¿Cómo le va a los empresarios con el COVID19?
Enrique Sáenz
Lo que está a la vista no necesita de anteojos, expresa un conocido refrán. El nicaragüense menos informado sabe que la pandemia es el principal agobio de familias, empresas y, en general, de la sociedad nicaragüense, salvo, por supuesto, de la mafia en el poder. Ni cortos ni perezosos se ponen a buen recaudo en sus mansiones, ni la cabeza sacan, pero siguen enviando al matadero hasta a sus propios seguidores, y continúan exprimiendo los bolsillos de moros y cristianos con las tarifas de electricidad, los precios del combustible y la persecución con los impuestos.
Sin embargo, es importante tener una idea de las magnitudes de la tragedia y de sus principales manifestaciones, porque ahora y más tarde, debemos -y deberemos- colocarnos frente a las posibles rutas de solución. Y aquí son importantes los números.
Ante el oscurantismo del régimen, distintas organizaciones médicas, cívicas y sociales proporcionan, en la medida de sus posibilidades, datos y orientaciones en materia de salud. Pero sobre el otro flanco del sufrimiento, que es la situación económica, poco es lo que se dice. En este caso también el régimen esconde las cifras y actúa con la misma irresponsabilidad criminal.
Por estas razones es procedente dar a conocer los principales resultados de la investigación publicada por el COSEP sobre el impacto de la pandemia en las empresas. Un trabajo que se realizó con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo, la OIT, un organismo especializado de Naciones Unidas.
Aquí van las principales informaciones:
Las empresas que se consultaron pertenecen prácticamente a todas las ramas de actividad económica, desde comercio, industria y agricultura, hasta minería, zonas francas y hoteles. En particular, la investigación se enfocó en medianas y grandes empresas, aunque también se incluyeron, en un porcentaje menor, pequeñas y microempresas. El conjunto de cifras nos aproxima a la gravedad de los problemas que enfrenta el tejido empresarial del país, aunque, es muy previsible que los impactos sean más agudos en las pequeñas y micro empresas de la economía informal.
Más de la mitad de las empresas está paralizada o semiparalizada
El primer dato abrumador es que el 7% de las empresas clausuraron sus operaciones y el 46% suspendieron parcialmente sus actividades. Es decir, el 53%. Evidentemente, detrás de este porcentaje de empresas afectadas se encuentran miles de cabezas de familia, varones y mujeres, que perdieron su empleo y sus ingresos.
Y las perspectivas son de un empeoramiento mayor, pues el 40% de las empresas consultadas manifestaron que tienen planeado despedir más trabajadores, mientras el 10% está contemplando cerrar operaciones.
La clausura de empresas, la disminución de las actividades económicas y el aumento del desempleo, unido a la caída de las remesas, se traduce en menor capacidad de compra de la población. Y no es preciso ser economista para saber que, a menos compras, menores ventas. Y así se retroalimenta un ciclo pernicioso.
El principal problema es la caída de las ventas.
En números, esta realidad se expresa en que, para el 80% de las empresas, el principal desafío es la caída de la demanda, o sea, de las ventas, y, consecuentemente, pérdida de ingresos. No puede extrañar entonces que, para el 64% de las empresas, esto es, para dos de cada tres empresas, el segundo desafío es la falta de fondos suficientes para afrontar sus costos de operación y laborales. En estas condiciones, afrontar el pago de impuestos, los costos de energía eléctrica, comunicaciones y combustible, más los pagos al INATEC y al INSS, generan un cuadro de extrema vulnerabilidad. Así, más de la mitad de las empresas no dispone de un plan de sostenibilidad.
Empresas y pandemia
Sobre los aspectos propiamente sanitarios, el 57% de las empresas declaró que se vieron obligadas a enviar trabajadores a sus casas por presentar síntomas de la enfermedad. Este porcentaje ofrece una idea de la magnitud de los contagios y contradice frontalmente las cifras que pregona el gobierno. De hecho, un porcentaje significativo colocó el ausentismo laboral como otro de los desafíos relevantes.
Además, el 99% de las empresas declaró que adoptan medidas y proveen productos y equipos de protección a los trabajadores.
Gobierno inexistente
Hay más datos, pero los citados bastan para evidenciar lo grave de la situación. Cierto es que también otros países están sufriendo severos impactos; pero cualquier persona medianamente informada sabe que todos los gobiernos del continente están aplicando medidas económicas dirigidas a mitigar los perjuicios tanto en empresas como en desempleados y, en general, en las familias.
En estas circunstancias, cobra mayor relieve la respuesta de las empresas a la pregunta de si estaban recibiendo algún tipo de apoyo financiero, fiscal o de otra índole por parte del gobierno. El 99% respondió que ninguno. Quedó pendiente saber qué tipo de apoyo recibe ese 1%.
Este es el país en que vivimos, bajo el régimen de Ortega.