El aterrizaje suave: “de los muertos que nunca mueren”, versus la verdadera agenda democrática.

Izando múltiples logotipos y banderas de una multitud interminable de nombres de organizaciones, la oposición visible a los medios internacionales continúa “exigiendo a la comunidad internacional”, y haciendo pronunciamientos que ocupan brevemente un rincón de las noticias nacionales, y casi ninguno de las internacionales. 

Bien o malintencionadamente (hay algo de lo primero, mucho de lo último), un año más pasa, la dictadura aprieta más los grilletes a los habitantes de Nicaragua, y los valientes que en el interior resisten continúan enfrentando, no solo el abandono de la gloriosa “comunidad internacional”, sino el de la antes mencionada oposición, que no orienta sus recursos a apoyar la lucha dentro de Nicaragua.  

Esto crea una situación trágica e irónica, en la cual una tiranía carcomida, débil, vacía, no cae porque quienes han posado ante las cámaras como oposición, muchos de ellos “escogidos” por los poderes fácticos que mantienen una alianza con la dictadura de turno, han efectivamente cortado las alas, o más bien decapitado, al movimiento que surgió como un león impetuoso en Abril. 

Por su ineptitud, cuando no su complicidad, existe todavía el reino de terror que encabezan los Ortega-Murillo. 

Y no es que estos no tengan, a pesar de todo, grandes dificultades para sobrevivir. Las tensiones son evidentes. Los conflictos a lo interno de la tiranía existen porque el futuro es un reto mortal para ellos, y se acaba su vida. Se acaba, incluso, la vida de los cabecillas, que para sobrevivir HOY necesitan esbozar, ante sus bases, y entre sus principales facciones, un esquema de sucesión. 

¿Lo conseguirán? El tiempo dirá. No es imposible. Lo cierto es que, por el momento, en el futuro inmediato, el clan genocida tiene una mayor probabilidad de caer del trono por intrigas palaciegas que a manos de una insurrección popular. 

Hay que tener esto claro: la “oposición” que viaja de Bruselas a Washington, que pasea por Europa, se toma fotos, selfis y videos hasta en Ucrania, y visita a todo tipo de políticos extranjeros, es parte de las intrigas palaciegas. No son, sin embargo, más que subordinados de quienes tienen en Nicaragua el poder económico y relaciones internacionales apuntaladas por el Gran Capital o viejas hermandades estalinistas. 

Sus “gestiones”, y “pronunciamientos” son, en el mejor de los casos, una cortina de humo para “tapar” las maniobras de salón, y el peor, “gestos” que apuntan a crear un perfil político que, en un futuro por hoy totalmente incierto para ellos, les abra una posibilidad de ser protagonistas contratados, una vez que (así esperan) los poderes fácticos domésticos e internacionales desplacen a la pareja decrépita de El Carmen. Podría decirse de ellos, de manera crudamente realista, que en esta historia de horror que vive nuestra Nicaragua son como garrapatas pegadas al caballo flaco de la esperanza. 

Especialmente si uno alberga la esperanza de un cambio verdadero, un cambio de sistema de poder. Porque de estos “actores políticos”, como gustan llamarse a sí mismos, no vendrá un cambio tal.  Su ruta al control del Estado (del viejo Estado) es un pacto con los poderes fácticos para construir una transición controlada; transición falsa, de cambio de apellidos en la cúspide del aparato del poder, la cual necesariamente dejaría en pie las principales instituciones del Estado criminal, y, muy probablemente, dejaría en la impunidad a muchos criminales. 

A nadie debe extrañar que haya entonces chivos expiatorios, grandes rituales de liberación, e incluso alivio para la población en general, porque la represión generalizada que el despotismo familiar requiere perdería razón de ser. 

En la “transición controlada” que buscan estos políticos, la represión pasaría a ser más selectiva. Los asesinatos políticos buscarían suprimir las voces y el trabajo de quienes exijan justicia y una transformación democrática a fondo. 

En este sentido, el trabajo de “aterrizaje suave” se ha desplazado de la Alianza Cívica al mundo de los logotipos, no porque los tradicionales de Monteverde y el MRS tengan una posición diferente, sino porque han sufrido un desgaste enorme en todos los ámbitos políticos.  Pero mientras no haya un movimiento popular organizado, ese, el de la “transición controlada”, probablemente ligada a un golpe militar en alianza con civiles (rehúyo la palabra cívico) es el escenario que parece tener mayor probabilidad. 

Y si no hay contestación, si no desarrollamos una verdadera oposición beligerante en el territorio, el ciclo de dictadura a falsa transición a dictadura se mantendrá, porque no habrá el cambio estructural del poder que hace falta: abolición del Ejército Nacional y su reemplazo por fuerzas de defensa y auxilio separadas, bajo mando civil, y sin filosofía militar; abolición de la Policía Nacional y su reemplazo por policías municipales, no militarizadas, bajo mando civil; un mando civil bajo el control de representantes electos y asambleas locales de ciudadanos; creación (no existe) de un nuevo poder judicial; convocatoria, para hacer efectivos todos estos cambios, a una Asamblea Constituyente Democrática que presente un proyecto de Constitución Democrática que disperse el poder. Que si va a haber Presidente, el presidente tenga poderes limitados. Que cualquier poder que se cree tenga otros poderes que le hagan contrapeso. Que someta a las leyes democráticas a los poderes económicos de la oligarquía que han sofocado todos nuestros intentos de libertad. Una Constitución que cree un estado laico, liberal-democrático, que articule un poder político disperso, verdaderamente disperso, y no solo de nombre, no solo bajo el concepto de “separación de poderes”, sino que haga que múltiples instituciones locales, departamentales, regionales, tomen la mayor parte de las decisiones de manera democrática y desmilitarizada, para que Nicaragua sea, por fin, República. Una Constitución que sea aprobada (o rechazada, hasta que la población esté de acuerdo) en referéndum. Una Constitución que no pertenezca a un partido, a una religión, a una familia o a una bandera que no sea la bandera azul y blanco. Una Constitución que solo el pueblo pueda cambiar en referéndum, y que dé al pueblo instrumentos para luchar contra la concentración de poder político, y económico, por el bien de la Libertad, la prosperidad, y el fin de la violencia crónica y la opresión de los nicaragüenses.

Nicaragüenses Libres
+ posts

"El movimiento Nicaragüenses Libres nació para impulsar la revolución democrática en Nicaragua."

Nicaragüenses Libres

"El movimiento Nicaragüenses Libres nació para impulsar la revolución democrática en Nicaragua."