Controversia sobre una controversia: lo que necesitamos aprender de Voltaire

Francisco Larios
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El autor es Doctor en Economía, escritor, y editor de revistaabril.org.

Artículos de Francisco Larios

…una manifestación de ira mal encauzada…

Cuando publiqué en Revista Abril un comentario sobre el atentado contra los derechos humanos del político Félix Maradiaga, le dije a un colega: “vas a ver que ahora van a criticarme por protestar contra esto”. “¿De verdad? No creo…”, o algo así, fue la respuesta de mi interlocutor.  

Desafortunadamente, no me equivocaba. Ni siquiera el tono me ha sorprendido: “…juegan con el recuerdo de un verdadero patriota para adular a un hp farandulero…” , “…qué título más chocante y burdo. Que sentirá la mamá de Álvaro Conrado con tan vulgar … título” [mi artículo se titula “Nicaragua no puede respirar”]…  “Hasta cuándo dejarán de ser tan asquerosos para endiosar a costa de publicaciones bananas…”, “Quizá la próxima vez consideren poner en la portada de la revista a los presos políticos y sus familias…”

Todo esto me parece una manifestación de ira mal encauzada; el desvío resulta de nuestra nula tradición democrática y de la violencia que ha sido norma en nuestra vida política y social. 

Explico a continuación mi punto de vista. 

En la medida de nuestras posibilidades, y sin compromiso con nadie, ni recursos de nadie, en independencia de todos, criticando libremente y opinando con igual libertad, la revista Abril se ha empeñado desde un inicio en desplegar con la mayor fuerza de que somos capaces un mensaje de «derechos para todos, privilegios para nadie«, y hemos atacado frontalmente– hemos sido demonizados, censurados, atacados, saboteados y amenazados por hacerlo–la marginación y la manipulación opresiva de los más vulnerables, de los más pobres, de los menos conectados, de quienes no gozan del favor de oligarquías y clanes.  Y por supuesto, el tema de «derechos para todos, privilegios para nadie» es esencial para crear un sistema político en que ellos puedan reclamar una vida digna. 

Y no porque se trate de Maradiaga, a quien cualquier ciudadano está en el derecho –y en ocasiones, seguramente, el deber — de criticar, vamos a ir de «denunciamos el abuso intolerable del Estado» a «mejor defiendan a otro, este no lo merece”. Una actitud así es ganancia neta y pura para la tiranía de hoy, y alimento para la enfermedad autoritaria de nuestra sociedad. 

<<Ante una violación de los derechos humanos de cualquier persona el fuego necesita ser dirigido en conjunto y sin tardanza contra el violador.>>

La reacción imprescindible, si es que queremos combatir a la dictadura actual y evitar otra en el futuro, es: «El Estado es victimario; exigimos que todos, sin excepción, puedan ejercer sus derechos, punto».  

Ante una violación de los derechos humanos de cualquier persona el fuego necesita ser dirigido en conjunto y sin tardanza contra el violador. Entre los ciudadanos democráticos, el debate y la crítica razonada; contra el violador de los derechos humanos, contra ese, hay que desatar la furia.

<<…la violencia de los opresores crea violencia entre nosotros…>>

Aunque no estemos de acuerdo en nada más (lo cual no es motivo de preocupación, porque es natural, deseable e inevitable que cada uno tenga su propia opinión e intereses) defendamos sin contemplaciones, sin duda y sin discriminación, el derecho común, el derecho humano. 

Esta es otro aspecto de nuestra cultura que necesita sanar, porque la violencia la ha infectado; la violencia de los opresores crea violencia entre nosotros. Violencia que no es sana, que no es constructiva, que no es debate ni forcejeo democrático, sino un vómito destructivo, un hábito que impide conversar y converger legítimamente, y nos deja a merced de los poderosos.

Grabado de Pierre Charles Baquoy (1759-1829): Voltaire en la residencia de Federico de Prusia.

Uno no tiene que estar de acuerdo o simpatizar con Maradiaga, ni con nadie, pero sí, tiene que adoptar, para poder contribuir a la construcción de la democracia, la postura de Voltaire: “puedo estar en desacuerdo con tu opinión, pero estaría dispuesto a dar la vida, si fuese necesario, por tu derecho a expresarla.”

Francisco Larios

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