Derechos Humanos y elecciones en Nicaragua, cuestión de prioridades
César Molina Sánchez
El autor es miembro de Nicaragüenses en el Mundo (NEEM).
Recientemente la presidenta de la Asociación de Madres de Abril (AMA) Francys Valdivia, mencionaba en una entrevista que los precandidatos de la oposición “están enfocados en otros temas, que son importantes, pero no son trascendentales” haciendo clara referencia al hecho que el tema electoral ha sobrepasado al tema de justicia, libertades y derechos humanos. Me atrevería a decir que no solamente los precandidatos y sus distintas organizaciones son los que están inmersos en el tema de elecciones, sino también otros sectores de la sociedad civil e incluso la comunidad internacional. AMA, además, en su comunicado del día 30 de mayo hacía un llamado a la sociedad a “reflexionar si participar o no en elecciones”, es en esto último que quisiera enfocarme.
¿Es compatible el tema electoral con el de derechos humanos?
Bajo las circunstancias en las que se encuentra el país actualmente, ¿se deben exigir derechos humanos, libertades y condiciones para poder ir a elecciones, o por el contrario debemos ir a elecciones sin derechos ni libertades, ganarlas para poder tener un nuevo gobierno y que sea este nuevo gobierno el que las restaure?
Son preguntas muy difíciles de contestar, siempre habrá posiciones encontradas al respecto, y podríamos tener debates interminables sobre el tema. Lo cierto es que el tema electoral y el de derechos humanos y libertades no se deben tratar por separado, ya que ambos forman parte de un mismo sistema, bajo el cual los procesos electorales pueden y deben desarrollarse, para que sean considerados justos, libres y democráticos.
La oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) es muy clara al respecto y establece que: “El derecho a votar y a ser elegido en elecciones genuinas y periódicas está inextricablemente unido a otros derechos humanos, cuyo disfrute es decisivo para todo proceso electoral auténtico. Entre esos derechos figuran: el derecho a vivir libre de discriminación, el derecho a la libertad de expresión y opinión, el derecho a la libertad de asociación y reunión pacífica, y el derecho a la libertad de movimiento”. También menciona que “las elecciones están sujetas a las normas y reglas de derechos humanos y al control de les mecanismos de derechos humanos internacionales y regionales”. En diciembre de 2017, ACNUDH y el Centro Carter elaboraron el documento titulado, Derechos Humanos y Normas electorales: Un plan de Acción. El punto 18 de ese documento manifiesta lo siguiente:
Para que unas elecciones sean verdaderamente democráticas deben tener lugar en un entorno que propicie de manera continuada el respeto y el disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales, sin discriminación ni restricciones arbitrarias ni indebidas. Los Estados deben garantizar la accesibilidad y realizar los ajustes razonables para ello. Entre los principales derechos humanos, tanto si se ejercen en la red como fuera de ella, cabe señalar los siguientes:
a. Libertad de reunión pacífica y de asociación
b. Libertad de opinión y de expresión y acceso a la información
c. Derecho a la seguridad de la persona y
d. Derecho a interponer recursos y al acceso a la justicia
Es por todos sabido que en Nicaragua esas condiciones no se cumplen ni se cumplirán
Ortega no cumplió con el plazo de mayo 2021 establecido por la Organización de Estados Americanos (OEA) en la resolución de la Asamblea General de octubre de 2020 para realizar reformas electorales. Por el contrario, aprobó en diciembre un paquete de leyes represivas con la intención de amordazar a la oposición, y en todo el 2021 seguimos viendo como aumenta la persecución en contra de opositores de sociedad civil, periodistas y prensa independiente, defensores de derechos humanos, excarcelados políticos, familiares de víctimas y de presos políticos, y más recientemente en contra de partidos políticos y precandidatos, siendo el caso más mediático el de Cristiana Chamorro, con quien el régimen se ha ensañado de una manera perversa. Ante estas condiciones, es muy difícil ir a elecciones y pensar que, sin derechos ni libertades, éstas nos sacarán del problema.
El derecho a elegir democráticamente a nuestros gobernantes es un derecho irrenunciable, establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 21, y en la Constitución Política de la República de Nicaragua en su artículo 51. Es obligación exigir y defender ese derecho, empezando por los partidos políticos, alianzas políticas, organizaciones de oposición, líderes de oposición y precandidatos. Y en momentos como el actual, en que la oposición se encuentra enfocada en otros temas, es deber y obligación de la sociedad civil vigilar por esos derechos y promover un cambio, así como es obligación de la comunidad internacional apoyar esta labor de la sociedad civil.
Por eso el llamado a la unidad de los sectores de sociedad civil, a seguir en resistencia cívica y pacífica, es ahora más importante que nunca; ya algunas organizaciones están empezando a demandarlo y podemos esperar que otras se sumen en el futuro. Yo agregaría que el llamado también debe ir dirigido a la comunidad internacional, y exigirles que declaren ilegítimo, un proceso electoral que no cuenta con los derechos humanos y las libertades para llevarlo a cabo de manera justa y democrática. El mismo Secretario General de la OEA, Luis Almagro, reconoció el día 2 de junio que las “violaciones sistemáticas y reiteradas al Estado de Derecho y de las libertades fundamentales deslegitiman el proceso electoral aún antes de la ocurrencia del acto mismo”.
Al igual que Francys, pienso que la exigencia de los derechos humanos y libertades debe ser prioridad, o al menos ir de la mano del tema electoral; me sumo a su llamado de unidad y organización del pueblo para continuar en resistencia cívica y pacífica, y desde ya invito a las verdaderas fuerzas de oposición, precandidatos y sociedad civil organizada a reflexionar si debemos participar o no en las elecciones de noviembre.
Mientras tanto, no hay que perder las esperanzas.
Amanecerá.