¿Clint Eastwood guiará nuestro futuro, el futuro de Nicaragua?
Visto lo visto, no eran casuales las declaraciones de una activista ex secuestrada en sus primeras entrevistas tras su destierro, de apegarse la Constitución de la Dictadura porque contiene la palabra “república”, ni de los demás supuestos liderazgos opositores, diciendo cosas que solo favorecen a la Dictadura y a la perpetuación del modelo que la propicia, e insistiendo en el absurdo, que en Nicaragua ya nadie se traga, de volver a intentar arreglos electoreros con criminales de lesa humanidad: pactar con una banda criminal que lleva cuatro décadas incumpliendo todos y cada uno de los pactos que logra para legitimarse.
Esto es fingir demencia o desconocimiento absoluto de la historia reciente, que incluye: los acuerdos con Carter para la renuncia del Dictador anterior, tras la cual quedó el FLSN con el monopolio de las armas en Nicaragua (después de los respectivos incumplimientos de su parte, nunca llamó a las elecciones del 1981 a las que se había comprometido); el fraude electoral de 1984, sin oposición real, que le permitió cambiar su “Constitución”; que no entrego el poder tras las elecciones del 90, a pesar de entregar la presidencia, a cambio de un pacto de impunidad y que mantuviera en sus manos el monopolio de las armas; que le dio vuelta al Gran Capital en el 2006 tras el pacto a tres bandas Alemán-Montealegre-Ortega para frenar una posible presidencia de José Rizo, lo cual le permitió volver a la presidencia con menos de un 19 % del ya dudoso padrón electoral que mutilaron, con una abstención producto del hartazgo ya creciente en ese momento, que rozaba el 50%, y sin contar un 12% de los votos emitidos en un sistema que de antemano desvirtúa el principio de la representación política impidiendo a los ciudadanos elegir representantes, obligándolos solo a escoger entre listas cerradas que les ofrezcan los caciques de los partidos.
Realmente no era de sorprender que los coautores de un sistema que se sostiene sobre crímenes de lesa humanidad, que depende del terrorismo de estado, estuvieran negociando debajo de la mesa. No era casual la vergonzosa ambigüedad de los comunicados de Monteverde que solo favorecen una retórica relegitimadora del sistema que propicia los ciclos de dictaduras y partidocracias que las blanqueen. La reciente salida de doña Violeta y el trapicheo con los doce curas secuestrados, son la respuesta que explica la prolongada negativa de los liderazgos opositores a ni siquiera mencionar en sus innumerables comunicados, alguna acción realmente opositora al sistema dictatorial nicaragüense. Y la prensa comparsa, al servicio del juego manipulador usando a la Santa Sede, a algún funcionario medio dentro de ella, como el impresentable Nuncio que tan bien le sirvió a la Dictadura y el sistema que la propicia hasta que el propio Dictador lo desechó, para blanquear el arreglo, tampoco es de sorprender.
Como aderezo en un irrespeto absoluto a la gravedad de lo que padecen los nicaragüenses, y evidenciando el profundo desprecio a la capacidad racional del ciudadano común lanzan el absurdo, como si no se pudiese caer más bajo, el absurdo de una campaña de promoción de la impunidad basada en una fantasía hollywoodense, un guión infantiloide de un drama deportivo ambientado en el contexto de los pactos de impunidad con los que el régimen de la apartheid acepto reformarse frente al agotamiento y evidente insostenibilidad de su modelo. Las fantasías de Clint Eastwood como referente a seguir para la liberación de Nicaragua, mientras se ignora deliberadamente los ejemplos de las naciones que sí apostaron por su democratización, que sí pusieron las bases para construir sistemas de democracia representativa. La ambientación del del infantiloide drama deportivo “Invictus” dirigido por Clint Eastwood, como guía para la justicia frente a crímenes de lesa humanidad ¿De verdad de que estamos hablando?
¿Se puede ser más irrespetuoso? ¿Puede haber un espectáculo más bochornoso que el que estamos dando?
¿De verdad alguien cree que se puede basar el futuro de una nación a partir de guiones infantiles de la industria del entretenimiento?
Usar el guión infantiloide de un drama deportivo hollywoodense para intentar manipular a un pueblo que padece terrorismo de estado, la usurpación de su gobierno por criminales de lesa humanidad, la pobreza crónica que dicho modelo genera, el drama de cienes de miles de exiliados, peor aún intentar manipular a las víctimas directas, las madres que ven condecorarse a los sicarios que asesinaron a sus hijos, va más allá del irrespeto a las víctimas y la inteligencia del pueblo que dicen representar, es un irrespeto así mismo, a quien lo hace, que solo puede responder a una prepotencia cegadora, una ignorancia monumental o un cinismo carroñero que no merece lugar en la historia de ningún pueblo.