Dictadura en los tiempos del virus

Carlos A. Lucas A.
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<<El problema no es que tengamos una dictadura: es que todos la llevamos por dentro.>>

La crisis de la dictadura nos ha generado una recesión por goteo, como las grietas iniciales en una enorme represa. Detrás, nos viene un virus implacable, más amenazante por la alucinante política de salud del régimen anti-vida. Detrás, la clase política y sus rogativas electoreras.

Y eso no es nada: el régimen llama a una marcha (14 de marzo 2020), en medio del miedo y la incertidumbre mundial, con esa instalación mesmérica de una marcha de sus fuerzas contra…¡el virus! (“Amor en tiempos del virus”, la llamaron).

Esta situación aberrante pone a la gente de Nicaragua en dos perspectivas: aceptás la naturaleza asesina de tu régimen y “vivirás” con eso (¡!) o, como en el cuento de Hamelin, aceptás q ellos te suiciden: Ya dijeron que un bebé se suicidó de un disparo. [1]

Si te corrés, te disparan; y si te quedás, ellos te suicidan, como lo muestra esa alucinante marcha.

El problema no es que tengamos una dictadura: es que todos la llevamos por dentro.

Esta aberración no es nueva. En las cadenas de sismos que de vez en cuando da la ardiente cadena volcánica de Nicaragua, en las inundaciones y otros desastres, a la indiferencia (recordar el caso del incendio en Indio Maíz), le suceden los conjuros mágicos, y luego, la ola represiva a las personas que no siguen el juego seudorreligioso con el que se justifica la violencia desde el poder.

El miedo al poder (“me corren del trabajo”, dicen muchos), es mayor que el instinto biológico y social de proteger a los niños e hijos, familia, propios. Por eso digo: el problema no es que tengamos una dictadura: Es que todos la llevamos por dentro. Allí están sus raíces.

[1] [https://xurl.es/sectk]