentira demagógica)
Asumo que por “viabilidad” querés decir, en primera instancia, que el programa pueda ponerse en marcha más o menos como está en el papel. En el papel, el candidato Milei habla de cortar el gasto público alrededor del 15 por ciento, y de dolarizar la economía o adoptar el dólar como su moneda. Muy difícilmente (y solo a un alto, quizás prohibitivo, costo económico, social y político) podría realizarse un corte de tan gran magnitud en el gasto público, especialmente cuando su promotor insiste que “no hay espacio para el gradualismo”. Es decir, su visión es, lo dice el mismo, la de un tratamiento de “shock”. Más difícil aún puede resultarle atar la moneda al dólar estadounidense, o dolarizar formalmente, entre otras cosas porque, para empezar, el banco central (de cuya abolición ha también hablado) dispone de muy pocos dólares.
Pero luego viene lo peor, y es que, si por esas cosas del destino, logra hacer de retazos el vestido que anuncia, la lógica económica y la experiencia indican que el experimento sería enormemente recesivo, masivamente empobrecedor, e incluso no puede descartarse que acelere la inflación, ni que lleve a una ruptura de la democracia. La mayoría de los economistas conocidos en Argentina así lo han afirmado públicamente. Los economistas internacionales con quienes trabajo o a quienes he leído comparten casi sin matices dicha creencia, que no es arbitraria, sino basada en el conocimiento científico actual, es decir, en un estudio de la lógica del sistema y de su historia.
Quizás por todas estas dificultades objetivas, y la resistencia política de las propias élites argentina e internacionales, Milei pareciera estar en busca del olvido para algunas de sus promesas más radicales, como la dolarización, la eliminación del Banco Central, el rompimiento de relaciones con el “comunista” Brasil y su “corrupto” líder. Quedará mucho aún de la lluvia de absurdos que este demagogo saca de cualquier nube, incluyendo este, que con seguridad hará feliz a la Interpol y a la DEA: los residentes de Argentina «van a poder hacer transacciones comerciales con quien se les dé la gana«, sin que interfiera en nada el Estado. Al final de la función circense, lo más probable que quede del programa sea una agenda muy prosaica; debajo de la máscara del bufón no hay mucho: venderá empresas del Estado a sus compadres y financiadores, como ha ocurrido en América Latina muchas veces antes en nombre del “liberalismo”, y recortará hasta el hueso del hambre cualquier programa de asistencia social o inversión pública (excepto, por supuesto, aquellas que beneficien a los antes mencionados “compadres”).
Lo más importante: la promoción y defensa de la libertad humana
Por eso, por las veleidades de los que sirven al poder real, a los poderes fácticos, y nos entretienen mientras estos ganan tiempo y beneficios, debemos ser críticos, informarnos bien, y proteger ante todo y por lo menos la libertad política; cuando la ola de opinión autoritaria avanza, en particular, debemos ser cuidadosos de no convertirnos en vehículos de las tendencias contrarias al andamiaje liberal-democrático. En otros textos he explicado que “liberal” no tiene nada que ver con lo que desafortunadamente ha venido a llamarse de ese modo en Nicaragua, por la asociación del término con varios partidos políticos que no solo son corruptos, sino muy conservadores. Una estructura estatal liberal-democrática es un edificio en que caben todas las opciones ideológicas concebibles (fuera de la esclavitud, el absolutismo y el totalitarismo). Es decir, caben desde las izquierdas hasta las derechas, en todas las variedades que estas flores desarrollan en un jardín civilizado.
La falsa explicación de los membretes amenaza a la libertad.
En años recientes se viene instalando una moda perniciosa, una pereza del pensamiento entre unos, pobreza de instrucción en otros, de interpretar la realidad política reduciéndola toda a dos membretes letales: “derecha” e “izquierda”. La moda supone que estos dos términos capturan toda la “realidad”, y que explican todo lo que un fenómeno, o un político, es o puede ser—o puede hacer. Se trata de un reduccionismo empobrecedor y tramposo, porque no solo está errado en semántica e historia, sino que es receta para ir renqueando de tiranía en tiranía.
En esta marea ciega, los tiranos de El Carmen, por ejemplo, son “izquierda”, aunque bajo ningún criterio aceptado en las ciencias sociales lo sean. Todo lo contrario, no hay, en toda la historia latinoamericana, un régimen más cercano a la derecha fascista (el modelo marca Mussolini) que el que desde 2007 construyó el FSLN junto al Gran Capital. No es capricho llamarles fascistas.
Me refiero ahora a la lista de políticos latinoamericanos actuales mencionados de una manera que sugiere que son la enfermedad que requeriría una medicina llamada Milei. Están ahí Lula, de Brasil, López Obrador, de México, y Boric, de Chile, entre otros. Lo común entre ellos sería “la izquierda” de la que habría que huir en pánico o combatir a muerte.
Dejemos una cosa en claro: todos y cada uno de ellos (de hecho, todos los líderes políticos y todos los Estados) merecen ––más bien necesitamos los ciudadanos–– que se les ofrezca resistencia a cada paso, que se les mantenga temerosos de sus pueblos. Desde un punto de vista científico, sin embargo, hay que ser objetivo y buscar explicaciones que guíen el tipo y el grado de resistencia que hace falta frente a cada uno, en su momento.
Por ejemplo, no es sensato hacer de un Boric la excusa de un Milei. Un Boric no hace “necesario” un giro de péndulo en pánico. El caso del gobernante chileno debería ser aleccionador.
Boric encabeza (pongamos ahora atención a los membretes), una coalición de socialistas, comunistas, ambientalistas, feministas, y progresistas. La fauna del infierno, imaginada desde el otro lado del Estigia. Si por el libreto de moda nos guiamos, Boric tendría que ser un aspirante a dictador, un violador de los derechos humanos, y un partidario de Ortega. Pero, pregunto: ¿no es clara su postura en contra del tirano? ¿No se conduce, en su país, de manera democrática? Dicho sea de paso, ya que de membretes hablamos, y de infiernos de la “izquierda” nos preocupamos con exclusividad, ¿no es notable que el gobierno socialista de España (en alianza con los comunistas y otros de similar pelaje) ha sido la voz de los nicaragüenses en Europa, y que ha iniciado gestos extraordinarios, como la otorgación de ciudadanía a los desterrados?
¿Por qué preocuparse de este diagnóstico errado?
El juicio apresurado, superficial, que pone ideas preconcebidas y membretes por encima de hechos y acciones, es sumamente peligroso para nuestro futuro, para el futuro soñado, en libertad. Porque el reduccionismo (en este caso el “la izquierda es mala, la derecha es buena”), ciega y fanatiza. Y en esas andamos.
Al pretender (y publicitar) que todo aquello a lo que uno coloca el membrete “izquierda” es el mal, y que la alternativa es “la derecha”, afirmamos, por contraposición, que la derecha es “el bien”. De esta manera se abre la puerta, ancha, para que cualquier demagogo que llene la plaza con alaridos “de derecha” se monte sobre la ola cíclope del descontento, cualquier descontento social, e instale una dictadura, sea sobre las ruinas de una democracia o los pilares de la antigua dictadura. Por ahí va Bukele, como antes fue Fujimori. Por ahí intentó Bolsonaro, por ahí trató Trump (persiste todavía, espera la segunda marea). Y por ahí caeremos los nicaragüenses, si no hacemos un mayor esfuerzo crítico.
Hay que empezar por la verdad sencilla de que “derecha” no es sinónimo de “democracia”. De hecho, nuestros países han sufrido muchas más dictaduras “de derecha”, y por más tiempo, que las llamadas de “izquierda”. En competencia macabra, de pilas de muertos y abusos, y de crímenes de Estado, ganan la Copa del Terror los opresores de “derecha”. Los de “izquierda”, por supuesto, no se quedan sin medallas.
Hay que atravesar la pantalla falsa
Si de algo es señal todo esto, es que debemos traspasar con nuestro entendimiento esa pantalla falsa del conflicto, que es mucho más de fondo, estructural, entre la libertad y la opresión, entre democracia y dictadura.
Hay que impedir el paso al río sucio que nos arrastra de la tiranía de “izquierda” de Ortega a otra que, en nombre de “la derecha”, prometerá protegernos “de la izquierda”, y seguramente con “mano dura”.
Muchos aplaudirán al comienzo, para llorar después. Nadie debe tampoco sorprenderse de que la “mano dura” de un gobierno “de derecha” en Nicaragua venga de figuras antes identificadas (por supuesto, falsamente), con “la izquierda”. Altos mandos del Ejército, antiguos miembros del FSLN, en alianza con políticos de camisa blanca y hasta de los intelectuales oportunistas de siempre, que ocultarían o justificarían al mundo los actos opresivos del nuevo poder. Lo han hecho antes, lo han hecho siempre, y han recibido rica recompensa. ¿Por qué no lo harían de nuevo?
¿Pero, es eso lo que queremos? ¿Para esto es que murió tanta gente y tantas familias sufren? ¿Para esto se ha perdido 10% de la población del país? ¿No podemos aspirar a más? ¿No queremos más?
Todo esto, querido amigo, nos obliga a pensar de manera más abierta e incisiva, escapar de las redes de la semántica descarriada y los prejuicios cómodos, y hacernos preguntas que traspasan la narrativa de los políticos al servicio de las élites.
Lo que hay que preguntarse
Preguntémonos por qué vamos de dictadura a dictadura en un camino de miserias y corrupción, que solo secundariamente, a veces marginalmente, a veces no del todo, tiene que ver con la inclinación “ideológica” (definición europea) del individuo o clan en el poder.
Preguntémonos también qué ocurre en las tripas del mundo, para que renazcan, como en los 1930, los charlatanes amenazadores y obscenos, como Milei; los caudillos imperialistas, como Putin; los militaristas sanguinarios, de corte nazi, como Netanyahu; los líderes mesiánicos autoritarios, como Trump y Bolsonaro, como Bukele.
Hay también peligros de menor perfil cinematográfico, como el de López Obrador; menores no porque sean ángeles de la democracia, sino porque, como a Bolsonaro, se les hace difícil tomar las riendas del poder centralista que desearan. En esto, y porque ha sido un trabajo de años que ha corrompido toda la estructura de poder, se encuentra más cerca, para mal de la humanidad, el movimiento trumpista de Estados Unidos.
La pregunta clave para el futuro de Nicaragua
Pero volviendo, para finalizar, a nuestra lacerada Nicaragua, tu talento y el de todos los que quieran libertad y democracia (y no solo un cambio del odiado apellido en el poder) debe aplicarse en entender esta pregunta esencial: ¿cuál es la estructura del sistema de poder socioeconómico que ha hecho imposible la democracia, y que incluso impide la lucha por la democracia?
Estoy convencido de que nunca encontraremos una respuesta a esta pregunta encerrados en la jaula “izquierda-derecha”.
Un abrazo,
Francisco Larios
Francisco Larios
El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.