La élite pactista electorera y el pueblo nicaragüense: dos mundos separados y lejanos, dos aspiraciones en conflicto

Fue … el control del aparato electoral y los respectivos pactos, de ambos, Montealegre y Alemán, con Ortega, un verdadero baile de intrigas, lo que le devolvió la presidencia al capataz. Estos son pactos ya confesos por algunos de los presentes, en donde acordaron entre otras cosas, dejar un bien calculado nueve por ciento de los votos sin contar, para que fuera Montealegre, el delfín de los grandes empresarios (de esas fortunas que se formaron con las piñatas), la “segunda fuerza política”, a cambio de más diputaciones para las fichas de Arnoldo Alemán, quien estaba traicionando a su propio candidato.

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¿Por qué no se logra la unidad?

Cuatro décadas después el dilema es el mismo y lo que divide es lo mismo, y la respuesta sigue siendo esa que daba Pedro Joaquín Chamorro, “que el pueblo escoja qué prefiere, si a los que hacen pactos o a los que se mantienen firmes (…) porque la realidad está en el pueblo. Y aquí lo que se necesita es una operación de gran envergadura, una unidad para salir de la dictadura, no para transar con la dictadura. Y no para caer en pactos o transacciones que alarguen más la dictadura.”

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