Democracia y sistema económico [Primera Entrega]: El papel del Estado y del mercado
Dado que el problema histórico central de Nicaragua ha sido la ausencia de institucionalidad democrática, conviene analizar la relación entre democracia y sistema económico. Friedrich Von Hayek en su libro clásico “El camino a la servidumbre” argumentó que la estatización de la economía conducía al totalitarismo. Milton Friedman por su parte sostuvo que una economía de mercado, al dispersar el poder, era necesaria para la democracia. Daron Acemogly y James A. Robinson en su obra reciente: “El corredor estrecho: el Estado, la Sociedad y el destino de la libertad” difieren en parte de la tesis de Von Hayeck y de Friedman y sostienen que el creciente peso del Estado no tiene necesariamente que conducir a la tiranía. Señalan que para que un mayor peso del Estado no conduzca al Leviatán despótico, es necesario, que paralelamente, se fortalezca la sociedad civil y la independencia de los poderes del Estado.
En Nicaragua han existido sistemas autocráticos o dictatoriales bajo diversos paradigmas de políticas económicas. No es posible establecer ninguna relación directa ni determinista entre las políticas desarrollistas del período de los Somoza con el sistema político dictatorial de esa época, o entre las políticas neoliberales del período 1990-2020 y la dictadura del sub período 2007-2020. Por otra parte, puede sostenerse la hipótesis que sí existió una relación directa entre la influencia de las ideas marxistas en los ochenta y la dictadura de esa época. Es claro que mientras mayor estatización de la economía, mayor concentración del poder, y que las políticas económicas que favorecen la dispersión del poder, facilitan-pero no garantizan- la democracia.
La tarea de construir la democracia, no es- ni mucho menos- una labor que corresponda principalmente a las políticas económicas. Es responsabilidad principal de las instituciones políticas construir un sistema efectivo de pesos y contrapesos. Sólo el poder detiene al poder. Como dijera Montesquieu hace más de dos siglos: “Todo estará perdido, cuando todos los poderes del Estado se concentran en una sola persona o en sólo grupo”. Pero el problema no radica exclusivamente en las instituciones políticas. Hay sistemas económicos incompatibles con la democracia. En un sistema de estatatización casi generalizada de los medios de producción-, en la que el Estado es el único o el principal empleador, no existe margen para la libertad. El intervencionismo estatal de la década del ochenta en Nicaragua, no era compatible con la democracia. Lo mismo el sistema de “corporativismo autoritario” del período 2007-2017.
<<Es claro que mientras mayor estatización de la economía, mayor concentración del poder, y que las políticas económicas que favorecen la dispersión del poder, facilitan-pero no garantizan- la democracia.>>
Para construir la democracia es conveniente establecer un adecuado balance entre el Estado y el mercado. Ni fundamentalismo del mercado, ni fundamentalismo del Estado. También es indispensable un creciente peso de la sociedad civil para desconcentrar el poder y para evitar que las políticas públicas sean coaptadas por las élites y grupos de interés.
<<El FSLN aprendió -con un costo elevadísimo para el país – que las políticas económicas estatizantes que implementaron como gobierno en la década del ochenta, fueron un fracaso…Lo que no les interesó aprender, es que la institucionalidad democrática es fundamental para un desarrollo sostenible.>>
Las políticas económicas deberán contribuir a la construcción de la democracia o al menos no concentrar el poder, lo que facilita el surgimiento de sistemas dictatoriales. En realidad, nadie propone hoy un retorno a las políticas estatizantes de la década del ochenta. De hecho, hay un acuerdo tácito a favor del libre mercado y de políticas macroeconómicas conservadoras. El FSLN aprendió -con un costo elevadísimo para el país – que las políticas económicas estatizantes que implementaron como gobierno en la década del ochenta, fueron un fracaso. Igualmente aprendieron a no imprimir dinero sin respaldo y a no incurrir en elevados déficits fiscales (gastos del gobierno significativamente mayores que sus ingresos). Lo que no les interesó aprender, es que la institucionalidad democrática es fundamental para un desarrollo sostenible. Ello condujo a la grave crisis actual.
En lo que sigue hacemos un balance de las políticas económicas de las últimas décadas, y sugerimos algunas orientaciones para el futuro. Destacamos que la discusión de esas variantes de política económica no implica ninguna diferencia de fondo sobre la estrategia y el modelo económico, que en lo fundamental, debe ser de libre empresa dentro de un sistema democrático. En lo esencial se sugiere continuar con las mismas políticas de libre mercado que se iniciaron en 1990, con algunas variantes. Entre ellas, pasar a una dolarización oficial, establecer un sistema tributario de renta global y progresivo-versus el sistema cedular actual-, eliminar tratamientos fiscales especiales, focalizar de manera más adecuada el gasto público y crear una pensión mínima universal no contributiva dada la prevalencia del sector informal. Se enfatiza la necesidad de aumentar las inversiones estatales en los bienes públicos esenciales-educación, salud e infraestructura pública-.
El autor es abogado y doctor en Economía.
Artículos de José Luis Medal