Carta a un preso político

<<Esas paredes en las que estás… no sirven para detener el mensaje y la idea, como no detuvieron las murallas bíblicas de Jericó el grito de la gente… aunque tu cuerpo esté encerrado y tu familia esté sufriendo, desde afuera nos movemos y agitamos las alas como un batallón de mariposas para empujar el mensaje y el aire hasta tus oídos.>>

Quería escribirte esta carta hace tiempo, no lo hice porque en el fondo albergaba la esperanza que no haría falta tanto tiempo para verte de nuevo. Todos los días la sigo albergando, por eso siempre que la escribo también la borro. La escribo y me pregunto qué se le puede contar a alguien que no pudo enterrar a su madre, a alguien que no ve el sol cada mañana, a alguien que no abraza a su hija o que tiene pesadillas en las noches y se despierta en otra.

Qué podría escribirte alguien que tiene miedo, como muchos, entenderás que es difícil escribir una carta sabiendo que no es para Santa Claus, y que si llega a las manos equivocadas no vendrán renos ni regalos de navidad. Nadie nos enseña desde pequeños escribirle cartas a tus amigos presos por hacer lo mismo que pude haber hecho yo, nadie nos enseña a escribir cartas que siempre las leerá antes el guardia de turno.

Por eso esta carta no te la puedo enviar en papel, porque sé que no te la harán llegar, pero alguien que la lea y que te vea allá dentro quizás te cuente que te mandé una carta, puede ser cualquiera, tu mamá, tu hermano, tu hija, hasta el mismo guardia de turno, que, aunque les revisen los zapatos, los dientes y la cartera, aún no han inventado el modo de llegar a la memoria.

Por eso te envío esta carta por aquí, porque es la única forma de hacerla llegar, apelando a esa parte tan profunda del ser humano que alberga dignidad y también un mensaje, un mensaje como este, que, si te llega, entonces es porque nada está perdido, si este mensaje te llega es porque hay un camino, una vía, una comunicación, una esperanza, una línea que me lleva hasta vos, aunque suene como canción de Laura Pausini, pero así es, nada está perdido.

Si te llega el mensaje date cuenta de que ya no hacen nada con matar ni encarcelar a los mensajeros, si llega el mensaje es porque el mensaje ya está en el aire, como las ideas que nos llevaron a salir del miedo aquel abril de 2018 y que se regaron como un oxígeno de vida en tantos nicaragüenses.

Esa fue la razón por la que decidí hacer esta carta y no borrarla, porque sé que te dará alegría saber, aunque sea por un momento, que esas paredes en las que estás no existen, que no sirven para detener el mensaje y la idea, como no detuvieron las murallas bíblicas de Jericó el grito de la gente, que aunque tu cuerpo esté encerrado y tu familia esté sufriendo, desde afuera nos movemos y agitamos las alas como un batallón de mariposas para empujar el mensaje y el aire hasta tus oídos.

Ángel Mir
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