Del Movimiento de los Nicaragüenses Libres al pueblo de Nicaragua: aprovecharemos las dolorosas lecciones de Abril

Un saludo del Movimiento de los Nicaragüenses Libres a nuestros compatriotas dentro y fuera del terruño en ocasión del séptimo aniversario de la Rebelión Cívica del 2018.

Otra vez es abril, el séptimo desde aquel abril luminoso en que una chispa encendió el fuego de la rebelión cívica que se extendió por todo el país e hizo que la ciudadanía decidiera que era hora de liberarse del régimen oprobioso que no la deja vivir y la asfixia y la mata, en la enorme cárcel en que ha convertido a Nicaragua.

Aquel fue el más intenso y el más extendido de todos, pero no fue el primero y seguramente no será el último abril de rebelión mientras siga en pie el sistema de poder en que para beneficio propio y protegidos por un estado y un ejército a su servicio, unos cuantos grupos familiares explotan nuestros recursos y a nuestra gente hasta su destrucción, construyendo así enormes, obscenas fortunas manchadas de sangre, mientras como resultado dejan un país nadando en un mar de miseria sin poder llegar nunca a tierra firme.

A lo largo de nuestra historia conocida, en abril se han producido con frecuencia movimientos que persiguen sacudirse el yugo opresor que por muchas generaciones hemos cargado sobre nuestra nuca. Es como si en esta época, seca y calurosa, fuese más visible la desigualdad, la injusticia y la violencia del sistema que nos domina, y se despierte en nosotros, otra vez, la ansiedad de barrer con lo viejo y crear un mundo nuevo más hermoso y justo. Es que, al acercarse las lluvias y la vida que traen consigo, este es un mes de soñar con una vida mejor, más digna, más humana. Llenos de esperanza, en esta época los agricultores limpian de abrojos y malas hierbas preparando para la siembra su tierra, que parece esperar ansiosa recibir en su seno las semillas que germinarán con las aguas de mayo y la cubrirán de verde, que es precisamente el color de la esperanza.

Abril del 2018 no fue un accidente, una singularidad, como dicen algunos que no conocen nuestra historia o reniegan de ella. Fue la continuidad de la rebeldía que viaja en el ADN de nuestro pueblo y que a todo lo largo de nuestra historia poscolonial ha hecho explosión en cualquier día o mes de cualquier año. La de Nicaragua es una historia de explotación, de dominación de un pequeño grupo sobre la mayoría, pero es también una historia de rebelión de un pueblo que no acepta las cadenas y lucha por romperlas. Lastimosamente, como vimos en el 2018, en momentos de insurgencia, a la par de los rebeldes aparecen también los traidores, los servidores del régimen. Caín viaja a la par de Abel y entierra su puñal en las carnes de su hermano, una y otra vez. Nuestra historia está llena de valentía y heroísmo, individual y colectivo, pero también está llena de traiciones y engaño, que aparentemente ha venido hasta ahora ganando la partida.

El recuerdo de aquellos días trae a nosotros emociones encontradas. El orgullo por lo actuado se mezcla con el recuerdo de aquellos que cayeron asesinados, que nos llena de tristeza y de ira. La frustración hace presa de nosotros cuando recordamos cuán cerca estuvimos de derrocar a la dictadura, que estaba entre la espada y la pared, hasta que aparecieron los usurpadores, los impostores, los traidores y cobardes y apartaron la espada y quitaron al tirano de la pared. La rabia nos ataca al pensar en tanta vida destruida, en gente que ha tenido que abandonar huyendo su país y sus vidas, a buscar sobrevivir en otros rumbos y otras latitudes. Da cólera pensar en tanta gente que ya no verá más a sus seres queridos porque no puede ir a su propio país o a ningún otro. El país nuestro, que tanto hemos amado, se convirtió en la fuente de una enorme tristeza. Su recuerdo nos acompaña siempre, hiriéndonos, mortificándonos como un cilicio.

Es triste, es doloroso, pero esto no termina aún. La lucha por liberar a nuestro país y liberarnos nosotros mismos en el proceso, debe continuar. Ahora somos más sabios que en el 2018, la ingenuidad de entonces se convirtió en conciencia. Ahora sabemos quiénes son los amigos y quiénes los enemigos de la causa del pueblo. Sabemos que siempre habrá entre nosotros lobos disfrazados de ovejas y vamos aprendiendo a identificarlos.

Ahora sabemos que la dictadura de los Ortega-Murillo no es el único enemigo, o más bien, que el sistema que nos oprime es más que solo la dictadura; que ese sistema produce cada cierto tiempo dictaduras y que cuando derroquemos a la dictadura debemos también echar abajo el sistema entero, desmontarlo pieza a pieza para poder construir una nueva sociedad, que sirva a todos, donde el poder esté disperso por todas partes para que nadie sea demasiado poderoso. Será una sociedad democrática, que nunca hemos tenido.

Sabemos que las grandes obras no se construyen de la noche a la mañana, que llevará mucho tiempo y requerirá mucho trabajo y perseverancia desmantelar el viejo sistema de poder que, como un pecado original, arrastramos con nosotros desde antes de la independencia. La liberación no llegará sola, hay que hacerla, con quienes estén dispuestos a hacerla.

Sabemos que el camino hacia la revolución democrática que Nicaragua necesita pasa por la organización de los nicaragüenses donde sea que estén, pero, sobre todo, de aquellos que se encuentran dentro del país, apoyados de diversas maneras por quienes están afuera. Es hacia allá que deben ir todos los esfuerzos. Los nuevos líderes, aquellos que no cambiarán su primogenitura por un plato de lentejas, ni venderán a su compañero de lucha por treinta monedas, surgirán de entre nuestra gente, los producirá la lucha, el trabajo diario por construir la nueva sociedad.

La rebelión ocurrirá de nuevo, inexorablemente. Nuestra historia nos lo cuenta a gritos. Esta vez no dejaremos que la victoria escape de las manos del pueblo. No dejaremos que se la roben aquellos que ya antes la han robado, o sus parientes. Ni ellos ni nadie.

La lucha continúa.

Nicaragüenses Libres
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"El movimiento Nicaragüenses Libres nació para impulsar la revolución democrática en Nicaragua."

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